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Los pacientes aguardan para entrar al edificio. Las colas fueron muy puntuales (esto fue a las diez de la mañana) y apenas hubo que espera

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Los pacientes aguardan para entrar al edificio. Las colas fueron muy puntuales (esto fue a las diez de la mañana) y apenas hubo que espera Roberto Ruiz

«Lo que intentamos es que no entre el bicho»

Valdecilla Sur recupera consultas suspendidas con el personal volcado para que se cumplan las normas

Álvaro Machín

Santander

Lunes, 18 de mayo 2020, 18:20

Hay un par de buenos indicativos para saber si en Valdecilla Sur hay mucho trajín. Uno es el tráfico a primera hora en la rotonda que hay justo al lado. El otro, la dificultad para encontrar sitio en el aparcamiento subterráneo. Cualquiera que haya ido lo sabe. Pues bien, este lunes, ni una ni otra. No hubo atascos –el carril separado para acceder a las consultas estuvo despejado– y sobraban plazas para dejar el coche sin hacer maniobras o dar vueltas (a las 08.15, más de doscientas y a las 09.25, 125 sitios libres). Eso permite sacar conclusiones. El primer día marcado en la agenda del hospital para ir recuperando las consultas suspendidas en los dos últimos meses fue tranquilo. Sin grandes aglomeraciones. Se retomó parte de la actividad habitual –hay que recalcar que nunca se paró del todo, ni mucho menos–, pero sólo parte. Y, en general, los que acudieron, respondieron al llamamiento de la Gerencia. Valdecilla pidió la colaboración ciudadana para cumplir las normas y la primera mañana fue apacible.

Lo confirmaban sobre el terreno. El vigilante de seguridad de la zona exterior: «Un pelín más de movimiento que estos días atrás hay, pero está bastante tranquilo». Una de las mujeres del mostrador de información y citas: «De momento, bien. Supongo que la semana que viene habrá más gente». O el personal sanitario que atendía en la entrada del edificio. «Por ahora, bien, que es la hora crítica (entre las ocho y las nueve). Lo que intentamos es que no entre el bicho».

Buena parte del mérito para que todo transcurriera con normalidad fue precisamente suyo. Del equipo que se ocupó de atender esta 'desescalada'. En la entrada, una mesa. Un punto de triaje. Allí, personal sanitario y de seguridad se ocupaba de los pacientes que, en fila cuando se juntaban en mayor número (muy puntualmente), accedían al vestíbulo. A todos, una pregunta: «¿Tiene usted tos, fiebre o algún síntoma respiratorio?». Después, revisión de la mascarilla y lavado de manos obligatorio con gel hidroalcohólico. Esa operación se repetía también en otra mesa al fondo, pegada al acceso al aparcamiento por la planta baja y a las máquinas en las que hay que meter la tarjeta sanitaria o el DNI. Lavado al llegar y al marcharse. Y a todo eso hay que sumar la cartelería repartida por las instalaciones con las normas básicas y los postes con cintas que rodean los mostradores de información –o las pegatinas en el suelo– para asegurar que se respetan las distancias mínimas.

Dos mesas en el vestíbulo sirven para controlar accesos, repartir mascarillas y asegurar el lavado de manos

«Yo no quería venir, pero me llamaron. La verdad es que lo he visto bastante bien», relataba un paciente al salir

No siempre es fácil. «Hoy va a ser una pelea. Hay que insistir en la separación», le decía a sus compañeras una de las personas que recibía junto a la puerta. Al que no llevaba mascarilla le daban una. Y, ojo, al que llevaba una de las que tiene válvula le colocaban otra encima. Pero lo más llamativo es el alto número de personas a las que hay que corregir. Ni se imaginan la cantidad de veces que en esa fila se escuchó decir «perdone, pero lleva la mascarilla al revés». Lo de fuera, dentro, o lo de arriba, abajo. En ese caso, la que el señor o la señora traía de casa terminaba en la papelera y le daban una nueva. «Señora, disculpe, pero la mascarilla por encima de la nariz, no por debajo». De eso, también.

Con todo, la mayor 'pelea' para el personal fue lo de los guantes. A todo el que llegó con ellos puestos le ordenaron que se los quitara y los tirase antes de lavarle las manos con gel. «Es lo que más nos está costando. Alguno se lo toma a mal y quiere metérselos en el bolsillo, cuando eso es precisamente una barbaridad».

Más allá de esas dudas, ningún problema. El propio personal tomó nota de aspectos mejorables en una primera jornada asumida también como un test. Por ejemplo, flechas en el suelo para separar caminos de entrada y de salida en la puerta, indicadores para que no posen los bolsos o lo que sea en las mesas de control o ajustes horarios. Porque, aunque se pidió a los pacientes que acudieran como mucho diez minutos antes de su cita, fue inevitable que alguno se anticipara. Los que llegaron, de hecho, antes de las ocho no pasaron por esos filtros establecidos, según explicaban en la planta baja. También –indicaban– alguna mesa de control más en las plantas superiores para controlar los accesos directos desde el aparcamiento. Para ganar en garantías.

En los pasillos y en las salas de espera, todo en orden. Respeto generalizado a los letreros de 'Sí' para indicar dónde puede uno sentarse manteniendo la distancia. Eso se veía muy claro en la sala de extracciones, una de las que más movimiento tiene. Salvo alguno apoyado en columnas (mejor no lo haga), cada uno estaba dónde debía.

¿Y los pacientes? Pues algo más de nervios de lo habitual al meterse en un hospital tras lo sucedido, pero bien. «Yo la verdad es que no quería venir, pero me llamaron. Vengo a una cosa de la boca. Me han puesto una mascarilla encima de la que traía. Escuchas tantas cosas que ya no sabes a qué atenerte. Pero tengo que decir que lo estoy viendo todo bastante bien».

Personal sanitario y de seguridad recibe a los pacientes en la entrada del edificio. Roberto Ruiz

«Por favor, tenéis que contar lo de los guantes»

La frase fue una petición del personal a los periodistas. «Tenéis que decir lo de los guantes». Es lo que más quebraderos de cabeza les dio. Hay que ir sin ellos y, al que los lleva, le indican que se los quite y los tire antes de rociarle las manos con gel ( al llegar y al marcharse). «Pues a mí me han dicho que viniera con ellos». «Pues ahora yo le digo que no». Fin de la discusión. El resto de normas, en líneas generales, se cumplieron. Ceñirse a la hora de la cita (máximo diez minutos antes, pero no más para evitar que haya mucha gente en las salas de espera), acudir solo (salvo que sea indispensable el acompañante), llevar mascarilla, evitar tocarse la cara –tocar nada en general– y sentarse en los sitios de los bancos marcados con un letrero de 'Sí' para mantener la distancia de seguridad. Fue un estreno ordenado. Con un buen comportamiento de los ciudadanos que acudieron (muchas personas ya de edad avanzada), que se dejaron informar y ayudar entre los nervios lógicos.

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