El coraje cotidiano de la Policía Local
Condecoraciones ·
Salvar la vida de una persona que sufría un infarto, acudir al puesto de trabajo en vacaciones o sumar 35 años de carrera... Cuatro agentes con medalla cuentan la historia que los ha convertido en ejemplo de profesionales distinguidosAbraham Roqueñi Policía Local de Santander
«Nunca sentí que viniera forzado a trabajar porque es algo que me encanta»
El santanderino Abraham Roqueñi nunca se ha puesto nervioso en una intervención policial. «Al final, si sabes que tienes las herramientas para resolver cualquier situación, ... en la medida de lo posible, siempre estás más calmado, y siempre es más fácil que todo termine bien, sin altercados». Cuando Roqueñi habla de contar con las herramientas para resolver cualquier tipo de situación se refiere a sus cuatro títulos mundiales de Kickboxing y al cinturón mundial de Muay Thai, entre otros muchos campeonatos que ha ganado en su vida y que dan una idea clara de sus habilidades en el cuerpo a cuerpo.
Entró en la Policía Local de Santander en 2002, con 24 años y hoy, con 47 primaveras, ya suma 23 de servicio. «Todo este tiempo se me ha pasado volando. Nunca he sentido que venía forzado a trabajar porque es algo que me encanta y realmente todo este tiempo se me ha pasado muy rápido». De sus años de patrullas por la calle le quedan muy buenos recuerdos de intervenciones en los que ayudó a cientos de personas;pero también recuerda episodios que preferiría olvidar:«He visto de todo, como cualquier otro policía con la experiencia que tengo. Suicidios, asesinatos, accidentes, pero a veces lo peor son imágenes que se te quedan grabadas».
«Lo importante es que todos aprendamos a reducir a alguien sin causarle daño y de la manera más eficaz»
Ahora está muy lejos de la calle. Se dedica a formar a otros compañeros en defensa personal y en la capacidad para inmovilizar a las personas. «Lo importante es que todos aprendamos a reducir a alguien sin causarle daño y de la manera más eficaz», reseña. La autoprotección es muy importante también. «Ahora estamos yendo poco a poco a aprender las cosas fundamentales pero con el paso del tiempo vamos a ir trabajando otras cosas que también son cruciales porque nosotros, como es lógico, estamos acostumbrados a relacionarnos con gente en situaciones en las que no es precisamente amistosa».
La medalla la propusieron sus compañeros y un sargento: «Ha sido una idea doble y por eso me siento muy arropado. La vedad es que se lo agradezco mucho porque es la muestra de que me aprecian».
Javier Valle Policía Local de Camargo
«A veces influye la suerte, pero con el tiempo aprendes a tener olfato»
A Javier Valle (59 años) le conoce casi todo el mundo. Es un veterano de la Policía Local de Camargo –donde ha desarrollado sus 35 años de carrera–, pero es también popular entre los agentes de otros cuerpos municipales. «Nos conocemos todos de las formaciones continuas que tenemos anualmente», cuenta este vecino de Santander, que en 2013 ascendió a oficial.
En su currículo figuran actuaciones de toda índole y ni un solo expediente. «Me dan la medalla, según me dicen, por haber cumplido todos estos años de servicio sin que se me pueda poner un pero;pero bueno, entiendo que es así como debo hacer mi trabajo».
«El policía local es como un pato, no sabe nadar bien, ni andar bien, ni volar bien, pero sabe hacer un poco todo»
Es fácil equivocarse en esta profesión. Las circunstancias son complicadas y los nervios, a veces, están desbocados. «Recuerdo cuando hace más de veinte años vi peligrar mi vida», evoca. Describe la escena con todo detalle:«Frente a frente, él y yo. Él me encañonó con una escopeta y yo a él con la pistola. Estuvimos así cuatro minutos que se me hicieron eternos». Otro agente intervino y finalmente el delincuente terminó deponiendo el arma. «Un compañero tuvo que quitarme el dedo del gatillo porque cuando intenté hacerlo, mi cuerpo no respondía a mi mente. La tensión que se pasa en esos momentos es indescriptible».
Con el paso de todos estos años ha aprendido a hacer de todo, y es que, según cuenta, la figura del policía local es muy parecida a un pato:«No sabe nadar bien, no sabe volar bien, ni andar bien, pero al final sabe hacer un poco de todo», comenta entre risas. Tanto que en todo este tiempo ha aprendido a agudizar el olfato para detectar irregularidades y a quienes las cometen. «A veces hemos estado en ciertos lugares en los momentos precisos, y aunque a veces influye la suerte, con el tiempo también es verdad que aprendes a tener olfato». Recuerda algunas de las últimas intervenciones en que casi pudo adelantarse a lo que iba a suceder. «Esto te lo da también conocer a la gente y el municipio, que al final sabes adelantarte un poco a lo que puede pasar y a quien puede ser el responsable».
