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Casi el 80% de los municipios cántabros pierde población en el saldo vegetativo

Casi el 80% de los municipios cántabros pierde población en el saldo vegetativo

Las tasas de natalidad y fecundidad están por debajo de la media española y el envejecimiento acecha al medio rural

Álvaro Machín

Santander

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Lunes, 14 de mayo 2018, 07:13

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En Santiurde de Reinosa hubo cuatro nacimientos y trece defunciones en 2016. Nueve vecinos menos. La cifra tiene más calado si se tiene en cuenta que la población total del municipio al empezar ese año era de 265 personas. Su tasa de crecimiento vegetativo fue la más preocupante de Cantabria (-3,47%). Más aún. Si uno pone en relación las defunciones con el total de residentes (tasa bruta de mortalidad), en Santiurde sale también el dato más alto de la región. Es el ejemplo más claro, pero es sólo un ejemplo. No es un caso aislado. Por sexto año consecutivo, el saldo natural de Cantabria volvió a ser negativo (casi 1.700 habitantes menos). Más muertos que nacidos. Pasa en muchos sitios, pero aquí más. Porque aquí, según los datos, las mujeres tienen menos hijos y los tienen más tarde que en el conjunto del país. En 79 de los 102 municipios se perdió población al hacer la cuenta más sencilla, la de la vida. En seis no hubo ni siquiera un parto en un año entero. «La valoración global es clara: la situación demográfica de Cantabria es preocupante», concluye Juan Carlos Zubieta, del Taller de Sociología de la Universidad de Cantabria. Con un añadido peligroso: «la existencia de importantes desigualdades internas con zonas y municipios en clara regresión demográfica».

«Cuando se observa la evolución de las cifras desde el año 2009 al 2016, todos los indicadores demográficos son negativos. Y cuando se comparan los datos de Cantabria en relación con el conjunto de España se concluye que la situación de nuestra región también es negativa. En todo (nacimientos, matrimonios y defunciones) estamos peor que la media». Así concluye Zubieta tras analizar el documento 'Movimiento Natural de Población Cantabria 2016', del Instituto Nacional de Estadística. Las tasas de natalidad y fecundidad son más bajas, la de mortalidad más alta, aumenta la edad media para la maternidad y para el matrimonio y se reduce el número de hijos por mujer. Ideas generales. Pero el informe entra de lleno en la comparación por zonas y hasta por municipios.

Datos de interés

  • 4.244 nacimientos en 4.167 partos en 2016. Fueron 131 menos que en el año 2015.

  • 3,23 años es la edad media de maternidad en Cantabria. Casi un año más que la media nacional.

  • 1,14 hijos por mujer. También en este punto el dato es más bajo que la media española (1,33).

  • 5.936 defunciones de residentes en Cantabria en 2016 (fueron 105 menos que un año antes).

  • 83,8 años es la edad media de las mujeres en el momento de la defunción (82,6 en España).

  • 77 años es, en este caso, la edad media de los hombres (76,1 años es la media del país).

  • 1.231 disoluciones matrimoniales en 2016 entre separaciones, nulidades y divorcios.

  • 3,8 años es la edad media de las mujeres al matrimonio en primeras nupcias (35,9 hombres).

  • 74,4 por ciento del total de matrimonios en 2016 fueron civiles frente al 25,2% católicos.

Santander, Torrelavega, Reinosa, Laredo y Los Corrales fueron, en términos cuantitativos, los que más población perdieron. Cuanto más 'urbanos' son los municipios, más se retrasa la edad de maternidad y el grupo más numeroso de madres está entre los 35 y los 39 años. En las ciudades no hay prisa y en los pueblos no hay tiempo, con una población envejecida y en caída. En Anievas, San Roque de Riomiera, Cabezón de Liébana, Polaciones, Tudanca y Las Rozas de Valdearroyo ni siquiera hubo nacimientos.

En el lado opuesto de la balanza, Piélagos, Cartes, Castro Urdiales, Entrambasaguas y Polanco fueron los que más ganaron. Los tres primeros cuentan, además, con las tasas de juventud más altas. «Piélagos destaca no sólo por su amplia extensión geográfica, sino por su ubicación estratégica, muy próxima tanto a Santander como a Torrelavega. Es por ello que, cada vez con más frecuencia, vecinos de dichos municipios deciden fijar su residencia en nuestro término municipal», apunta Verónica Samperio, alcaldesa del municipio que sale más favorecido. Lo que pierden las ciudades grandes, lo ganan sus vecinos (aunque no compensen el balance general). Habla de buenas comunicaciones, servicios y espacios verdes y destaca que «el crecimiento poblacional experimentado a lo largo de los últimos años se ha traducido en una importante tasa de población joven, destinataria de un buen número de actividades y recursos municipales».

