Sanidad abrirá el interior de la hostelería de Cantabria la semana que viene

Una vez que el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, ha comunicado la flexibilización de estas medidas, ha solicitado «prudencia» a la población porque esta situación -la de bajar al nivel 2- ya ha ocurrido en otras ocasiones y a los pocos días la región ha vuelto a subir al 3. De ahí que Rodríguez haya querido dejar claras las «reglas del juego»: «En el caso de la desescalada siempre exigimos que se consoliden los datos, pero en el caso contrario, si la situación se complica, no esperaremos a consolidarlo, sino que actuaremos de forma rápida y eficaz».

Esa relajación de medidas que llegará, si todo va bien, la próxima semana, también afecta a otros ámbitos, como la cultura, donde el aforo ascenderá al 75%; los actos religiosos (velatorios, bodas o bautizos), que deberán celebrarse con un máximo de 30 personas; y la práctica de deporte en interiores, que estará permitida con un aforo del 50% y -«esto que quede claro», ha dicho el consejero- con medidas de protección. Es decir, será obligatorio el uso de mascarilla.

Además, puede que las nuevas medidas no se apliquen en algunos municipios con mayor incidencia del coronavirus.

El cierre de la hostelería está en vigor hasta el domingo 28, por eso este viernes se publicará una prórroga de esta medida y después se levantará unos días después con la nueva resolución.

¿Y el toque de queda o el cierre perimetral de Cantabria? Sanidad no propondrá hasta el 14 de marzo ningún cambio al respecto. El consejero ha explicado que primero tienen que estabilizarse los parámetros, que todavía son «altos» para un nivel 2, ya que el único que corresponde a un 'riesgo medio' y no alto es el de la incidencia acumulada en los últimos siete días, que es de 71 casos por 100.000 habitantes y el límite está en 75. La incidencia acumulada a 14 días (es de 162) y la ocupación UCI (22,2%) corresponden todavía a un nivel de alerta 3, ya que los límites son de 150 y 15%, respectivamente.

El director de Salud Pública, Reinhard Wallmann, ha tirado una vez más de metáfora para explicar la situación sanitaria de la comunidad autónoma. Para que se hagan una idea, el 27 de enero Cantabria iba en un autobús a 400 kilómetros por hora, el 10 de febrero a 289 y según Wallmann, ahora circula a una velocidad de 162. «No está para entrar en una zona urbana o ir por el Desfiladero de la Hermida pero sí podría aguantar por una autopista». ¿Objetivo a largo plazo? Que ese autobús llegue a pararse algún día. ¿Objetivo a corto plazo? Que siga reduciendo la velocidad.

Lo no tan positivo es que esa esperanza de recuperar la normalidad se oculta en las sombras de la variante británica. En la última semana se han detectado más casos de la B117 que de la salvaje y, tal y como ha dicho Wallmann, si ahora una persona se infecta en Cantabria tiene más probabilidad de que sea por la cepa británica. «En términos absolutos, los contagios diarios bajan cada semana, pero sobre todo en la variante salvaje. La británica se mantiene a un nivel constante y cabe el riesgo de que vuelva a subir», ha dicho el responsable de Salud Pública.

Es cierto que el riesgo de transmisión comunitaria ha disminuido en las últimas semanas y en la mayoría de áreas sanitarias se sitúa por debajo de 150 casos de incidencia, aunque que en el área de Torrelavega se mantiene un nivel de alerta «relativamente alto» y la variante británica se encuentra con «más frecuencia».

Esto se traduce también en mayor número de ingresos, por lo que el hospital de Sierrallana es el que tiene ahora mayor ocupación, con un 12,1%.

El radar de Sanidad tiene especial atención en tres municipios por su alta incidencia y su «elevado» porcentaje de positividad de las pruebas: Los Corrales de Buelna, Cabezón de la Sal y Reocín.