«Nos han convencido de que para comer bien hay que tener dinero»
El periodista David Remartínez analiza cómo la «gastronomía se ha convertido en elitista» y se ha perdido «nuestra conexión con la cocina»
Laura fonquernie
Santander
Jueves, 19 de septiembre 2019, 07:15
¿Qué es comer bien? ¿Cómo se distingue un buen vino? Estas dos preguntas igual parecen trampa, difíciles o que solo alguien con cierto nivel ... gastronómico puede llegar a responderlas de manera correcta. Porque hoy en día y, cada vez más, la gastronomía «se ha convertido en algo elitista». Pero quizá la respuesta a ambas sea más sencilla: basta con dejarse llevar por lo que a cada uno le guste más. A simple vista parece que esta reflexión encaja más en el caso del vino. Pero también es aplicable a la comida, aunque aquí entra en juego otra cosa, que es el «equilibrio». No hace falta dejar fuera de la dieta según que alimentos; como esos a los que, desde hace unos años, se les pone la etiqueta de culpables de todos los males relacionados con la salud.
«Hay una serie de familias alimenticias que están demonizadas, como el azúcar o los carbohidratos», señaló este miércoles el periodista David Remartínez, autor del libro 'La puta gastronomía', durante su ponencia 'Gastronomía y alimentación; un divorcio absurdo', con la que se abrió la quinta Temporada de las Jornadas de Gastronomía y Salud celebradas en el Colegio de Médicos.
¿A qué se refiere con 'divorcio'? Fácil. «La gastronomía se ha reducido a hablar de restaurantes de alta cocina y vinos excepcionales», resumió Remartínez. Es decir, ensalza el placer de la comida sin entrar en más detalles como la nutrición en la que, por otro lado, «toda la información que recibimos son alertas». Como los peligros de la comida industrial, los azúcares. En resumen, deja claro «lo mal que comemos». «Son dos patas del mismo banco y deben ser complementarias, no opuestas».
Y ocurre que todos esos avisos relacionados con los alimentos que ingerimos, «han creado una tesis absurda de que comer bueno es incompatible con comer sano», explicó el periodista. No solo eso. Ahora la comida también «nos hace sofisticados». Quién no ha visto alguna foto en una red social de un amigo de un plato de comida. Recetas de alta cocina que son «irrepetibles en casa». Y que dan la sensación de que para comer esos alimentos y, por tanto, bien «parece que hay que tener dinero y determinada clase social».
Buscar el equilibrio
Todo ocurre sin ser conscientes, al menos la mayoría, de que la comida de alta cocina y los alimentos industriales tienen en común más de lo que parece. Por ejemplo, que en ninguno de los dos «sabemos qué hay detrás» de lo que nos llevamos a la boca y que, en realidad son «los mismos procesos». Al igual que habrá poca gente que entienda las diferentes elaboraciones y los procesos químicos necesarios para llevar a la mesa los platos de un restaurante de alta cocina. Tampoco es sencillo «entender las etiquetas de los alimentos», comparó Remartínez, que aprovechó para pedir a los médicos presentes que intentaran conseguir más claridad en los etiquetados.
¿Qué pasa? A su juicio, nos hemos alejado de la cocina. «Se ha perdido nuestra conexión con cómo se hace la comida». Y ahí es donde radican algunos de los problemas relacionados con comer bien o mal. «Cuanto menos cocinas, peor comes porque optas más a menudo por alimentos procesados o de encargo». Y, evidentemente, el abuso es lo que deriva en «colesterol, azúcar alto...». Esta es la cuestión primordial para el periodista, que defendió que los alimentos «no son insanos en sí mismos» sino que es el abuso es lo que los convierte en dañinos. Aunque a veces parezca complicado, cocinar en casa algo sano y rico «no está reñido».
Lo cierto es que la cantidad de opciones de comida que ofrece el mercado «se ha diversificado», subrayó. Al mismo ritmo que los estudios que parecen concluir lo malos que son ciertos alimentos. Así, recordó que «hay algunos que desde hace unos años tenemos que evitar», en lugar de tender hacia una dieta equilibrada. «Ahora parece que la alimentación mata» y, por el contrario, la realidad es que «comemos mejor que antes solo que tenemos más medios para analizar, cuantificar y sacar estadísticas».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión