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Conchita muestra su recuperación tras el coronavirus desde la ventana de su casa en Torrelavega. Luis Palomeque
De «paciente no recuperable» a curada

De «paciente no recuperable» a curada

Conchita Roque, de 83 años y con varias patologías previas, supera el coronavirus tras un mes ingresada en el hospital de Sierrallana

María Causo

Santander

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Jueves, 7 de mayo 2020, 07:06

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Adelina Concepción Roque, Conchita, fue catalogada como paciente irrecuperable del coronavirus. Sin esperanzas de superar la enfermedad. La mujer, de 83 años, ingresó el 17 de marzo, durante el comienzo de la pandemia, en el hospital de Sierrallana, de Torrelavega, con una neumonía bilateral provocada por el virus. Al riesgo que supone estar infectado con esa edad, hay que sumar las patologías previas que sufría Conchita: hipertensión, obesidad grado II, una cardiopatía, problemas de riñón... «Hace tres años me operaron a corazón abierto con circulación extracorpórea para extraer un tumor benigno que tenía en el corazón. Fueron más de cinco horas de operación y me tuvieron que poner un marcapasos, pero todo fue muy bien. Salí fortalecida para asombro de los doctores», cuenta orgullosa.

A pesar de tenerlo todo en contra, Conchita se empeñó en vencer al virus aunque, al principio, no le dieron muchas opciones. Su hija, Lizandra Cobas, relata cómo les contaron a ella y a sus hermanos que no instalarían a su madre en la unidad de la UCI, ni tampoco la conectarían a un respirador a pesar de tener los pulmones en muy mala situación. «Nos dijeron que no contaban con ella, que era una paciente no recuperable», apunta Lizandra. Aunque esta noticia cayó como una losa para la familia, la cosa no quedó ahí. Desde el hospital torrelaveguense les comunicaron que comenzarían un tratamiento diferente a base de oxígeno y corticoides. «La trasladaron a una sala donde le ponían oxígeno a presión positiva. Fue bastante duro porque tampoco podías estar allí con ella apoyándola», asegura su hija.

En apenas dos días, y para sorpresa de los sanitarios, comenzó la mejoría en el estado de salud de Conchita. Y en el anímico. «Recuerdo que poco a poco comenzó a hablar sostenido porque cuando se puso mala, no podía apenas hablar. No tenía fuerzas para nada», añade Lizandra. La lucha de Conchita por superar el coronavirus culminó el 14 de abril cuando le dieron la mejor noticia posible. Había superado el virus y podía volver a casa.

«A todos los enfermos les digo que resistan y vencerán, que piensen positivamente y ganarán esta batalla»

A día de hoy, sigue allí su recuperación a base de un tratamiento de oxigenoterapia a domicilio. «Voy al baño yo sola y me levanto sin ayuda pues tengo que ir recuperando movilidad. Hago mi comida para el desayuno, comida y cena y el resto del tiempo estoy en el sofá viendo novelas en la televisión o mirando las redes sociales en mi teléfono», cuenta Conchita. Se considera fiel seguidora de Miguel Ángel Revilla, del Fútbol Club Barcelona y de Nando Agüeros. «A pesar de haber nacido en Cuba y de llevar sólo cuatro años aquí, me siento muy cántabra, aunque mis padres eran canarios. Mi hija lleva 12 años ya aquí y yo adoro Cantabria», relata.

Ahora quiere que la historia de su recuperación sirva para dar esperanzas y ánimo a otros enfermos de Covid-19 y sus familias. «A todas las personas les digo que resistan y vencerán, que piensen positivamente y ganarán esta batalla. Yo soy un claro ejemplo. Ahora me siento muy bien», explica.

«Atención excelente»

Apesar de no poder estar acompañada de sus familiares durante su estancia en Sierrallana, Conchita nunca se sintió sola e hizo hincapié en la «buenísima labor» de todo el personal médico que la trató. «La atención hospitalaria ha sido excelente», indica. Destaca, sobre todo, la labor de las enfermeras del hospital. «Son lo máximo». Su hija Lizandra comparte su opinión. «Las enfermeras me ponían a mi madre por videollamada y la trataban súper bien. Le cantaban canciones como 'Resistiré' todas juntas, la peinaban, le ponían colonia, etc».

Sobre el contagio, Conchita tiene claro que fue a raíz de su hijo Miguel, una persona dependiente de 67 años, con el que vive en un piso en el barrio de Nueva Ciudad. Ella no sale a menudo de casa y es él quien realiza los recados o la compra diaria. «Yo salgo muy poco y, cuando surgió lo del coronavirus, ya llevaba una semana sin salir de casa, así que lo debió traer Miguel en las manos o en el pan», señala Conchita. De hecho, su hijo también estuvo infectado por coronavirus e ingresó dos días después que ella en el hospital, también con neumonía bilateral y también se ha recuperado. «Tiene una salud de hierro», declara la mujer.

Casi recuperada del todo, Conchita está deseando poder salir a pasear. «Me muero de ganas, aunque estoy caminando un poco por casa estos días», apunta. Su hija Lizandra también está ansiosa porque llegue el momento. «Quiero aprovechar para caminar con ella del brazo, darle un abrazo muy grande y decirla que es toda una luchadora».

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