-RmCUsWXYbnw3iAtTVraYyhJ-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
Ver 10 fotos
Un desembarco modélico
Cientos de aficionados ingleses aterrizan en el Seve Ballesteros en tránsito a Bilbao para ver la final de la Europa League de esta noche
Nacho González Ucelay
Santander
Miércoles, 21 de mayo 2025, 13:43
En el año 2005, el Manchester United dijo adiós a una de sus grandes leyendas, George Best, dueño de una Copa de Europa, de un ... Balón de oro y de frases memorables como esta: «Gasté un montón de dinero en mujeres, alcohol y coches; el resto simplemente lo desperdicié». O esta otra: «En 1969 dejé las mujeres y el alcohol. Fueron los peores veinte minutos de mi vida». O esta última: «No mueran como yo». Un ruego a los seguidores de los 'red devils', que le vieron morir alcoholizado con solo 59 años de edad y que ahora, veinte años después, le siguen recordando pinta en mano pero sin olvidar aquel consejo. Best representaba en el campo lo que sus aficionados en la grada. La más absoluta degeneración. Hoy, alejada del hooliganismo que condenó a los avernos al fútbol inglés en los noventa, del hincha rapado y violento que tan atemorizada tenía a la vieja Europa futbolística, la afición 'british' se desplaza en masa con otro talante.
Hasta siete vuelos procedentes de Manchester ha recibido a lo largo de la mañana el aeropuerto Seve Ballesteros Santander con más de 1.500 pasajeros a bordo –todos 'supporters' del United que han venido para ver ganar a su equipo la final de la Europa League que se juega esta noche en Bilbao– sin que se haya producido el más mínimo incidente. Modélico, el temido desembarco de la tropa inglesa se ha producido de forma escalonada y sin que las Fuerzas de Seguridad del Estado, una quincena de agentes de la Unidad de Seguridad Ciudadana (Usecic) de la Guardia Civil, hayan tenido que hacer más que mirar y, si acaso, intercambiar sonrisas.
Previsto para las ocho y media de la mañana, el primer vuelo ha tocado tierra con casi dos horas de retraso, a las diez y siete minutos, coincidiendo con la llegada de otros dos más que han aterrizado casi inmediatamente después, a las diez y once y a las diez y diecinueve.
Luego de salvar el control, los pasajeros de esas tres aeronaves, que ya venían de Manchester con una pulsera identificativa e instrucciones precisas, han ido saliendo de la terminal a la calle y embarcando en los autocares que les debían llevar hasta Bilbao. Quienes no se entretuvieron en usar el cuarto de baño, o en comprarse una cerveza para llevar, estuvieron en Santander no más de cinco minutos, los que tardaron en bajarse del avión y subirse al autobús.
De mediana edad mayoritariamente, aunque también los había muy jóvenes y muy mayores, y muchos más hombres que mujeres, los aficionados del Man United llegaron desprovistos de equipaje –y algunos de ellos incluso de entrada para ver el partido– y ataviados con camisetas, sudaderas, bufandas, gorras y demás elementos decorativos con los colores de su equipo pero sin hacer ruido. Sería el madrugón, el trajín del viaje o los puros nervios, pero el caso es que, en contra de lo que se pudiera pensar, el paso de mil quinientos aficionados ingleses por el aeropuerto santanderino ha pasado hoy casi inadvertido hasta para los pasajeros de otros vuelos que esperaban el embarque sentados en la cafetería. Que es, por otro lado, como debe ser.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.