Una ladera en Selaya, el lugar que más veces se ha quemado de toda Europa
Entre 2018 y 2025 se han registrado en ese punto, sito a las faldas de los Picones de Sopeña, hasta ocho incendios de forma consecutiva
En el pueblo no saben quién es ni por qué lo hace. O al menos eso dan a entender. Lo único que saben, o intuyen, ... es que tiene una obsesión tal por ese punto concreto del valle que de tanto prenderlo fuego lo ha hecho acreedor a un récord. Que a lo mejor era esa la razón, conseguir que a las faldas de Sopeña, en el municipio de Selaya, repose sobre una ladera el kilómetro cuadrado que más veces se ha quemado de toda Europa. Ocho veces consecutivas ha ardido entre los años 2018 y 2025. Siempre entre enero y marzo, coincidiendo con la desaparición de la nieve y coincidiendo también con la entrada del viento sur, y siempre con nocturnidad, alevosía y una cerilla.
Podría decirse que anecdótico, porque el terreno en cuestión tiene escaso valor y el fuego no pone en peligro a las personas –tampoco a la fauna y a la flora–, el dato surge de un estudio que ha llevado a cabo Laura Aragó, periodista de datos y clima y redactora del diario La Vanguardia, a partir de las cifras recogidas en el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS, por sus siglas en inglés), que desde el año 2000 cartografía la superficie quemada en el Viejo Continente mediante imágenes satelitales.
Por lo que Aragó ha concluido, el kilómetro cuadrado de terreno ya no solo de España sino de toda Europa que más veces ha ardido en lo que va de siglo XXI «está en una ladera situada en el este de la Cordillera Cantábrica, de pendiente acentuada, cubierta de arbustos y matorral bajo», una zona, añade la periodista, «sin construcciones ni carreteras». Ese punto exacto del mapa, «un monte extenso usado por varias generaciones como área de pasto comunal», va a incendio por año desde 2018.
¿Quién y por qué?
En la búsqueda de respuestas a dos preguntas muy concretas, quién lo quema y por qué lo hace, tan solo brota la especulación, donde cabe prácticamente todo, desde una acción premeditada para conseguir nuevos pastos hasta un gesto de protesta por el abandono del mundo rural pasando por el puro placer personal de ver arder al monte desde la barra del bar.
«La gente del campo se siente abandonada, no se puede descartar que exprese su malestar incendiando un monte»
Ángel Serdio
Director general de Montes
«Yo, desde luego, no sabría responder a ninguna de las dos», admite el director general de Montes y Biodiversidad, Ángel Serdio, que si bien ignoraba el dato preciso afirma que no le sorprende. «No sabíamos que estaba en Selaya porque nosotros no nos dedicamos a ese tipo de estudios, pero ya solo por la reincidencia puede estar perfectamente ahí. Ahí, en Vega de Pas, en Lamasón, en la Sierra de Cuera...».
Según Serdio, este tipo de incendios solían estar asociados a una práctica ganadera ancestral, «la quema de un terreno en invierno para beneficiar el rebrote de pastos con los que alimentar a los animales en primavera». Solían, matiza el director general, «porque eso era años atrás». Hoy podrían concurrir otras circunstancias, como por ejemplo «el cabreo generalizado que se percibe en el mundo del campo». La gente se siente abandonada por las administraciones, dice, «así que no se puede descartar que expresen su malestar así, prendiendo fuego a un monte», sostiene Serdio, que defiende la inocencia de los ganaderos de la comarca y se decanta por la acción reivindicativa de un particular de la comarca.
«Los ganaderos no son, porque es una ladera con una inclinación tan fuerte que las vacas no pueden entrar allí»
Cándido M. Cobo
Alcalde de Selaya
Tampoco el alcalde de Selaya, Cándido Manuel Cobo (PP) piensa que detrás de la quema continuada de ese terreno de monte estén los ganaderos. Ni los de su comarca ni los de cualquier otra. No, por la sencilla razón de que la superficie señalada es una ladera con una fuerte inclinación. «Es imposible que las vacas entren a pastar allí», dice el regidor. «Y tampoco en el valle tenemos rebaños de cabras o de ovejas, que serían los único animales que podrían moverse en ese espacio», añade Cobo, que no encuentra «ninguna razón que justifique estas quemas».
Al alcalde pasiego, que tiene ese lugar plenamente identificado («no es una zona de arbolado ni es una zona de matorral bajo, es una zona de escajo allí a las faldas de los Picones de Sopeña»), le cuestiona que su municipio salte a los periódicos y telediarios por cuestiones como estas, aunque, a la vez, le tranquiliza que el motivo sea una anécdota. «No es agradable descubrir que el kilómetro cuadrado que más veces se ha quemado de Europa está en tu municipio», reconoce. «Pero afortunadamente no estamos hablando de grandes daños ni para las personas ni para el ecosistema de la zona», afirma, «porque se trata de una llama muy poco activa». Tan poco activa que los bomberos ni se molestan en ir a apagarla.
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