«La reducción de los ratios de alumnos es un acierto absoluto»
Afronta el 75 aniversario del centro de los Capuchinos con ilusión y centrada en la inclusión de los alumnos con dificultades
Rosana Giraldo (Santander, 1976) lleva dos décadas trabajando en el colegio concertado San Antonio, perteneciente a los Hermanos Capuchinos. Hace dos años que asumió la ... dirección del centro, siendo la primera mujer en ocupar este cargo en sus 75 años de historia, que se cumplen ahora. Habla con devoción y admiración del colegio y de los profesionales que lo integran y en este camino, no exento de dificultades, da «gracias» a que alguien confió en ella y «al apoyo diario» de su familia. Reconoce que «muchas cosas han cambiado en todos estos años: algunos compañeros; por supuesto, los alumnos; varias leyes educativas; pero lo que se ha mantenido imperturbable es nuestro espíritu de servicio a la comunidad. Ese es el andamiaje sobre el que se estructura nuestro colegio y me siento muy realizada por formar parte de él».
–El colegio San Antonio cumple 75 años, de la mano de los Hermanos Capuchinos y del fin de la Guerra Civil.
–Cuando se fundó, la Guerra Civil había finalizado, y el entorno de Puertochico no era como lo conocemos en la actualidad. Era un barrio pobre, donde vivían familias de pescadores y sus hijos correteaban por las calles, muchos de ellos sin escolarizar. En el año 1948, el padre Jacinto de Fontanil, muy sensible con esta situación, comenzó a dar clase en una celda del convento a quince niños. Como dijo el maestro de novicios, Ignacio Romero de Raizábal: «Empezó como en broma, sobre la marcha, muy a lo franciscano», y para celebrar este aniversario estamos organizando diferentes eventos, a los que están invitados todos aquellos que han formado parte de la familia capuchina durante todos estos años.
–En los años 40 se traslada a su actual ubicación, en la calle San Martín. 75 años después, usted afirma que su espíritu fundacional sigue vivo.
–En los años 40, los Capuchinos acababan de construir el convento y la iglesia de San Antonio, en el antiguo solar de la empresa Café Dromedario, en la calle Juan de la Cosa. En esa época estaban de moda las escolanías de niños. Con unos inicios muy modestos, el colegio fue creciendo con el objetivo de luchar por consolidar su labor, atendiendo a las necesidades de los desfavorecidos. Y en esa línea seguimos trabajando hoy en día.
–Es la primera mujer que dirige este colegio, tras la marcha de los Hermanos Capuchinos de Santander. Imagino que el cambio no ha sido fácil.
–Tradicionalmente, este colegio ha sido un centro dirigido por hombres. Al jubilarse el director general, el padre Miguel, y el director pedagógico, Hipólito Díez, fui nombrada sucesora de este último, en 2019. Dos años más tarde nos llegó la triste noticia de la marcha de los Hermanos Capuchinos del convento, entre ellos, el titular del centro, padre Miguel Fuente. Así, en 2021 pasé a ser yo la titular. En este momento la sucesión me dio mucho vértigo, pero somos un equipo que crece en las adversidades y tuve todo el apoyo de mis compañeros.
–¿Qué caracteriza a este centro escolar?
–Somos un centro concertado de Secundaria pequeño, familiar e inclusivo. Lo que nos hace realmente diferentes es el equipo humano que forma el claustro, nuestra forma de trabajar, partiendo de las necesidades del alumnado y nuestra capacidad de adaptación a las dificultades que vienen en las mochilas de estos adolescentes. Practicamos el franciscanismo como modo de dar sentido a nuestro trabajo.
–La atención individualizada es su seña de identidad, según recoge su Plan de Atención a la Diversidad. ¿En qué consiste?
–Tenemos grupos reducidos para poder dar una respuesta educativa, ajustada a las necesidades de nuestro alumnado. En esta línea de actuación, nos coordinamos con todos los agentes relacionados con el bienestar de nuestros chicos: familias, academias, Salud Mental Infanto-Juvenil, Servicios Sociales, gabinetes psicopedagógicos y centros de acogida. Además, contamos con dos aulas de apoyo a la integración que están atendidas por tres profesores.
–Su centro acoge el programa PROA+. ¿En qué consiste?
–Es el Programa para la Orientación, el Avance y el Enriquecimiento Educativo, financiado por los Fondos Europeos y está dirigido a centros que escolarizan a alumnado vulnerable. Desde el curso pasado contamos con el apoyo de la Consejería para participar en este programa, que consiste en el desarrollo de un huerto ecológico en los jardines del convento de los Capuchinos, donde trabajamos, entre otras cosas, los objetivos de desarrollo sostenible y también organizamos jornadas de buenas prácticas con otros centros.
–La ratio por clase ha bajado a 20 alumnos en Infantil y el curso que viene, en primero de Primaria. ¿Es un acierto o un verdugo?
–Un acierto absoluto. Si queremos parecernos a Europa esta cifra tiene que seguir decreciendo con el fin de poder atender mejor a nuestros alumnos.
–¿Cómo afrontan la aplicación de la Lomloe?
–A sabiendas de que implica formación, trabajo extra y un cambio metodológico que a los docentes nos cuesta. Afortunadamente, en el Colegio San Antonio no nos asustan los retos y desde hace años nosotros venimos desarrollando muchas actividades que ahora se llaman situaciones de aprendizaje.
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