Tomás Epeldegui
El especialista cántabro será distinguido hoy por su trayectoria en la modernización de la ortopedia
Tomás Epeldegui ha dedicado su vida a devolver movilidad y autonomía. Tras modernizar la ortopedia infantil en España, hoy coordina desde Camerún una red de ... más de 700 voluntarios que llevan esperanza a miles de pacientes nuevos.
-Usted fue pionero integrando ingeniería y medicina en ortopedia...
-No soy ingeniero, pero he utilizado técnicas con productos diseñados por ingenieros. Comencé en el Hospital más moderno de la época, La Paz, y luego asumí el reto de modernizar el Hospital ortopédico infantil del Niño Jesús, que se había quedado muy anticuado. Incorporé a gente joven y valiosa, y lo convertimos en centro de referencia internacional en ortopedia infantil.
Las claves
Comparativa
«Aquí tenemos de todo y se desperdicia, en Camerún se aprovecha todo»
Segunda vida
«Cuando uno se jubila se siente marginado, no me quería resignar a eso»
-Tras jubilarse, impulsó la creación de la ONG Cirujanos Ortopédicos de España para el Mundo. ¿Qué le motivó a iniciar esta organización?
-Cuando uno se jubila se siente marginado, la sociedad considera que ya ha cumplido su faceta. No me quería resignar a eso. En una partida de mus con tres colegas vimos que las ONG que conocíamos no cubrían la continuidad asistencial. Encontramos un hospital en el interior de Camerún, regido por las Siervas de María, recién construido, pero vacío de pacientes, conocimientos y dotaciones. Sin dudarlo, decidimos ponerlo en marcha.
-El hospital en Dschang (Camerún) es fruto de rehabilitar un edificio abandonado. ¿Cuál ha sido el mayor reto?
-Los retos fueron grandes. Deficiencias de electricidad que nos obligaban a operar con linternas, falta de recursos y dotaciones. Con donaciones, montamos un servicio de rayos, esterilización, quirófano, farmacia, bacteriología... La mayor satisfacción es que el hospital ahora es un centro de referencia para la región y parte del país, con personal local formado que continúa la labor.
-¿Cómo coordina las expediciones periódicas para garantizar atención continuada?
-Empezamos siendo diez médicos y ahora somos más de 700 voluntarios. No hacemos propaganda: los que van, repiten y lo cuentan. Viajamos cada tres semanas. Así vemos casos nuevos y revisiones, mientras formamos a médicos y enfermeros.
«Empezamos siendo diez médicos, ahora somos más de 700 voluntarios»
-¿Qué historias de pacientes o aprendizajes personales le han marcado más?
-Me marcan las lesiones graves que veo en Camerún y la dificultad para resolverlas con pocos recursos. Aquí tenemos de todo y lo desperdiciamos, en cambio, allí hay que aprovecharlo todo. También impacta el contraste: en Occidente, insolencia; allí, dulzura y agradecimiento. Porque poder devolver la movilidad a alguien es devolverle su capacidad de subsistir. Vuelven a vivir.
-¿Qué consejos daría a los médicos o investigadores que también deseen combinar excelencia profesional con compromiso social?
-Que prueben porque el que prueba, repite. Compensa y te hace consciente de lo afortunados que somos. También hay necesidades en nuestro entorno, pero con una base cubierta gracias a ayudas sociales. La profesión médica es apasionante, con muchas satisfacciones y también disgustos cuando no se pueden superar los problemas.
-¿Cuáles son los próximos retos u objetivos que tiene entre manos?
-Colaborar con la apertura de un hospital desarrollado por una ONG navarra que no hace traumatología y atiende a una población de pigmeos muy pobre.
-¿Cómo valora el Premio Plaza Porticada?
-Cualquier divulgación es bienvenida. Este premio tiene repercusión y ayuda a contagiar solidaridad. Hacemos lo que nos gusta y sabemos hacer, nada más. Pero es importante mostrar y divulgar esos lugares donde hace falta más colaboración.
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