El chiste circula por las redes sociales supongo que para intentar endulzar la amargura de la realidad. Lo ilustra una fotografía con un joven que ... yace en el suelo quejándose del dolor de su pantorrilla con un titular que dice: «Le da un calambre y Endesa le manda una factura de 300 euros». Quien dice Endesa puede decir cualquiera de las compañías eléctricas que nos suministran ese servicio básico sin el cual no sabemos vivir, y cuyo récord de subida de precio ha dejado de ser una excepción, como la cantinela del Gobierno de Sánchez anunciando medidas para atenuarlo que nadie percibe ni cree, porque pronto habrá otro récord histórico del alza de precio para continuar el bucle de la tomadura de pelo.
Mientras tanto, cerramos las centrales nucleares y nos negamos a instalar generadores eólicos porque atentan contra la belleza del paisaje. Menos mal que nos queda el Sol. Pronto instalaré paneles solares en el tejado de mi casa. Además de defenderme de la imparable subida del precio de la luz, me han convencido los mensajes sostenibles, los beneficios medioambientales, el ahorro energético y las ayudas que las administraciones públicas proporcionan a la instalación, aunque me he dado cuenta de que en realidad todo se dirige a convertirme en un pequeño productor al servicio de una gran compañía con los excedentes que pueda verter a la red, porque, más o menos, venderé el KWh a 0,05 euros y luego lo compraré a 0,25. Qué buen negocio para las eléctricas. También iba a adquirir un coche eléctrico, pero a este ritmo percibo que la subida de la electricidad superará pronto a la de la gasolina con las consiguientes justificaciones técnicas con voltaje de abuso de poder y avaricia recaudatoria. Así que me he dado cuenta de que el chiste del calambre en la pantorrilla ya no me hace tanta gracia.
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