El Puntal será una pequeña isla y la playa de Somo desaparecerá en 2050, según Greenpeace
El informe 'Destrucción a toda costa' vuelve a desgranar un año más los efectos del cambio climático y el urbanismo en el litoral cántabro
El Puntal convertido en una pequeña isla, sin rastro de la playa de Somo y un acantilado de rocas entre los arenales de El Puntal ... y el de Loredo en 2050. No es el escenario de una película apocalíptica, es una de las advertencias que lanza la organización ecologista Greenpeace en su informe anual 'Destrucción a toda costa' en el que pone negro sobre blanco los efectos que tendrá el cambio climático y el urbanismo en el litoral cántabro de no dar marcha atrás a un modelo que pone «al límite los ecosistemas costeros».
No es el primer organismo que alerta de este peligro en Cantabria. Los científicos del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria (IH) ya dibujaron hace más de un año este escenario con un horizonte temporal de 15 o 20 años tras insistir en que los arenales se encogen cada vez más, en el caso de El Puntal con 10 metros menos al año. Cada vez más largo y estrecho.
En esta nueva edición del informe, la ONG ambiental pone el foco en el aumento de la presión turística en Cantabria y el impacto del cambio climático como un cóctel perfecto contra el ecosistema. Greenpeace estima que el nivel del mar en Cantabria subirá una media de 25 centímetros en 2050, lo que significaría que el agua entrará unos 25 metros en tierra y señala varias playas cántabras como «áreas de riesgo potencial significativo de inundación».
Las zonas que Greenpeace cita como en mayor peligro de inundación en la región son San Vicente de la Barquera (ría de San Vicente y San Andrés con afectación a marisma de Pombo y de Rubín, playa Gerruca y playa Gerra); Miengo (playa de los Caballos, la Concha y Cuchía en el entorno de la ría de San Martín de la Arena. Ría de Mogro y cercanas playa de Valdearenas y de Canallave en el entorno de las dunas de Liencres); Marina de Cudeyo (entorno Bahía de Santander, playa El Puntal y Somo); Noja (entorno ría de Cabo Quejo y Marisma el Vao, playa de Joyel y del Ris, entorno ensenada de Noja, playa de Helgueras y Tregandín y marismas de Victoria); Santoña (playa Berria, entorno Marismas de Santoña (Parque Natural); Colindres (Bárcena de Cicero, Voto y Limpias en el entorno de sus rías (ría de Treto, Rada, Limpias) y Castro Urdiales (ensenada de Urdiales con la playa de Ostende y ensenada de Brazomar).
También señala las playas en riesgo de erosión y pérdida de porcentaje de superficie. La más afectada de todas sería la de Somo, en riesgo extremo con una pérdida de entre el 90 y 100% de arena, mientras que un escalón por debajo, en riesgo muy alto, está la de Gerruca con una pérdida de entre 69% y 89%. La lista más extensa es la de los arenales en riesgo alto, con pérdidas de entre 30 y 69%, con las del Pedrero, de las Arenas, Berellín, Gerra, Cuchía, El Puntal, Berria y Ostende.
El documento pone en el centro de la diana a la «presión turística» que empuja a Cantabria y cita uno a uno ejemplos de «masificación» que los cántabros han podido comprobar en primera persona en estos últimos años en los que la región está más de moda que nunca. Los problemas con los coches en los accesos de playas como Valdearenas y Canallave, vehículos aparcados dentro de espacios protegidos y la saturación en varios atractivos turísticos como el bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal y el Faro del Caballo...No pasan por alto tampoco los récords de viajeros y pernoctaciones, el boom de los pisos turísticos -tan de actualidad- e incluso apuntan directamente al riesgo del proyecto de construcción del polémicomacrocomplejo con campo de golf en los acantilados entre Loredo y Langre en terrenos calificados como zona de Protección Litorial y zona de Ordenación Forestal.
Sin dejar pasar lo «urgente» del asunto, Greenpeace también propone soluciones. Según explican en el informe, con una reducción «moderada» de las emisiones de gases de efecto invernadero se podría evitar el 40% del retroceso de playas en todo el mundo. Entre las propuestas, insisten en poner coto a la turistificación, proteger la biodiversidad, mantener claras las estrategias a nivel nacional y regional, preservar los tramos de costa virgen, paralizar los grandes proyectos urbanísticos en trámite en zonas inundables o de riesgo o reforzar el transporte público, entre otras.
Mapa interactivo de Greenpeace sobre los impactos urbanísticos en la costa española.
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