«No pensé en el peligro, sólo corrí a sacarle de allí»
Mariano Cabral salvó la vida del camionero accidentado el jueves en la A-67 tras empotrarse contra un muro: «Unos segundos más y habría muerto calcinado»
r. A Mariano Cabral aún le tiembla el pulso cuando revisa en el periódico las imágenes del aparatoso accidente que presenció la tarde del jueves ... y que le convirtió en héroe sin pretenderlo. Él fue quien salvó la vida al camionero que se empotró contra un muro en el desvío de la A-67, a la altura de El Corte Inglés, y que a punto estuvo de morir calcinado en la peligrosa cortina de fuego que provocó el siniestro. «Ahora soy más consciente del peligro que corrí yo también», declara. Pero en aquel momento, actuó movido por el instinto:«No recuerdo que se me pasara nada por la cabeza. No pensé en el fuego o en el peligro, sólo corrí a sacarle de allí», cuenta un día después de lo sucedido, exhausto tras la explosión de adrenalina.
«Yo iba tranquilo conduciendo mi Renault Kangoo justo detrás del camión», que se dirigía hacia Santander. Cabral iba a la derecha en la bifurcación que conecta la salida de la A-67 en dirección a la S-10. «Entonces veo que se desvía, que se desvía, hasta que se come el muro», explica. El impacto fue tremendo. La cabina de desgajó del remolque y las bobinas que cargaba se desperdigaron por el asfalto. «Paré en cuanto pude, en la zona alta, porque el desvío es hacia un puente. Me bajé y corrí a mirar hacia abajo, a ver qué había pasado». Entonces vio que el camionero estaba tendido en el asfalto y envuelto en sangre.
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«De pronto todo comenzó a arder y empezó a hacer un calor tremendo. No pensé nada, sólo me lancé hacia él y le cogí. Recuerdo que le dije... ¡tengo que sacarte de aquí! ¡Vamos! Pero él estaba como ido, no respondía», relata.
Al fin pudo levantarle y cargarle sobre su cuerpo, y con la ayuda de otros conductores que lo ayudaron desde lo alto del muro, en el desvío elevado, lograron alejarse de las llamas «porque hacía un calor que no era normal». Fue un instante antes de que algún componente del camión explotara. «Sentí que me retumbaba el pecho». Quizá fue el tanque de combustible porque tanto la cabina, como el remolque, como la carga, las bobinas de papel, «estaban envueltas ya en llamas».
«Quería recuperar su móvil»
Una vez a salvo, Cabral tuvo un minuto para hablar con el camionero. «Le pregunté cómo se llamaba y me dijo que Carlos». «Luego me preguntó por el móvil, insistiendo mucho. Y le dije, casi enfadado, que le había salvado la vida y que me importaba un bledo su móvil». Pero como insistía le dejó utilizar el suyo. El camionero le dio un número. Supuestamente era el de su mujer, pero al otro lado nadie respondió. «Estaba como muy ido, creo que no sabía muy bien ni lo que me decía». Pero tuvo mucha suerte «porque tras salir despedido del camión, sufrir esos golpes y después de estar rodeado por las llamas, no parece que tuviera huesos rotos ni nada parecido».
Tan sobrepasado por el trauma debía estar el camionero que sólo se le ocurrió pedirle un cigarrillo a su rescatador. «Me pidió un pitillo y le dije que no fumaba. Yo no daba crédito», señala Cabral. Cuando le preguntó qué le había pasado, cómo era posible que hubiera empotrado el camión contra el muro de la bifurcación, «me dijo que no iba bebido, que no se había dormido, que sólo se le había desplazado la plataforma. Cuando usan ese término se refieren a que se les ha movido la carga».
Todo ese tiempo de rescate y conversación, que transcurrió en apenas cinco minutos, le pareció una eternidad. Después llegaron los efectivos de la Guardia Civil y los sanitarios. Los primeros cortaron la circulación en la A-67 porque las llamas lo cubrían todo. «Unos segundos más y este hombre habría muerto calcinado. Me lo dijo un guardia:'¡Chaval! que sepas que le has salvado la vida'». «Y luego, con calma, empecé a pensar en todo lo que había pasado».
Cabral regresó a casa, y tan pronto como su mujer e hija le abrieron la puerta rompió a llorar. «'¿Qué te pasa?', me dijeron, y les conté todo». La noche tras el accidente descansó mal y rumió lo sucedido hasta quedar consumido por la ansiedad. «He pensado después lo que hice, el peligro que corrí. Que podía haber muerto allí con este hombre mientras tenía esperándome en casa a mi mujer y a mi hija». Este viernes le tocó atender a los medios de comunicación para compartir un relato que gracias a él tiene final feliz, pero, como muchos héroes de la ficción, Mariano Cabral no quería reconocimiento sino recogerse en su casa a descansar.
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