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Nacho González Ucelay
Santander
Miércoles, 22 de enero 2025, 07:09
El avance en Europa de la Influenza Aviar, una enfermedad altamente contagiosa causada por el virus de la familia Orthomyxoviridae popularmente conocida como gripe aviar, y el temor entre las autoridades a que se introduzca en España, ha llevado al Ministerio de Agricultura, Pesca ... y Alimentación a ordenar una serie de medidas preventivas en las zonas más sensibles y al Gobierno de Cantabria a activar el protocolo de actuación en la comunidad autónoma, donde la amenaza de este bacilo ha puesto en alerta máxima a las 33 granjas de gallinas que existen en la región.
Además de evitar en lo posible el contacto con aves silvestres, reforzar la vigilancia pasiva en las estabulaciones avícolas y notificar de forma inmediata a los servicios veterinarios oficiales (la Oficina Comarcal Agraria de Gama en el caso de Cantabria) cualquier sospecha de infección, tres premisas que sirven lo mismo para todas las explotaciones, la Consejería de Desarrollo Rural, que de momento no ha detectado ningún caso en la región, ha ordenado adoptar una batería de medidas extra a aquellas que se encuentren afincadas en municipios de riesgo, es decir, todos los que pertenecen al Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel. A saber; Ampuero, Argoños, Arnuero, Bárcena de Pie de Cicero, Bareyo, Colindres, Escalante, Hazas de Cesto, Laredo, Liendo, Limpias, Meruelo, Noja, Rasines, Santoña, Solórzano y Voto.
Escala vital para las migraciones de aves entre el norte de Europa y Doñana y el norte de África, ese espacio y su entorno son un potencial foco de contagios que los granjeros deben evitar siguiendo las instrucciones marcadas por las autoridades regionales, que han pedido a las municipales que se impliquen en la tarea divulgativa del protocolo informando a sus vecinos con bandos informativos, cartelería y cuantos canales de comunicación tengan a su alcance.
Más allá de seguir las recomendaciones generales para todas –además de esas 33 granjas de reproducción, en la provincia existen 431 pequeñas explotaciones de autoconsumo y 38 criaderos de otras especies avícolas–, las estabulaciones allí asentadas deberán tener en cuenta que, desde el lunes y hasta nueva orden, tienen prohibido el uso como señuelo de pájaros de los órdenes Anseriformes y Charadiiformes. «Tampoco está permitida la cría de patos y gansos con otras especies de aves de corral y la cría de aves de corral al aire libre». Si en este último caso eso no fuera posible, matiza la Consejería, «se deberán colocar telas pajareras o cualquier otro tipo de dispositivo defensivo que impida la entrada de las aves silvestres, siempre que se alimente y abreve a las aves domésticas en el interior de las instalaciones o en un refugio que impida el acceso de las aves silvestres y evite el contacto de éstas con los alimentos y con el agua destinados a las aves de corral».
Igualmente, «queda prohibido darle a las aves de corral agua procedente de depósitos a los que puedan acceder aves silvestres», dice el área de Desarrollo Rural, que recuerda que todos aquellos almacenamientos de agua situados en el exterior requeridos por motivos de bienestar animal para determinadas aves de corral «deberán quedar protegidos suficientemente contra las aves acuáticas silvestres».
Y ni que decir tiene que la presencia de aves de corral o cautivas en ferias y exhibiciones no está ahora autorizada.
La aparición de focos infecciosos en aves domésticas y silvestres de las vecinas Francia y Portugal y el temor cierto a que el virus cruce las fronteras españolas, si es que no las ha cruzado aún, han generado la lógica preocupación entre los productores, que observan con inquietud la evolución de la bacteria.
«Es que como se te infecte una gallina, una sola, tienes que matarlas a todas», recuerda el empresario Carlos Martín Coria, propietario de dos estabulaciones (Granja Anero y Granja Pontana) que comercializan huevos procedentes de gallinas camperas. Huevos de primera categoría. «Las consecuencias de una infección son nefastas», asegura. «Porque, además, no solo hay que sacrificar a todos los animales», que en su caso son unos dos mil. «También hay que sacrificar a todas las aves que pertenezcan a cualquier cabaña que se encuentre a menos de cinco kilómetros a la redonda de la infectada». Esquivar un foco, por lo tanto, «no solo depende de lo cuidadoso que seas tú sino de lo cuidadoso que sea también tu vecino», explica Martín Coria, que resalta la enorme importancia que tiene «no estimular que las aves silvestres acudan a las fincas a comer o a beber», Para ello, dice, «es esencial seguir el protocolo que se nos marca».
En ese trabajo se afanan desde que se emitió la orden Rosa María Gándara y Arsenio Vega, los propietarios de Granja AVH, en el barrio Rubalcaba de Liérganes. Allí tienen una nave con cerca de diez mil gallinas ponedoras que no ven la luz del día. «De acuerdo con el protocolo, tenemos a las aves confinadas», dice con cierta lástima la mujer, que no deja acceder a la nave «a nadie que no sea mi marido» porque «no quiero problemas». Lo sería que el virus le echara la granja abajo.
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Ana del Castillo
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