Los hoteles recuperan el pulso y cierran el fin de semana con una ocupación del 60%
El Silken Río y el Real reabren tras decaer el estado de alarma. El resto prepara habitaciones y rescata a parte del personal que mantenía en ERTE ante la llegada de los turistas
El fin del estado de alarma ha traído el adiós al cierre perimetral, al toque de queda y la bienvenida a la movilidad entre comunidades, ... al visitante, al turista... factores clave para una Comunidad como Cantabria. De ello, aún con las limitaciones de aforo y horario existentes, se han beneficiado la hostelería, el comercio y, por supuesto, los hoteles. Atrás quedan ya los más de seis meses de estado de alarma, en que los grandes hoteles han sobrevivido con plantas cerradas, trabajadores en ERTE, restauración clausurada y ocupaciones en torno a un 10-15% gracias a alguna concentración de equipos deportivos, algún pequeño congreso que se pudo celebrar y a los viajes de negocio. Nada más. Ahora, con el fin del estado de alarma, los hoteles recuperan el pulso, se preparan para el verano y aprovechan al máximo las llegadas de visitantes de fin de semana. ¿Cómo ha ido este, el primero tras la alarma?
«Pero podemos empezar a ser optimistas porque podríamos decir que este fin de semana ha sido un poco templado, con alrededor de un 60% de ocupación de lo que está abierto, pero los siguientes apuntan muy bien», dice Ángel Cuevas, presidente de la Asociación de Hostelería.
El mal tiempo ha marcado este estreno de temporada: «No nos podemos quejar, no obstante», apostilla Daniel Fidalgo, responsable de los hoteles Silken Coliseum y Silken Río, ambos en Santander. «Ha sido una faena la previsión de lluvia. Eso ha hecho que se nos cayeran algunas reservas que teníamos a principios de semana; pero aún con todo eso hemos tenido una ocupación del 80% y es de celebrar si pensamos de donde venimos», añade.
El sector celebra el inicio de la temporada este fin de semana, aunque con la lluvia como protagonista
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«Hemos sobrevivido en el centro, con el Coliseum, que ha estado abierto todo este tiempo, con el turismo de negocios y deportivo, de algunos equipos que se han hospedado, pero poco más». La ocupación no ha alcanzado en todo este tiempo ni el 10%, en muchos casos.
El inicio de la temporada estival no ha sido tan a lo grande como era de esperar en los días previos. El pronóstico de lluvia asustó a muchos potenciales visitantes, pero lo importante es que se trata de un primer paso. «Hemos abierto este mismo viernes el Silken Río, en El Sardinero, después de siete meses en que había estado cerrado y eso nos anima porque tenemos la sensación de que ya podemos retomar el trabajo en serio».
Puesta en marcha
Hay que comprobar que todo funciona a la perfección. Hacer un repaso de limpieza y desinfección, poner a funcionar toda la maquinaria, incluida la del restaurante: cámaras frigoríficas, cocina, etc. Adquirir los alimentos frescos para el menú. Es, a la postre, la misma labor que conlleva el día a día de un hogar, pero a lo grande. Y todo ello requiere mano de obra: «Hemos sacado alrededor del 35% de la plantilla de los ERTE y la idea es que a medida que vayamos consolidando la ocupación, podamos ir sacando al resto», cuenta este empresario.

La incertidumbre sobre la ocupación va más allá de lo que indique la previsión meteorológica. Todos estos empresarios aguardarán a que, cada lunes, Sanidad indique en qué nivel de riesgo sanitario se encuentra cada municipio. En el Hotel Bahía existe un fuerte potencial de negocio en el restaurante. «Y ahora lo mantenemos, aunque el aforo está limitado al 30%. Pero si no sabemos si la semana que viene podremos abrir, estamos atados de pies y manos», se queja el responsable, Sergio Peón.
Ellos han estado abiertos ininterrumpidamente; pero de cara a los próximos días, la preparación no está exenta de dudas. «No sé cuánto género comprar para el restaurante. Porque ya no puede ser como antes. Hay que comprar, prácticamente, al día; no sabes si la semana que viene podrás dar comidas en el interior», razona el responsable de un negocio que ahora mismo tiene al 35% del personal en funcionamiento y que ha tenido este fin de semana un 55% de ocupación. «Este arranque de temporada es estimulante porque empiezas a ver la luz al final del túnel; pero es complicado por la incertidumbre», zanja.
En el Hotel Sardinero levantaron las persianas el pasado 15 de abril en previsión de que la progresiva relajación de las restricciones devolviera el brío al negocio. «No es que haya estado cerrado a cal y canto, porque ha tenido un mantenimiento diario; pero sí que llevamos unas semanas, digamos, de puesta a punto», afirma la responsable, Cristina Pérez. Este fin de semana ha cubierto el 60% de las habitaciones y tienen todas las esperanzas puestas en que el verano sea igual o mejor al del pasado año.
Muy cerca, el Hotel Santemar, se mueve en cifras similares. Ha manejado un 60% de ocupación con un 40% de la plantilla en funcionamiento. Todos estos hoteles alejados del centro, que se enfocan más hacia el cliente de vacaciones, han sobrevivido peor a estos meses de cierre perimetral.
Hasta última hora esperó el Hotel Real. Reabrió el viernes para poner en marcha el edificio que ya se ha convertido en un icono de la postal santanderina. «Nos ponemos manos a la obra ya con la esperanza de que la pandemia vaya a mejor. En cierto modo hemos de pensar que este hotel ha sobrevivido a la gripe del 1918, al gran incendio de Santander y a una Guerra Civil. Superaremos esto también», recalcan fuentes de la dirección.
Mejor en suelo rural
El éxito del turismo rural no parece depender de la lluvia. Casas rurales, hospedajes y hoteles apartados han alcanzado llenos cercanos al 100%. Es el caso del Hotel Astuy, en Isla. «Nos ha afectado un poco la lluvia, pero aún así estamos muy bien. La gente viene con ganas de desconexión», remarca.
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En Castro Urdiales, destino por excelencia de los vecinos del País Vasco, sólo han llenado hasta el 50%. «Nosotros lo tenemos más complicado por estar en un nivel alto de pandemia. La gente puede tener más miedo», explican. Y en el interior, en Potes, el Hotel del Oso ha llenado el 70% de las habitaciones. «Nos quedamos resentidos por la poca afluencia de turismo inglés. Otros años por estas fechas estaríamos llenos de este visitante extranjero. Muchos han cancelado recientemente desde que en aquel país se consideró España como destino no seguro. Esperamos que vengan en septiembre», argumenta Eva Gómez, responsable del establecimiento.
Ella quiere pensar que el futuro será halagüeño, pero no todo el mundo confía en que lo que venga sea mucho mejor. «Este fin de semana se ha notado que todo el mundo quería salir. Nosotros hemos andado por el 45% de ocupación y está muy bien para unas fechas como estas. Lo que no tengo tan claro es si esta demanda tan fuerte se mantendrá los próximos fines de semana», opina Patricia Ortiz, responsable del Hotel Milagros Golf. «Es difícil que se mantenga, sobre todo si cambia la situación sanitaria y vuelven las restricciones».
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