Nacho Pacheco Policía Local de Noja
«En 25 años de carrera la mejor sensación ha sido la de salvar la vida de una persona»
Sucedió este pasado septiembre, un mediodía, en el número 35 del paseo El Brusco, en Noja. «Estábamos patrullando en coche y de pronto unas personas salieron de un restaurante para pedirnos ayuda», recuerda Nacho Pacheco, uno de los policías locales condecorados el pasado lunes durante la celebración del patrón de la Policía. «Entré en el restaurante Velasco y vi al hombre tendido en el suelo, con la cara amoratada, y a una mujer que había comenzado a realizarle la reanimación cardiopulmonar». Corrió de vuelta al coche y cogió el desfibrilador, un modelo semiautomático: «Suerte que todos los años hay formación en la Escuela Regional de Policías y estamos al día de todos estos procedimientos». Tienen que estar actualizados en materia legal, de seguridad y de todo lo que tiene que ver con la tecnología que tienen que utilizar para desempeñar su trabajo diario.
En la segunda descarga el hombre reaccionó y comenzó a respirar: «Le habíamos sacado, le habíamos salvado, e inmediatamente llegó la ambulancia». El médico de guardia les confirmó que, de no ser por ellos, el hombre habría sufrido daños irreversibles por falta de riego al cerebro: «La inmediatez había sido crucial para que no quedasen secuelas». La medalla llegó el pasado lunes por esta intervención que valió una vida.
«Es evidente que no estamos solo para poner multas. En pueblos pequeños hacemos muchas más cosas»
«En estos 25 años de profesión la mejor sensación que he tenido es la de haber salvado a una persona», confiesa. Y todo esto, cuenta, tira por tierra los argumentos de aquellos que cargan contra la Policía Local. «Es evidente que no estamos solo para poner multas, como nos critican algunos. En pueblos pequeños hacemos muchas más cosas porque hay que saber hacer un poco de todo y la gente pide de todo. Por eso muchos nos lo agradecen», explica.
Pacheco ama la Policía desde que era bien pequeño. «Sabía que quería ser militar, o policía, o similar porque me apasiona desde siempre». «Nací en Santander pero mi primer destino fue Noja y aquí he estado todo este tiempo porque es un lugar donde he encontrado mi sitio», confirma.
Emilio Alonso Policía Local de Colindres
«El día del apagón, aunque estaba librando, no dudé en ir a trabajar»
El pasado 28 de abril, cuando España entera se quedó sin luz en el gran apagón sin precedentes, Emilio Alonso (51 años) estaba en el supermercado haciendo la compra junto a su mujer. «Como todo el mundo, poco a poco nos fuimos dando cuenta de que no era una cosa del barrio, ni del municipio. Se había apagado toda España. Y claro, era muy inquietante», evoca. Tan pronto como llegó a casa, dejó todo en orden y se puso el uniforme. En los 25 minutos de coche que separan su casa de Villaescusa de su puesto de trabajo en Colindres le dio vueltas a muchas cosas. «Mis compañeros se sorprendieron al verme porque estaba en mis días libres, pero es que sentía que tenía que acudir porque la situación era tan inusual que podían necesitar mi ayuda para lo que fuera», recuerda.
Trabajó durante toda aquella tarde apoyando a sus compañeros, pues en total son ocho agentes en el municipio. «Pasamos la jornada ayudando a las ambulancias, a las personas mayores que no podían subir a sus casas porque los ascensores estaban inutilizables, ordenamos el tráfico...».
«Con 48 años logré al fin cumplir el sueño de ser policía, que es lo que había querido toda mi vida»
Se le ha quedado grabado el agradecimiento incondicional de la gente aquel día. «Sabía que todo el mundo iba a estar agobiado porque la situación de incertidumbre era grande. No había comunicaciones, todo estaba parado. El mundo se había detenido y nosotros teníamos que estar ahí para hacer todo lo que pudiéramos. Mis compañeros iban a estar agobiados y no podía quedarme en casa parado». Por todo ello, el pasado lunes estos mismos compañeros le propusieron para recibir una medalla al mérito. «Que un reconocimiento así venga de ellos significa mucho porque es una forma de ver que me valoran de verdad. Yo no le di esta importancia a lo que hice, pero ellos sí».
Alonso, que tiene 51 años y nació en Madrid, llegó a la Policía Local de Colindres hace cinco años. Antes fue militar –durante nueve años– y también trabajó en el sector privado. «Con cuarenta y tantos años logré al fin cumplir el sueño de ser policía, que es lo que había querido toda mi vida».
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