

«El derecho a morir no existe, lo que existe es el derecho a vivir»
Manuel Sánchez Monge | Obispo de Santander ·
«No ha habido debate en la ley de Eutanasia», dice el prelado, a las puertas de una Semana Santa sin procesiones por segundo año consecutivoMarta San Miguel
Santander
Domingo, 28 de marzo 2021, 07:45
A las puertas de una Semana Santa sin procesiones por segundo año consecutivo a causa del covid, el obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge (Palencia, ... 1947) matiza: «La Semana Santa se celebra siempre, con o sin covid». A la espera de la vacuna («por edad aún no me toca»), el prelado hace un llamamiento para cumplir las medidas sanitarias en la festividad, mientras admite el «descrédito de la política» en una semana en la que España ha aprobado «sin ningún debate»la Ley de Eutanasia.
–Llega la Semana Santa y por segundo año consecutivo se celebra sin procesiones...
–La Semana Santa se celebra todos los años, con covid o sin covid, pero varía la forma de hacerlo por las circunstancias sanitarias. Este año no será a puerta cerrada como el año pasado, sino en los templos con las medidas sanitarias. Se van a multiplicar los actos que sean necesarios para que la gente pueda participar; en algunas parroquias ya han dicho que van a duplicar los actos porque no pueden recibir a todos en la misma sesión, como la misa de Jueves Santo o en la Vigilia Pascual. Daremos facilidades.
–¿Entiende que las procesiones no se permitan este año?
–Si las autoridades sanitarias dicen que eso es peligroso, nosotros no podemos pedir cosas y que la gente corra peligro. Pero tenemos que tener en cuenta que la vida de la fe para los creyentes no es algo secundario, y ahora la fe ayuda a que la gente recupere la esperanza, pierda el miedo, algunos están cansados de restricciones, y en el ámbito de la fe encuentran motivos para seguir esperando y no perder la paciencia; es un ancla donde agarrarse en estos momentos de dificultad.
–¿Se ha vacunado ya?
–No, todavía no. Estoy en el grupo de los de 70 y 80. Voy a cumplir 74 años.
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–Hay quien no espera los tiempos pactados, políticos, el obispo de Mallorca, ¿qué hay detrás de esos comportamientos?
–Me parece normal respetar los tiempos, lo que pasa es que también hay alguna circunstancia que a lo mejor, algún centro de mayores, por ejemplo, donde tú vas con frecuencia y tienes amistades, te invitó a vacunarte con la mejor voluntad, y no caíste en la cuenta de lo que eso podía representar. Tampoco es para sacarlo de sus casillas, pero lo normal y lo que debemos hacer es respetar los tiempos: está así establecido y todos tenemos que ajustarnos a las normas.
–Seguimos la actualidad del covid minuto a minuto y, sin embargo, como dijo en una tribuna publicada en este medio: «La acumulación de información no es por sí sola una verdad», ¿qué intuye de la actualidad, obispo?
–Son ideas del filósofo coreano (Byung-Chul Han) y nos advierte de algo en lo que caemos todos, creer que estamos más informados por acumular información. Nos llega por todos los medios, pero no por eso estamos más formados, en el sentido de tener distancia crítica sobre lo que nos llega; si está manipulado, si es verdad o mentira, de ahí esta advertencia. Cuando acumulamos tantas cosas en este plano digamos horizontal, el plano vertical, la relación con Dios, queda perjudicado: el acercamiento corre el peligro de no producirse porque estamos demasiado entretenidos con lo temporal.
–¿La distancia social impuesta por la crisis sanitaria está provocando un acercamiento de la sociedad a la fe?
–A algunas personas estos momentos les ha llevado a instalarse en la no fe, en la duda, la negación de Dios porque creen que esto es un castigo divino, y les ha llevado a preguntarse dónde está Dios. Pero a Dios no hay que preguntarle dónde está, porque se le puede descubrir. Dios está a través de los hombres, está actuando a través de los sanitarios que están llevando una vida muy sacrificada para poder atender a los enfermos y corriendo a veces peligros de contagiarse; está en los voluntarios que atienden a los que viven solos, a mayores haciéndoles recados, llevándoles medicina. A otros, en cambio, les ha llevado a acercarse más a Dios, a descubrir que el estilo de vida era desbordado, un exceso de individualismo y consumismo, que ha llevado a crear un tipo de hombre nuevo basado en los algoritmos: ahora que presumimos de que somos libres, estamos absolutamente controlados; llevo un móvil en el bolso y todo el mundo puede saber donde estoy, qué hago, qué hablo, debemos darnos cuenta de que las tecnologías también quitan la libertad.