Casos concretos

Santander es clave en la estadística. El saldo arrojó una pérdida de 774 habitantes (la tasa es de -0,45%). «En el último dato del padrón (a fecha 1 de enero de 2017), se observa que, de no ser por ese mayor número de defunciones que de nacimientos, Santander habría ganado 69 habitantes en 2016», analiza César Díaz, portavoz del equipo de gobierno del Ayuntamiento tirando de las cifras totales. «Es la primera vez desde el año 2009 –insiste– que la pérdida de población se debe exclusivamente al saldo vegetativo negativo». Habla de medidas en dos de los principales factores «que pueden intervenir a la hora de tratar de fijar la población, especialmente a los jóvenes». Vivienda y empleo. Cita la entrega de «1.018 viviendas de protección oficial» desde 2006 y las medidas que contempla el Pacto Local por el Empleo –«desde que se firmó, el paro ha bajado en Santander un 17,47%», asegura–, además de ayudas y bonificaciones a las familias con hijos.

Torrelavega, por su parte, perdió 300 habitantes, pero su tasa es más negativa (-0,57%). Allí reconocen que el descenso poblacional les está «acercando peligrosamente a la barrera de los 50.000 habitantes, que situarían a la ciudad en un escalafón inferior, con todo lo que ello conlleva a nivel presupuestario». «Urbanísticamente –apunta el concejal Pedro Pérez Noriega– se trabaja para facilitar las nuevas actuaciones». Viviendas de protección oficial en Campuzano, actuaciones en entornos como Mies de Vega favorecidas por el Plan General, ordenación de aparcamientos, proyectos industriales en el polígono de Tanos-Viérnoles o en el nuevo de las Escabadas... Pone eso como ejemplos de medidas y confía en «el desarrollo del proyecto minero» como «revulsivo definitivo para asentar esa recuperación poblacional».

El 'elixir' de una larga vida en el Valle del Nansa

Aunque desciende –tiene que ver con que murieron menos personas, pero también con que la población es cada vez más pequeña–, la tasa bruta de mortalidad (número de defunciones por cada mil habitantes) está en Cantabria casi un punto y medio por encima de la media en España. Relacionado con una población envejecida, el informe del Icane deja claro que los cántabros –en el sentido literal de la frase– se despiden más tarde de la vida. Y más en el interior que en la costa. El caso más llamativo es el del Valle del Nansa. Allí la edad media en el momento de la defunción está muy por encima del resto. A nivel nacional, esos parámetros están en los 82,6 años para las mujeres y en los 76,1 para los hombres. Pues bien, en esta zona de Cantabria las edades se van hasta los 88,6 y los 82,8 años, respectivamente. En el análisis del Icane se detalla que la principal causa de muerte en la región son los tumores (30,7%) y que el mayor número de defunciones se concentra entre noviembre y marzo (coincidiendo con el otoño y el invierno), con enero a la cabeza (592 personas fallecieron en ese mes en el año 2016).

«Cuando los jóvenes emigran, y cuando no nacen niños, es que algo va mal. Cuando un territorio expulsa a un sector de la población se pone de relieve que sufre un problema de desarrollo económico y social», afirma Zubieta al analizar causas. Entre ellas, «la inestabilidad laboral y los bajos sueldos», que hacen «que los jóvenes se vean obligados a retrasar la decisión de independizarse y la de formar una familia, y también reducen el número de hijos que les gustaría tener». A lo que suma los riesgos de una población cada vez más envejecida. Entre otros, pagar más pensiones con muchos menos cotizantes.

El principal problema

El experto pone el acento en «la situación más problemática». Los datos del informe apuntan directamente a las zonas del interior. El medio rural, con ese ejemplo de las primeras líneas de Santiurde de Reinosa, que puede trasladarse con datos llamativos a Anievas, Cieza, Rionansa, Vega de Pas... Pérdidas de habitantes en lugares con poblaciones pequeñas. Un drama de ancianos y terreno despoblado. Zubieta reclama «medidas con urgencia». Económicas, claro. Pero también para fomentar «la imagen positiva» de ese medio rural.

«Debe defenderse su identidad cultural. Es preciso subrayar las aportaciones de sus habitantes. Hay que lograr que los jóvenes que han nacido allí lleguen a la conclusión de que permanecer en su medio es una decisión inteligente ya que cuentan con oportunidades laborales y una buena calidad de vida». Obviamente, haciendo realidad un escenario como ese. «Porque, por otra parte –concluye el sociólogo de la UC–, atender al medio rural es, además, una cuestión de derechos. Es decir, está relacionado con la igualdad de oportunidades».

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