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Grieta en Castro Valnera, cerca del puerto de Lunada. Jon Ander Beristain
«A la montaña siempre hay que tenerla respeto, pero ahora más»

«A la montaña siempre hay que tenerla respeto, pero ahora más»

Aemet avisa del riesgo «notable» de aludes en Picos y en Campoo debido a las variaciones bruscas del tiempo de los últimos días

Daniel Martínez

Santander

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Sábado, 3 de marzo 2018, 17:48

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El pasado 10 de febrero, una gran masa de nieve cayó ladera abajo en la cara sur del pico Cornón, muy cerca del collado de la Fuente del Chivo, situado en la Hermandad de Campoo de Suso. Técnicamente, ese alud desencadenado por causas naturales debido a la ruptura de una placa fue pequeño, de nivel 2 en una escala que va del 1 al 5. En la práctica, tenía la magnitud suficiente para herir, enterrar o matar a quien pasara por allí. Por suerte ni en ese momento en la zona había ningún montañero ni vehículo alguno circulaba por la CA-916, una carretera que durante todo el invierno se encuentra cerrada por la meteorología. A lo largo de los próximos días, episodios similares se podrían repetir en Picos de Europa y montañas altas de Campoo.

El aviso emitido por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) para este fin de semana en las cotas altas de estas dos zonas es de «peligro notable» a partir de los 1.700 metros de altitud por dos motivos: porque se acumula mucha nieve -algo que el pantano agradecerá- y porque las condiciones meteorológicas actuales son enormemente cambiantes. «Hay muchas variables, pero estos fenómenos se producen sobre todo debido a cambios bruscos de las condiciones. Grandes diferencias de temperatura, lluvias, acumulación de mucha nieve en poco tiempo, fuerte viento...», apunta Alberto Mediavilla, uno de los nivólogos encargados de redactar estos partes en la cordillera Cantábrica.

El experto precisa que, aun siendo alto, el riesgo 3 es «relativamente habitual» en estas zonas. Además, detalla que dos puntos cercanos pueden tener riesgos muy distintos. Es decir, que en una ladera se puede estar produciendo una avalancha y en otra situada a pocos kilómetros ni siquiera haber peligro. «Por eso es difícil hacer una previsión. ¿Que si es recomendable o no ir a la montaña estos días? Pues lo mejor es no hacerlo si no se tiene experiencia. E incluso con experiencia. Si a la montaña siempre hay que ir con cuidado, ahora mucho más», detalla Mediavilla.

«Hay muchas variables, pero se producen casi siempre por cambios en las condiciones del tiempo»

Alberto Mediavilla | Nivólogo

Jon Ander Beristain, guía de la Federación Vizcaína de Montaña y asiduo a la zona del puerto de Lunada, lo explica de otra manera: «Llevo mucho tiempo en la nieve y en lo que respecta a los aludes creo que cada vez sé menos. Es algo imprevisible». El pasado fin de semana visitó este entorno y se encontró en la subida a la cima una enorme grieta en la capa superficial. Esa evidencia, unida a que se había producido en un punto de gran inclinación y sobre un terreno de hierba -al no haber vegetación es más fácil el deslizamiento- le puso en alerta. De inmediato sacó su cámara fotográfica, realizó algunas instantáneas y las subió a sus redes sociales para avisar del peligro.

Jon Ander Beristain
Imagen principal - «A la montaña siempre hay que tenerla respeto, pero ahora más»
Imagen secundaria 1 - «A la montaña siempre hay que tenerla respeto, pero ahora más»
Imagen secundaria 2 - «A la montaña siempre hay que tenerla respeto, pero ahora más»

«Inminente o no. Es que es imprevisible. Depende de muchos factores. Puede que en los próximos días caiga una nevada, se asiente y no pase nada», apunta Beristain, quien señala que, en principio, Lunada no es un lugar donde se produzcan muchos aludes. Eso no quiere decir que no los haya. De hecho, si la Dirección de Carreteras del Gobierno de Cantabria no lleva allí las máquinas quitanieves no es porque sea imposible despejar la calzada sino porque, teniendo en cuenta que apenas se utiliza y hay alternativas, es mejor evitar ese peligro por aludes.

Pero también es posible que ocurra. Si el viento tiene la suficiente fuerza como para provocar el empuje o si la lluvia y el calor pasan por la grieta y llegan a las placas inferiores desestabilizándolas, puede surgir la avalancha. Ni él, ni ninguno de los expertos a los que ha mandado las imágenes (entre ellas, las dos que ilustran esta información) a modo de consulta dan un veredicto claro.

«En Cantabria hay aludes, muchos, pero en Pirineos más porque también hay más extensión»

aLFONSO ALLENDE | METEOCAMPO

El origen de la mayoría de aludes está en la existencia de dos capas de nieve distintas y con densidades diferentes. Cuando la de arriba se rompe, la de abajo hace de base deslizante y se inicia la avalancha. «Este tipo de aludes es el que causa el 80% de los accidentes; a veces el origen de la rotura no es natural, sino que se produce por el paso de personas o motos de nieve», cuenta Alfonso Allende, nivólogo y responsable de MeteoCampoo. Y las condiciones actuales de viento, lluvia y altas temperaturas ayudan. La otra gran variedad de aludes se produce justo en el momento que nieva. «Si cae un metro en tres días se asienta y no hay problema, pero si cae en sólo ocho horas...», avisa Allende.

La última muerte, en 2014

La última muerte por un alud en Cantabria se produjo en febrero de 2014. La víctima fue un vecino de Torrelavega, de 42 años, que se preparaba para iniciar una escalada cerca del Pico Bóveda. La avalancha le arrastró cien metros por una pendiente helada y se golpeó la cabeza. En Pirineos, la tragedia en la montaña es mucho más frecuente. Esta misma semana se volvió a repetir. «No es que aquí haya menos aludes. En Cantabria sí hay, muchos y casi todos los días. Lo que pasa es que la extensión es mucho menor», apunta Allende, quien remarca que sólo los montañeros más experimentados pueden detectar las señales que anuncian que una avalancha está a punto de producirse.

Aunque es muy difícil reaccionar ante estos episodios, los expertos confirman que las posibilidades de éxito aumentan cuando se va a la montaña con los equipos adecuados (el dispositivo ARVA que emite señales que marcan el punto del enterramiento, la sonda para localizar a las víctimas o la pala para rescatar). Si la intervención se realiza en los diez primeros minutos las posibilidades de sobrevivir son del 80%; a partir de la media hora, baja hasta el 30% y después ya son mínimas.

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