–Esta semana, España se ha convertido en el quinto país en regularizar el derecho a morir «si se padece una enfermedad incurable que comporte un sufrimiento inevitable». Hubo mucho debate en torno a esta ley que ha...
–Mucho debate no, porque no han dejado.
–¿Cree que no ha habido debate?
–No ha habido debate porque han ido a toda prisa y han funcionado sin consultar a nadie. El derecho a morir no existe, lo que existe es el derecho a vivir, y lo que tenemos que hacer todos es luchar por la vida y en las mejores circunstancias para todos, especialmente para los que tienen menos oportunidades, tienen deficiencias psíquicas o físicas: por todos ellos tenemos que luchar por la vida. Lo dicen los médicos de paliativos, los que al principio piden o pudieran pedir la eutanasia, cuando se les aplica paliativos, que no es sólo aliviar el dolor, sino también estar cerca, acompañar, no dejarles solos en esos momentos, ya cambian de opinión, tienen derecho a una muerte verdaderamente digna, la muerte humana.
–¿Hay piedad en esta ley?
–Yo creo que no. Aunque la piedad es más bien una virtud que nos relaciona con Dios, pero también en la forma de la compasión que nos relaciona con los hombres, y tenemos que ser compasivos. No se puede dejar a una persona porque esté terminal. Cuando no se puede curar, por lo menos se puede cuidar.
–También habría que hablar entonces del cuidado a las salud mental de las personas, siendo el suicidio la mayor causa de muerte no natural de España...
–Estamos viendo y lo están advirtiendo psicólogos y psiquiatras, que este tiempo de confinamiento y de restricciones iba a traer problemas psicológicos. Lo estamos viendo con las estadísticas, es muy difícil que de la noche a la mañana tengamos que asumir todo esto, los niños y los mayores son los grupos que más se están resintiendo en este aspecto. Y luego tienes mucha razón en que el suicidio se lleva más muertes en nuestro país, pero se tiene callado y no se quiere tener en cuenta. Hay un hueco espiritual en el hombre, y no sólo en el sentido estricto de la palabra espiritual: me refiero a no leer una buena novela, no disfrutar con una buena música, no tener esa capacidad deja un hueco en la persona que pide y reclama que se le atienda.
«¿Creer en la política? Creer, creo en Dios padre todopoderoso»
– ¿Cree en la política para solucionar los problema de los que estamos hablando?
– Sé que me preguntas por la fe en otra manera distinta, porque creer, creer, creo en Dios Padre todopoderoso (ríe).
– ¡Con usted igual debería de cambiar de verbo!
– No, no, te he entendido. La política tal y como está funcionando en España se está desacreditando. En el Parlamento no hay intervenciones de mediana altura, a veces se usa lenguaje barriobajero, y en las decisiones se ven cosas muy duras como, por ejemplo, cuando tenemos cien mil muertos recientes por la pandemia, que se apruebe una ley para que haya más muertos. Me parece que no es el momento más oportuno y si encima se hace sin debate y sin consultar a gente especializada que tiene que orientar, pues más descrédito para la política.
– Otra polémica en el Congreso está siendo la 'Ley Trans', ¿sigue también este debate?
–Lo primero es el respeto a las personas. Son homosexuales, también son personas merecedoras de todo respecto y atención, y eso está por encima de su condición sexual. Otra cosa es favorecer o querer poner de relieve, exagerar tanto algunas cosas, como que lo transexual sea más normal que la diversidad de sexos. El hombre ha sido creado por Dios y Dios no hace mal las cosas. No tenemos que corregir la plana de la creación: las personas como imagen de Dios están por encima de sus condiciones concretas.
– ¿Qué espacio le queda a la religión a la polarización a la que estamos asistiendo?
–Tenemos que trabajar por la reconciliación y no por la división, porque no se olviden las dimensiones espirituales y morales de las personas. Tenemos que recordar que la política debe mirar el bien común y no el bien particular de las personas que viven de la política, o de los partidos que miran sus intereses fuera del ámbito del bien común: esa es la prioridad.
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