Desde Paiporta a Cabezón para olvidar la tragedia
Tras la dana ·
Diez meses después de que Valencia se viese inundada por el barro, la familia Sánchez Palazón acude a Cantabria a «desconectar de todo»Carlos Sánchez, Esther Palazón y sus hijos estaban en casa cuando la inmensa lengua de barro alcanzó su vivienda de Paiporta. Carlos fue el último ... en entrar en casa. Estaba llegando cuando su padre le dio el aviso de que la riada con tierra y escombros ya había comenzado desde la otra parte del pueblo. «No creo que llegue», decía Carlos. Pero solo media hora más tarde el barro alcanzó la primera planta de su casa. Un metro y sesenta centímetros de profundidad. «Por suerte abajo tenemos el coche, comedor y cocina, y arriba las habitaciones, tuvimos que subir para resguardarnos», puntualiza Carlos. Diez meses después esta familia ha decidido venir a Cantabria para «despejar y desconectar de todo lo vivido».
Fue en las zonas más cercanas al punto cero donde las viviendas sufrieron los mayores desperfectos. «Daños estructurales y muchas casas destrozadas al completo, a nosotros nada más nos afectó al mobiliario». Alrededor suyo se vivía una situación «muy dura». «Era desolador, no había comunicación, ni luz, ni internet, muchos fallecidos y muchísima gente sin localizar».
«Era desolador, no había comunicación, ni luz,ni internet, muchos fallecidos y muchísima gente sin localizar»
Carlos Sánchez
Vecino de Paiporta
En su caso, perdieron todo el mobiliario del comedor y la cocina. «Horno, microondas, encimera, televisión, sofá... todo quedó totalmente inundado». También los dos coches. El que estaba en la planta baja y el que habían aparcado en el parque de enfrente. «Lo dejé a unos setenta centímetros de desnivel pero igualmente apareció del revés y con una furgoneta encima», explica Carlos, a la vez que señala que las imágenes emitidas por los medios de comunicación describían a la perfección lo que se vivía en Paiporta.
Esther trabaja en un banco y su oficina en Benetúser -otro de los municipios más afectados por la dana- quedó destrozada por el temporal. «Los cristales blindados del banco, destrozados», puntualiza. Carlos trabaja en la fábrica de Ford situada en Almussafes. No estuvo afectada pero estaba a más de quince kilómetros de distancia y no tenía cómo ir. «Mis jefes vinieron de Palencia y me dejaron un coche. Aún así me dieron dos semanas para digerirlo, nos trajeron alimentos y utensilios de limpieza. Se portaron fenomenal, todos en general».
En los niños también dejó huella. «El agua mala», dice todavía a día de hoy su hijo pequeño, de cinco años, cuando se refiere a aquellas riadas de barro. «Los días posteriores a la catástrofe cada vez que llovía pensaba que iba a ocurrir lo mismo y estaba asustado», explica Carlos del pequeño. La mayor, de doce años, también lo vivió «en tensión, pero más consciente de que en algún momento iba a pasar».
«Paiporta continúa muy afectado y, por muchoque se diga, aún no se ha recuperado la normalidad al cien por cien»
Carlos Sánchez
Vecino de Paiporta
«Las autoridades tardaron en venir varios días a costa del pulso que se echaron el Gobierno central y el autonómico. La gente fue la primera en llegar. Primero los de Valencia capital y después, de toda España», recuerda Carlos con las emociones aún a flor de piel. La dana impactó el 29 de octubre de 2024 y cinco días después, el domingo 3 de noviembre, el rey Felipe VI, la reina Letizia, el presidente del Gobierno y el de la Comunidad Valenciana acudieron a Paiporta. Desataron reacciones dispares. Algunos abuchearon, otros buscaron consuelo y los más molestos lanzaron barro. «Vinieron para la foto, ayuda ninguna. Mi coche aún ni siquiera lo he cobrado».
El municipio, según Carlos, «continúa muy afectado y todavía no ha recuperado la normalidad al cien por cien». «Unos días antes de Navidad los niños volvieron a clase y pude volver al trabajo. Cuando te ibas parecía que desconectabas, pero al volver, de nuevo el infierno», describe. Y reconoce que esta experiencia le ha marcado: «Ahora, cada vez que viene agua hay temor».
En Cantabria
En los últimos años acostumbraban a viajar a La Manga, Benidorm y otros destinos costeros, pero esta vez se habían comprado un coche nuevo y les apetecía «hacer kilómetros, subir al norte y despejarnos». Carlos y Esther habían estado hace quince años y querían enseñárselo a sus hijos. Un acierto total. Se han alojado en un apartamento de Cabrojo (Cabezón de la Sal) y desde ahí, cada día a visitar un destino nuevo. «Llevamos desde el sábado anterior y lo estamos pasando genial: Castro Urdiales, la Cueva de El Soplao, Cabárceno, Santillana, Suances...».
Mañana era su último día en la región, pero «ya le hemos dicho al dueño del hostal que nos quedamos una noche más. Lo estamos pasando pipa».
Primero el covid en 2020, después, la erupción del volcán de La Palma en 2021 y, por último, la dana. Varios sucesos que han cambiado por completo la vida de muchas personas en poco tiempo. Para Carlos, lo importante es que «si no te pasa nada físico, al final de todo se sale». Y es que, tras su experiencia, destaca que «los daños materiales son lo de menos» y que «si tu familia y amistades están bien hay que avanzar». «Ahora toca estar al día, vivir el presente y disfrutar de los tuyos», sentencia.
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