Ángel Pazos
«Hemos conseguido enraizarnos en la sociedad cántabra alcanzando unos estándares de calidad muy importantes»
Licenciado y doctor en Medicina y Cirugía, una actividad que apenas llegó a ejercer, catedrático de Farmacología, una tarea en la que volcó su ... conocimiento de los medicamentos y sus efectos en el ser humano, y Premio Nacional de Investigación Juan Carlos I, un reconocimiento a su destacado papel en el universo científico de nuestro país, Ángel Pazos Carro (Ferrol, 1956) es, desde hace seis años, rector de la Universidad de Cantabria, una institución que ya está enraizada en la sociedad cántabra, dice con una enorme satisfacción, a la que la luz puede pasarle factura, advierte con una honda preocupación.
-La Universidad de Cantabria cumple 50 años de vida. Si fuera un hombre, o una mujer, ¿se declararía en crisis o en plenitud?
-Creo que ambas cosas a la vez, porque la palabra crisis la interpretamos siempre en negativo pero, biológicamente hablando, implica una serie de cambios y nosotros, que, de un lado, estamos en un muy buen momento, debemos entenderlos y aprovecharlos para ver qué queremos ser de mayores.
-Usted fue alumno en esta Universidad.
-Así es.
-Así que todo su recorrido académico ha estado vinculado a esta institución.
-Sí, salvo los cuatro años que estuve viviendo fuera de España -tres en Suiza y uno en EE UU- para acabar mi formación.
-Es licenciado y doctor en Medicina y Cirugía.
-Correcto, aunque solo ejercí durante unos meses el primer año porque siempre tuve muy claro que mi objetivo, por vocación, era quedarme en la Universidad. Pero siempre me he sentido médico, ¿eh? Así que cuando alguien, en alguna reunión, pregunta si hay un médico en la sala, yo digo que sí... aunque esperando a ver si aparece alguno que ejerza normalmente.
-Pues no se me ocurre nadie mejor para hacer un diagnóstico de la institución.
-La Universidad cumple 50 años habiendo culminado dos logros. Por un lado, ha conseguido enraizarse en la sociedad cántabra, lo cual no ha resultado nada fácil porque cuando se creó la UC aquí no había ninguna experiencia universitaria más allá de la UIMP. Y, por otro, lo ha conseguido alcanzando unos estándares de calidad importantes.
-Así lo dicen los rankings.
-Dicho eso, queda por emitir una tercera parte de ese diagnóstico, que es lo que queda por hacer, y, en ese sentido, afrontamos retos importantes.
-¿Por ejemplo?
-Pues si tengo que citarle tres, yo le diría que tenemos que ganar en flexibilidad para atender todos los aspectos formativos que la sociedad está demandando; fortalecer el proceso de internacionalización de la Universidad, un objetivo que yo particularmente pongo en manos de la Unice; y mantener la calidad que tenemos en el ámbito investigador. Y digo mantener, y no ampliar, porque en ese campo estamos tan arriba que con que nos mantengamos es suficiente.
-La formación universitaria y la formación profesional, ¿son sustitutivas o complementarias?
-Yo no percibo la competencia. Cada una cumple con su papel. Lo que sí es verdad es que la Universidad tiene que innovar para que, dentro de sus enseñanzas, el capítulo destinado a la formación en la empresa sea más ambiciosa de lo que es.
-¿Que no se limite a la realización de unas meras prácticas, quiere decir?
-Sí. Y en eso estamos trabajando todas las universidades a través de un nuevo decreto que regula las enseñanzas universitarias y que contempla la que llaman formación universitaria dual, que supone la creación de determinadas titulaciones en las que el 60% de la actividad se desarrolle en el aula de la facultad y el otro 40% en las instalaciones de las empresas.
-¿Y las universidades privadas? ¿Tampoco las percibe como una competencia?
-Yo no tengo nada en contra de las universidades privadas. Entiendo que tiene que haber universidades públicas y privadas, de igual manera que tiene que haber sanidad pública y privada. Lo que sí le digo es que la educación, lo mismo que la sanidad, es un campo en el que la parte pública ha de ser muy importante. Lo único que puedo pedir a las universidades privadas es que sean de calidad.
-El Pleno del Congreso aprobó este jueves la Ley Orgánica del Sistema Universitario, la LOSU, una normativa con la que se persigue atajar la precariedad laboral y elevar la financiación y que, por lo que ya ha expresado cuando ha tenido ocasión, a usted no acaba de convencerle, ¿verdad?
