Patrimonio
Jueves, 16 de enero 2020, 10:11
Patrimonio arqueológico
Cerca de Herrerías, a las afueras de Riclones (Rionansa) sobre la confluencia de los ríos Lamasón y Nansa, a orillas del embalse de la Palombera se encuentra la cueva de Chufín. Custodia un yacimiento arqueológico datado en el Solutrense Superior (17.000 años de antigüedad) y cuatro conjuntos de arte parietal paleolítico. En Cades, en el mismo municipio de Herrererías, se localiza el yacimiento prehistórico de La Pica. Se trata de una surgencia fósil con un abrigo de entrada que alberga un depósito del Paleolítico Superior y varias manifestaciones de arte parietal paleolítico. Se trata de un panel de puntos rojos localizado al fondo del vestíbulo y en un friso de un saliente.
Patrimonio civil
En el lugar de Cabanzón destaca la torre-fortaleza, de los siglos XII a XIV, que perteneció al señorío de Rábago. De planta cuadrada, es fuerte y ancha, de mampostería y con pocos vanos. Se caracteriza por conservar a su alrededor una cerca almenada. Vestigio feudal de un posible sistema defensivo del área de influencia de la villa de San Vicente de la Barquera, fue declarada Bien de Interés Cultural en 1992.
En cuanto a arquitectura señorial de la Edad Moderna, en Cades sobresale la casona nobiliar de los Rubín de Celis, una construcción señorial del siglo XVIII resuelta en dos cuerpos, en su fachada principal, balcón forjado y doble escudo. Cuenta con una capilla y un hórreo (panera). Respecto de la arquitectura decimonónica es de reseñar una vivienda situada en Rábago con buhardillas de influencia francesa.
Este municipio mantiene una interesante arquitectura popular en todas sus localidades. Se trata de casas pequeñas, rústicas, en hilera, formando barrios, con pronunciados muros cortafuegos y balcones entre ellos, con aleros tallados. Con el final de la Edad Media y el auge del comercio marítimo se produjo el florecimiento artístico del valle de Herrerías. Camijanes destaca por su conjunto de viviendas de alto interés etnográfico, donde hay una casa de indiano de principios del siglo XX.
Patrimonio religioso
La mayoría de las iglesias del municipio de Herrerías datan de los siglos XVI y XVII y en su interior conservan interesantes retablos populares. Entre ellas se cuentan la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (Bielva), Santa Eulalia (Cabanzón), San Juan (Cades), la Virgen de Loreto (Casamaría) y San Facundo (Camijares).
Nuestra Señora de la Asunción de Bielva comenzó a edificarse en el siglo XVI, mantiene los patrones de la arquitectura gótica, con bóveda de gruesos nervios en el ábside, el resto con terceletes, espadaña de dos troneras y los canecillos decorados en caveto. En el exterior, cuenta con arcosolium gótico. Custodia un retablo mayor con relieves del primitivo retablo del siglo XVII. Junto a la iglesia, se conserva una necrópolis de tumbas de lajas, sin excavar, que corresponden a los siglos IX-XII.
Santa Eulalia de Mérida de Cabanzón custodia un retablo salomónico del siglo XVIII, así como una cruz de humilladero de la Virgen Dolorosa. La iglesia de San Juan de Cades, a pesar de ser del siglo XVI, conserva de época gótica su ábside (siglo XIII). Lleva arco triunfal apuntado y sin capiteles; su bóveda se apoya sobre impostas de bolas.
La iglesia de la Virgen de Loreto de Casamaría, reformada en los siglos XIX y XX, conserva un ábside de tradición gótica del siglo XVI. La iglesia de San Facundo de Camijares alberga un interesante retablo popular romanista de mediados del siglo XVII.
Patrimonio industrial
En este apartado cabe destacar el molino de Camijares (1761), la ferrería de Cades y el puente que se alza sobre el río Nansa en la localidad de Camijares, de sillería, con un único ojo en arco de medio punto. La ferrería de Cades, una de las construcciones más emblemáticas de Herrerías, aparece declarada en el Catastro de Ensenada (1752) por su propietario Francisco Antonio de Rábago, vecino de Tresabuela en el valle de Polaciones. Su producción no superaba los 1.000 quintales macho (79 toneladas) anuales exportadas por el ribero de Muñorrodero y el puerto Piedras Luengas. En un documento fechado entre 1779 y 1790 se describe la ferrería como «un edificio (...) con todas sus presas, mampresas, comportages, camarado, herramientas dobles de yunque y mazo, goa, tenazas, mazas, barras, doce toberas y una criba de cobre, árboles de majar y sonar, barquines de piedra y madera, carboneras y todas las demás herramientas necesarias para estar corriente y andar (...). Fue abandonada en la segunda mitad del siglo XIX. En el exterior de este edificio se pueden ver los restos del canal que alimentaba la antepara y junto a ésta las ruinas de un antiguo molino que funcionó hasta mediados del siglo XX. La ferrería fue restaurada hacia 2000 sobre un proyecto de los arquitectos Luis Azurmendi y María Ángeles Gómez basado en un escrupuloso respeto de los elementos originales. Simultáneamente se recuperó la maquinaria siguiendo textos del XVIII, sobre todo aquellos debidos a Villareal de Berriz.