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El mágico estallido del color 'fauvista'

El mágico estallido del color 'fauvista'

La Fundación Mapfre reúne un centenar de obras de las geniales y osadas 'fieras' que colocaron el color en el epicentro del arte

Miguel Lorenci

Jueves, 20 de octubre 2016, 13:36

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Salvaje, fugaz y decisivo. Así fue el fiero movimiento fauvista. La primera revolución plástica del siglo XX que convirtió al color en el emperador de la pintura. Fue más allá que el impresionismo y situó el color en el epicentro de la obra de arte, muy por encima de la línea, el tema o la composición. Fue un feliz estallido de color salvaje que se produjo en 1905 y apena duró hasta 1907. Los fauvistas, la fieras de la explosión cromática, no fueron un grupo homogéneo ni se asentaron sobre un manifiesto. Eran amigos con intereses comunes y convencidos de que el color era la expresión máxima de la emoción, la libertad y la imaginación. Cambiaron sin proponérselo la historia del arte.

Matisse fue el padre de de este fugaz movimiento que apenas duró dos años, pero cuya huella estuvo muy presente a lo largo de todo el siglo XX y llega hasta nuestros días. La fundación Mapfre lo revisa ahora en su gran exposición de la temporada, Los Fauves; la pasión por el color, que estará en cartel hasta enero de 2017 y que reúne lo más brillante de la espectacular producción de este influyente y fugaz movimiento.

En su completo recorrido por el fauvismo, reúne más de un centenar de pinturas, numerosos dibujos, acuarelas y una selección de piezas de cerámica, acaso lo más desconocido de la producción fauvista.

Henri Matisse, André Derain y Maurice de Vlaminck son los tres precursores y líderes de un movimiento liberador, polémico y exuberante, basado en la exaltación de los tonos puros, que situó la independencia del color en el centro del debate artístico.

Es la primera gran vanguardia artística del siglo XX, destaca María Teresa Ocaña, comisaria de la exposición. Fue un movimiento nada premeditado y sin un fundamento teórico en tono al cual se aglutinaron unos jóvenes entusiastas que amaban el color y la vida.

Su escandaloso nacimiento tuvo lugar en el salón de otoño de 1905 en París. Cuando el crítico Louis Vauxelles se enfrentó a aquellos cuadros de exuberante y salvaje colorido que atisbó entre dos esculturas clásicas de mármol. Donatello entre la fieras, escribió, acuñando una feliz expresión que perduró a pesar de llamar fieras fauves en francés, a los osados e innovadores artistas.

Aquella eclosión de color causó escándalo, sorpresa, pero fue finalmente apadrinada y asumida por los críticos y los marchantes más audaces, explica la comisaria. Los fauvistas van más allá de los impresionistas y los posimpresionistas en el tratamiento del color. Al exacerbarlo lo reivindican como expresión de su imaginación y su sentimiento de libertad, apunta Ocaña.

Apenas duró dos años un suspiro según la comisaria, pero dejó un profunda huella en movimientos posteriores como el expresionismo, además de un corpus ingente de obras, muchas de ellas iconos del arte del siglo XX, precias Ocaña.

Acróbatas de la luz y de color, el heterogéneo grupo intercambió experiencias, talleres y modelos. Poco a poco se incorporaron nuevas firmas y valores como Raoul Dufy, Geoges Braque o Hernri Manguin.

La exposición ha sido posible gracias al apoyo de los más de ochenta prestadores que han cedido piezas magistrales. Entre ellos destacan importantes instituciones públicas como la TATE de Londres, el Centre Pompidou de París, el Musée dart moderne de la Ville de Paris, la Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Düsseldorf, el Milwaukee Art Museum o el Statens Museum de Dinamarca, que ceden algunas de sus obras más emblemáticas.

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