Cinco centros públicos cántabros participarán en la fase de ensayo de la nueva EBAU

Inicialmente, Cantabria solo iba a aportar un centro a la fase de pilotaje. En la última Comisión Sectorial que reunió en diciembre al Ministerio y a las comunidades, la consejera de Educación y FP, Marina Lombó, criticó que la muestra autonómica fuera tan exigua. Reclamó al Ministerio que ampliase el número de institutos para que el proyecto de la futura ‘selectividad’ se desplegase «con las máximas garantías». El Ministerio ha recogido el guante.

¿Y por qué una nueva EBAU? Las pruebas de acceso a la universidad cambian para estar en consonancia con el aprendizaje por competencias que promueve la Lomloe –la ley educativa que ha comenzado a implantarse este curso– y con modelos de evaluación tipo PISA. A partir de ahí, ¿qué se sabe sobre ella? Para empezar, que se implantará definitivamente en el curso 2027-28, por lo que el alumnado que estrenará el formato final es el que ahora está matriculado en 1º de la ESO. Para Lombó, esto tiene toda la lógica: «Quienes estudien toda la Educación Secundaria con un modelo curricular más competencial, derivado de la Lomloe, tendrán un sistema de evaluación acorde y coherente con esa formación», indicó hace días.

Y la futura EBAU, además de integrar materias comunes y la prueba de modalidad, incluirá una prueba general de madurez.

Antes de llegar al curso 2027-28, se desplegará la fase de pilotaje, es decir, un periodo transitorio en la que se irán testando los modelos examen y su corrección. Ahí es donde Cantabria participa con cinco centros. Otras nueve autonomías y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla le acompañarán en el proceso que coordina el Ministerio de Pilar Alegría. País Vasco y los territorios gobernados por el PP han dicho que no.

¿En qué consiste el pilotaje? Hasta llegar al modelo final, se irán introduciendo cambios año a año. El primer paso son las pruebas experimentales a las que se someterá el alumnado de 1º de Bachillerato este año, previsiblemente en marzo. Durarán 105 minutos y con ellas se valorarán «el nivel de adaptación y satisfacción del alumnado»; «la fiabilidad de la corrección» y el formato de pruebas que funciona mejor. Los bachilleres –alrededor de 2.000 en toda España– tendrán ante sí dos modelos con diferente opcionalidad por materia, y participarán además en unos ‘laboratorios cognitivos’ con profesores y personal del Instituto Nacional de Evaluación Educativa. En abril se corregirán las pruebas; en mayo se analizarán y en junio se publicarán los modelos (dos por materia) para 2º de Bachillerato.

A la luz de este ensayo, en 2024 se implantarán los primeros cambios. La transformación de las pruebas seguirá en 2025 y 2026 hasta su implantación definitiva.