«Los grandes temporales serán algo habitual en Cantabria con el cambio climático»
El reputado investigador Íñigo Losada, que recibió el pasado miércoles el Premio Rei Jaime I de Protección del Medio Ambiente, advierte de que la costa cántabra está «muy tocada»
La titularidad del Premio Rei Jaume I de Protección del Medio Ambiente es individual. Pero Íñigo Losada (Bilbao, 1963), se empeña en tomarlo como un ... reconocimiento colectivo: «Esto va dedicado a mucha gente que ha hecho posible el trabajo de muchos años que ahora es reconocido». Lo dice pocas horas después de aterrizar en el Seve Ballesteros procedente de Valencia, donde el pasado miércoles recogió el galardón de manos del rey Felipe VI. Es un reconocimiento más en el extenso currículo del investigador y catedrático de la Universidad de Cantabria (UC), que en este caso elogia su empeño en la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático.
-Dice que no asume este premio como algo personal.
-Es un honor recibirlo porque es uno de los más importantes que existen en este ámbito. En el jurado había tres premios Nobel, para hacernos una idea. Pero es que de verdad premia trayectorias de muchas personas. Lo entiendo más como un galardón que le llega al instituto en su conjunto.
«Es un reconocimiento al trabajo de décadas de mucha gente en el instituto»
-La ciencia es, cada vez más, multidisciplinar.
-El instituto tiene 10 años pero como grupo llevamos más de dos décadas. En la investigación en ámbitos como el nuestro no tiene sentido hablar de individualidades por el simple hecho de que se aborda siempre de una manera multidisciplinar. Nosotros tenemos especialistas en múltiples ámbitos porque nuestros estudios no solo valoran la vertiente ingenieril o medioambiental, sino también la económica, la sociológica, etc. Todo esto es porque hacemos investigación muy aplicada.
-Que busca soluciones a problemas concretos.
-Cada proyecto trata de dar respuestas a problemáticas concretas. Para quienes trabajamos en el ámbito de las ingenierías es más fácil lograrlo. Luego procuramos que todo lo que hacemos esté orientado a unos objetivos claros de desarrollo sostenible, lucha contra la pobreza, calidad de agua, cambio climático, etc.
-Asunto, ese último, sobre el que aún existen escepticismos. Una encuesta reciente publicada por el Banco Europeo de Inversiones detallaba que el cambio climático preocupa al 78% de los europeos. Para el 87% de los españoles es un problema; pero en EEUU y China apenas inquieta al 63% y el 65%, respectivamente.
-Hay gente que ni siquiera se lo plantea como un problema. Otra que discute de acuerdo con la corriente de pensamiento que existe, con lo que ha oído a un vecino o a un amigo. Ninguno baraja argumentos basados en la ciencia. Uno puede opinar de fútbol, pero no de un hecho científico que se ha contrastado como es el cambio climático. Y esto incluso teniendo en cuenta que la ciencia se basa precisamente en el principio de incertidumbre, pero es que es preciso informarse bien antes de pronunciar un argumento. Lo que sí existe es una conciencia política cada vez más grande con este asunto y eso es muy importante.
«El Gobierno nos ha pedido que evaluemos su impacto en el cambio climático»
-Pero algunos gobiernos reaccionan y otros no. En un asunto como este, de impacto global, sin unidad no se llega a nada.
-En el ámbito del cambio climático existen dos aspectos diferenciados. Uno es la mitigación y otro la adaptación. El primero, que tiene que ver con la emisión de gases de efecto invernadero, es algo que debe plantearse de manera global. Sin embargo la adaptación se realiza a escala local. Se hace, por ejemplo, adaptando los espacios de la playa de El Sardinero, o en el municipio cualquiera, a los fenómenos extremos que pueden venir. Cada uno en su casa puede contribuir a la mitigación.
-España en general y Cantabria en particular están muy expuestas a estos cambios. Sobre todo a los llamados fenómenos extremos, los temporales.
-Este país, por su localización, tiene una situación bastante compleja. Quizá la zona más afectada es la cuenca mediterránea, pero en el norte también lo estamos notando. Los cambios en los regímenes de precipitaciones, el aumento de las temperaturas, el incremento del nivel marino... Existe información más que suficiente para analizar lo que ha sucedido en los últimos años y estamos elaborando modelos que prevén lo que está por venir.
«España debe diseñar un plan de I+D duradero que capte a gente joven»
-¿Qué dicen?
-Existe una serie de semáforos que nos indican en qué situación están las cosas. Nos dicen en qué zona está naranja, en cuales la situación es rojo, más crítica... Toda nuestra política de mitigación, que está vinculada a nuestra política energética y de transporte, debe ser estudiada. Pero también toda la componente de adaptación.
-Un semáforo en rojo, ¿cuál sería?
-La cuenca mediterránea tiene una parte importante de la costa ya ocupada. Presenta una carencia manifiesta de transporte de sedimentos por la construcción de presas y puertos. Esa realidad convierte a esos espacios en especialmente vulnerables a los fenómenos extremos.
-¿Y en Cantabria?
