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César Lavín y Aurelio Ruiz, dos cántabros que tenían previsto viajar en el autobús de Madrid a Santander del lunes a las 18.30 horas, ... estaban haciendo el tour del Santiago Bernabéu cuando tuvo lugar el apagón general. Les evacuaron del estadio y ante la incertidumbre de qué estaba ocurriendo, emprendieron camino hacia la estación de la Avenida de América, desde donde salía su autobús. Antes de llegar, pararon en un Mercadona para comprar algo de comida. «La gente estaba arrasando, sin ningún tipo de sentido, el agua y los platos precocinados eran lo más demandado», expresa Ruiz. Tras casi una hora y media de trayecto, a pie, porque «era inviable coger transporte público entre las colas y el caos en el tráfico», llegaron a la estación de autobuses.
«Veinte minutos después de que llegásemos, la Policía Nacional acordonó la zona y no dejaban entrar a la gente, solo salir». Según explican ambos, aún asombrados por lo que vivieron ayer, los autobuses estaban llenándose con viajeros tanto de horarios anteriores como posteriores. Gente que tenía antes su autocar pero que no había podido llegar a tiempo o, como les pasó a estos dos chicos, que llegaron con mucha antelación a la estación. «Teníamos el autobús a las 18.30 horas, pero después de hablar con uno de los conductores, nos dejó subir en el de las 16.30 h».
Aurelio Ruiz
Cántabro afectado
Después de dos horas en el intercambiador de la Avenida de América, pudieron realizar el viaje. La salida de Madrid, aunque al principio les asustaba por el tráfico, ambos coinciden en señalar que sucedió como ocurre habitualmente. No obstante, a su llegada al aeropuerto Adolfo Suárez-Barajas -primera parada que tiene estipulada la ruta entre Madrid y Santander-, la cantidad de gente que había esperando era «una barbaridad». Seis horas y pico después, pudieron completar el viaje.
César Lavín
Cántabro afectado
Diferente fue la situación que vivió Itziar Oltra con su tren, Santander-Valladolid. Cogió el convoy a las 09.20 desde la capital cántabra y tres horas después, «cuando entraba a la estación de Palencia, el vagón se apagó por completo». «Creo que alguien ha cortado un cable en Palencia, lo arreglaremos pronto», comentaba uno de los azafatos -aún sin conocer que se trataba de un apagón general- a los viajeros.
Según explica la joven afectada a este periódico, les dejaron las puertas y ventanas abiertas. Una de las curiosidades que relata Oltra es que otros trenes sí que pudieron circular, como fue el caso del que tenía por destino Salamanca y que funcionaba con diésel, a diferencia del de la protagonista. «Pudimos cargar los teléfonos pero no continuar nuestro viaje porque los semáforos no funcionaban», aseguraba.
Mientras esperaban incomunicados decidió acudir al baño de la estación y de camino «vi a un chico con un bocadillo y le pregunté si había pagado con tarjeta y dónde lo había conseguido». «Fui al bar y solo me pudieron dar un currusco de pan y un poco de jamón, lo último que les quedaba, y me cobraron 2 euros».
El gran punto de inflexión llegó a las 18.30 horas, cuando recuperaron la cobertura y les informaron de que «los trenes no pueden circular». En ese momento, solo quedaban trece pasajeros. «Fuimos a la estación de autobús y gracias a que tenía 10 euros en efectivo pude comprar dos billetes a Valladolid». Compró el suyo y el de otro viajero. La santanderina supone que no les ayudaron, «como creo que sí han hecho con otros trenes», porque sufrieron el apagón en la estación palentina.
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