-No me acaba de convencer ni a mí ni a ningún otro rector o rectora con los que haya hablado. Y no me convence por una razón. Y es que, cuando uno lee esta ley, ve una serie de artículos que el próximo año, o el siguiente, ya van a abocar a un incremento del gasto.
-Ya.
-¿Y qué sucede? Que mientras que esto se plasma nítidamente, lo único que hay en esa ley en relación con la financiación es una disposición general que dice que habrá que intentar alcanzar el 1% del PIB y que para obrar eso el Gobierno central, las comunidades autónomas y las universidades tendrán que sentarse a hablar... Bien. Perfecto. Pero eso no deja de ser una disposición voluntarista, ¿comprende?
-Perfectamente.
-Y, hombre, uno ya tiene experiencia en eso de leer los boletines oficiales del Estado (BOE) y cuando en uno acaban diciendo «en función de las disponibilidades presupuestarias...» pues lo que están queriendo decir es que si no hay disponibilidad presupuestaria no se va a producir esa subida de la financiación.
-A principios de este mismo año miles de profesores y catedráticos firmaron una carta contra la enmienda incluida en esa ley que permitirá el posiciona- miento político de los claustros. ¿La firmó?
-No, porque a mí no me llegó. Pero no le ocultaré mi opinión. A mi juicio, las universidades, como instituciones, deben mantener una neutralidad política absoluta. Lo contrario no es bueno y no lo es por dos razones, mire. La primera, porque la universidad pública se debe a lo que el Parlamento y el Gobierno de turno decida en cada momento, y cuando una universidad toma un posicionamiento político esa relación queda comprometida. Y la segunda porque, como sabrá, yo no fui elegido con un programa político sino universitario. Ahora bien, esto no quiere decir que la universidad no se manifieste en clave social cuando no le guste algo.
-Hace unos meses, en octubre, dijo que estaba negociando el presupuesto para este curso y que estaba «ilusionado» porque el presidente Revilla había anunciado que se iba a incrementar. ¿Ha sido así?
-El presupuesto está aprobado y, efectivamente, se ha producido ese incremento anunciado, aunque, al final, debido a las cláusulas aprobadas a nivel estatal en relación con la subida salarial de los trabajadores públicos, una gran parte de ese aumento hemos tenido que destinarlo precisamente a la subida de salarios, de manera que no hemos podido cubrir el enorme incremento de las facturas de la energía que hemos sufrido.
-¿De cuánto hablamos?
-Pues cuando aprobamos el presupuesto de este año estimamos que nos iba a suponer una subida de unos 3 millones de euros sobre el anterior.
-¡Caray!
-Esa subida no la hemos podido compensar en el presupuesto y eso es algo que nos preocupa y que hemos planteado tanto al Gobierno central como al regional, porque si el coste de la energía se mantiene el año que viene, vamos a entrar en una situación presupuestaria gravísima, ¿eh? Y ya no le digo si sigue subiendo, porque entonces vamos a tener un problema muy gordo para el año 2024 y los siguientes.
-Y dice que ya ha planteado este problema.
-Sí, sí.
-¿Y cuál ha sido la respuesta?
-Bueno, que es algo que están estudiando pero que tiene una difícil solución.
-Oiga, ¿y qué hay del Contrato-Programa?
-Para la Universidad de Cantabria es una prioridad negociar un Contrato-Programa plurianual, que yo entiendo que es el ideal, pero eso es algo que tendremos que revisar ya con el Gobierno que resulte de las próximas elecciones de mayo.
-A tres meses de esos comicios, y en el escenario político actual, ¿le preocupa que se produzcan cambios que alteren ese contrato o que ralenticen los proyectos en ciernes?
-Bueno... Yo espero que no. No. No temo más dilaciones que las que puedan derivarse del proceso de creación del nuevo Gobierno que se forme. No. En ese sentido estoy tranquilo.
-Entre esos proyectos a la vista aparece la Eunice, que usted defiende como una oportunidad única para posicionar a la UC en el mapa europeo.
-Y que avanza a toda máquina. Ya estamos en ese momento de empezar a definir incluso títulos que van a ser oficiales en todas las universidades.
-También tiene cierta fijación con la educación permanente a lo largo de la vida.
-La educación permanente es muy importante por tres razones. Una, porque cada vez hay más personas que habiendo terminado sus estudios necesitan reciclarse al cabo de unos años. Dos, porque cada vez hay más empresas que abren nuevas secciones y demandan una formación específica para sus empleados. Y tres, porque echando una mirada a las curvas demográficas nos hemos dado cuenta de que no vamos a poder vivir solo de la franja de edad que va de los 18 a los 30 años. Por razones incluso de supervivencia de la institución necesitamos llegar a la franja de los 30 a los 85 años.
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