-Las zonas bajas y los estuarios están en el punto de mira. Ahora precisamente estamos desarrollando un proyecto para el Gobierno regional, dependiente del Ministerio, que busca hacer una evaluación de riesgos en toda la costa cántabra. Lo hemos hecho ya para otras comunidades y ahora lo realizamos para la nuestra. A mí me parece muy importante esto porque nos va a ofrecer una foto cero que es clave para saber por donde empezar.
-¿Se podrán analizar posibles riesgos?
-Los que existen a día de hoy y los que aparecerán el día de mañana. Un paso importante en esto es que el Ejecutivo cántabro nos ha pedido una evaluación de impacto del Plan Regional de Ordenación del Territorio (PROT) sobre el cambio climático y de éste en el PROT. Plantear esto es crucial, porque aquí entran en juego infraestructuras que se van a poner en marcha hoy y que han de tener una vida útil de décadas.
-A nivel práctico. Las cicatrices de la costa cántabra por los últimos temporales parecen ya imborrables.
-Desde 2014 hemos venido experimentando un conjunto de eventos extremos que han dejado la costa muy tocada.
-Y la situación va a empeorar.
-Cuando tenemos problemas, por ejemplo, en la playa de El Sardinero, es cuando coincide una pleamar viva con olas que no tienen que ser muy grandes, pero que causan estragos. Lo que hay que explicar a la gente que ve el cambio climático como un problema etéreo, que llegará algún día en un futuro lejano, es que si el nivel del mar sube solo medio metro, lo que ahora tenemos con esos coeficientes tan altos va a convertirse en algo habitual. Entre noviembre y marzo, las probabilidades de que coincidan un temporal con una marea viva y olas extremas va a ser cada vez mayor. Lo más importante del cambio climático son los fenómenos extremos y ese es un problema que tenemos aquí ya.
-Otro asunto muy controvertido, los diques de La Magdalena...
-Yo no he participado directamente en ese proyecto pero sé que es algo que se lleva estudiando desde hace más de una década. He hecho un seguimiento interesándome por el tema y sé que ha habido un estudio de las dinámicas de la playa durante años. Se utilizaron cámaras... Después, en la documentación que se ofreció al Gobierno, se propusieron varias soluciones, y fue una decisión política la que optó por una de ellas.
-La situación ahora, con el proyecto paralizado, a medio construir, está en tierra de nadie.
-Con los diques así, a medio hacer, estamos en la peor de las soluciones que se podía dar al problema. Porque esto no contenta a quienes pusieron todos los esfuerzos en realizar la obra, ni a quienes protestaban por el impacto visual del primer dique, que está construido. Tampoco a los que querían playa, porque la no existencia del segundo está produciendo consecuencias como la que hemos visto, que con el primer temporal de olas ha desaparecido media playa.
Más dinero para I+D
-Dijo hace unos días el ministro Pedro Duque: 'Dame 700 millones y te diré cuántos científicos pueden regresar a España'...
-Yo entiendo que la investigación es un elemento clave para el desarrollo de la sociedad. Creo que España tiene que replantearse su modelo económico. Hay que pensar hacia dónde queremos ir. El motor de todo esto es la gente joven con talento. Estamos hablando de que la generación mejor formada se está yendo del país y no se trata solo de dinero.
-¿A qué se refiere?
-Hay que favorecer la situación, la coyuntura, y no se trata solo de dinero. Hablo de que tenemos que tenerlo claro como país, tener políticas adecuadas, que generen un marco administrativo adecuado, unas condiciones adecuadas para que esta realidad cambie.
-Lo económico vendrá después, como consecuencia de esas medidas.
-No podemos cambiar el modelo de investigación igual que lo hacemos con el modelo educativo. Así no puede haber proyectos de futuro. Nosotros, en el IH, hemos procurado siempre, siempre, mantener la plantilla de investigadores. Incluso pese a la crisis, pese a todas las dificultades.
-¿Tuvo la crisis algo que ver con el resultado fallido de la patente de la tecnológica Idermar, para aprovechar la energía de las olas y en la que participó el IH, y que adquirió recientemente el Gobierno regional por solo dos euros?
-No creo que se pueda decir que tuvo un resultado fallido. Al contrario, gracias al cluster que conformamos en Idermar hemos conseguido ser un referente mundial en ingeniería marina. El 80% de los ensayos que realizamos en nuestro laboratorio tienen que ver con este campo. Lo que sucedió es que con la llegada de la crisis, toda la energía undimotriz, que aprovecha el potencial de las olas, se quedó parada. Ahora el interés se centra en la eólica offshore, los molinos que se ubican en el mar, tanto anclados al suelo marino como los flotantes; porque tiene un rendimiento mucho más alto.
-¿Es mucho más eficaz?
-Para hacernos una idea, en tierra tenemos unas 1.800 horas de viento al año mientras que en el mar podemos subir hasta las 3.500. Ahora estamos trabajando mucho con empresas regionales y nacionales que tienen proyectos por todo el mundo. Si no hubiésemos trabajado en el cluster Idermar, todo esto de lo que hablamos no se hubiera producido.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión