«Vienen de la playa y se dan cuenta: ¡las llaves!»
Un verano a la última ·
El cerrajero santanderino 'rescata' a la semana a una media de ocho familias: «Uno de los sitios en los que sacamos a más turistas es en los baños públicos»Dos décadas de cerrajero dan para mucho y Manuel San Emeterio lo sabe bien. Desde los dieciocho años ha crecido profesionalmente en la Ferretería Montañesa, ... un clásico del sector en Santander, donde a la semana 'rescata', de media, a unas ocho familias que han perdido las llaves. Rescata, sí. Porque para los que están en la puerta sin poder entrar en casa es todo un rescate. Nervios, prisas y hasta sudores. Durante esta época, lo más común es que las llaves se queden enterradas en la arena. Y él trabaja ante la cerradura con 'público' en chanclas.
–Mes de julio, cinco de la tarde, 34 grados. ¿En qué piensa uno mientras forcejea con una puerta ajena?
–Bueno, la verdad es que no piensas en mucho. Muchas veces la gente se pone nerviosa, piensa que vas a tirar la puerta abajo o algo así. Pero no, es llegar y, en un momento, se abre. Ya con la experiencia no me pongo nervioso, pero sí que me afecta cómo está la persona que te ha llamado. Normalmente están agobiadísimos, hace calor, se ponen muy tensos… Y, al final, me pongo más nervioso por ellos que por el trabajo en sí.
–¿En verano nos volvemos más olvidadizos con las llaves?
–Sí, sí, sobre todo en la playa. La gente va en familia, con prisas, con niños… Muchas veces se les pierden allí. Otras veces, simplemente salen deprisa de casa y se las dejan dentro sin darse cuenta. Y claro, no se dan cuenta hasta que ya están volviendo a casa de la playa, cansados. Ahí es cuando cae la ficha: '¡Las llaves!'. Es muy típico.
–Si le diesen un euro por cada vez que alguien dice 'no sé cómo ha podido pasar…'. ¿Seguiría en el oficio o ya estaría jubilado?
–Totalmente jubilado. Tendría una mansión a estas alturas. Es lo que más me dicen. La gente no se lo espera nunca y, cuando les pasa, se quedan en shock. Muchas veces dejan las llaves puestas por dentro, por seguridad y claro, te dicen: 'Nunca me ha pasado, nunca me he dejado las llaves puestas'. Pero ya sabes, nunca pasa hasta que pasa.
–No me lo diga, seguro que ha tenido a alguien en chanclas y calado de agua esperando ante una puerta…
–Chanclas, bañador, todos los juguetes… En verano es lo más habitual. Hasta gente con la toalla al hombro.
–¿Muchos turistas, entonces? Y con esto de los pisos turísticos…
–Pues sí, en los pisos turísticos muchos propietarios vienen porque hacen muchas llaves. Y uno de los sitios en los que sacamos a más turistas es en los baños públicos. Pasa muchas veces que se quedan encerrados.
–Confiese: alguna vez ha abierto la puerta y se ha encontrado…
–Una vez llamó un taxista de la zona —un cliente habitual que tiene la parada cerca— para que fuéramos a un piso que tenía alquilado desde hace años. El inquilino no respondía. No fui yo, fue otro compañero. Al abrir la puerta se encontró con un hombre fallecido. Imagínate el panorama: la policía, el levantamiento del cadáver… Todo eso. Fue una escena dura.
–¿Sabe cuándo la puerta se va a resistir antes de meter la llave?
–Sí, sí. La situación se ve rápido. Si es sencillo la abres al momento, pero como ya empieces a intentarlo... Eso se ve al minuto, si va a ser fácil o difícil. Claro, la experiencia. Eso, al principio, la primera vez igual no te das cuenta, pero cuando llevas unos años, en cuanto llegas, en el primer toque, te das cuenta que te va a costar.
–¿Tiene algún ritual para cuando todo se complica? ¿Un gesto, una frase, una superstición de cerrajero?
–No, ningún rito. Lo fundamental es la paciencia. Muchas veces, aunque tengas experiencia, cada caso es distinto. Un cerrajero sin paciencia lo tiene muy difícil. Y si, además, te pones nervioso porque la gente de casa está agobiada, aún peor. Hay que mantener la calma y el tacto. Algunos de los clientes son muy amables y te dejan trabajar tranquilos. Otros te chillan cómo lo vas a hacer. Yo siempre insisto: soy el profesional, necesito espacio. Hay que saber manejar eso con paciencia y buen trato, porque no todos reaccionan igual.
–¿Las llaves tienen algo de carácter? Hay algunas que parecen hechas para perderse…
–Mucha gente subestima lo de perder las llaves, pero no es tontería. Si desaparecen y no sabes dónde están, lo primero es cambiar el bombillo de casa. No está muy bien tomarlo a la ligera. Perder la llave es algo serio.
–Y usted, ¿alguna vez ha perdido las llaves?
–Tengo suerte que no. Estaba ya destinado a este oficio. Pero no, y me alegro de que así sea.
–Para terminar, un consejo para quienes salen de casa en verano y no desean recibir visitas no deseadas.
–Primero, un bombillo de seguridad de calidad y, si pueden, doble cerradura. Hay cilindros desde cuarenta o cincuenta euros reguleros, pero por unos cien ya tienen uno muy bueno. Merece la pena invertir eso para mayor tranquilidad. Luego, añadir un escudo protector y, si quieren más, un cerrojo adicional. Todo suma capas de seguridad.
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