Ana María Poveda Pérez propone en Mecha una pausa como resistencia poética
La artista colombiana muestra en la Galería santanderina su nuevo proyecto 'La caída, no te deslices', una metáfora sobre la inestabilidad de nuestros referentes
Un gesto lúdico y poético y también utópico, el de un cuerpo deslizándose en un monopatín sobre las nubes, sirve de punto de partida ... del proyecto expositivo que la artista colombiana Ana María Poveda Pérez muestra en la santanderina Galería Mecha. La exposición una instalación que ocupa prácticamente toda la sala en la calle Magallanes parte de esa imagen absurda y hermosa como una forma de cuestionamiento del ideal celeste, de la virtualidad como espacio de deseo y de las estructuras que rigen las aspiraciones de la humanidad. Una exposición, que lleva por título 'La caída, no te deslices' y que propone una pausa. Un rodeo. Un respiro. Un gesto absurdo y tierno: patinar sobre las nubes. No como evasión, sino como resistencia poética frente a la aceleración y la homogenización.
La artista lo hace, tal y como se señala en la hoja de sala, a través de tres momentos en los que se propone al espectador una lectura crítica del cielo como escenario simbólico, estético y también político. Porque considera que: «Patinar sobre las nubes no es sólo una utopía visual: es una metáfora de la inestabilidad de nuestros referentes y del esfuerzo constante por alcanzar algo que se disuelve al tocarlo».
El primero de esos tres momentos , al que llama 'Contenedor artificial: fabricar el cielo' es una instalación en la que a través de referencias a la alegoría de la cueva de Platón, se plantea una lectura contemporánea del cielo como pantalla: un espacio mediado, lleno de imágenes filtradas, de nubes publicitarias, de paraísos digitales. En ella, las obras dialogan con esos imaginarios artificiales. Se apropian de residuos visuales del entorno virtual para construir un nuevo paisaje simbólico: cielos que caen, nubes pesadas, sueños pixelados. La 'nube' deja de ser un lugar etéreo y se convierte en archivo, en ilusión de progreso, en reflejo del esfuerzo estandarizado hacia metas imposibles.
En un segundo momento de la exposición, la imagen del patinador en el aire, suspendido por una fracción de segundo, se convierte en una metáfora de la memoria. Es lo que la artista denomina 'Detener el salto'. Esta sección reúne piezas que trabajan con la detención del tiempo, con la captura de momentos fugaces que se expanden en la mente. Fotografías, pinturas y objetos construyen un archivo de cielos y cuerpos detenidos en pleno salto, proyectando en el espectador una sensación de nostalgia, de extrañeza, de repetición que nunca es idéntica.
Por último, el cielo se transforma finalmente en un trayecto: uno sin destino fijo, sin llegada. Un territorio donde se ponen en juego conceptos como ortopraxis y ortodoxia, prácticas y creencias que configuran el modo en que habitamos el mundo -físico o virtual- y sus reglas de exclusión, vigilancia y censura simbólica. Es la tercera sección o momento -'Un camino hacia ningún lugar'- en el que las piezas tensionan la estética del 'vaporwave', el 'glitch', el lenguaje infantil o pedagógico, para revelar cómo la violencia puede camuflarse en lo tierno, cómo el sistema puede disfrazarse de juego. La superposición de imágenes crea un espacio híbrido que cuestiona nuestras nociones de representación, presencia y realidad. Se abre así un territorio intersticial desde el cual reflexionar sobre la imagen, no solo como documento, sino como construcción mental y política.
Ana María Poveda Pérez llega por primera vez a la galería de Casilda Pérez del Molino con una respetada trayectoria a sus espaldas. Vive y trabaja entre Madrid y Bogotá. Es graduada en Bellas Artes por la Universidad de Los Andes (Bogotá), con estudios complementarios en Antropología. Cuenta con un máster en Diseño de Espacios por la UAB (Barcelona) y otro en Investigación en Arte y Creación por la UCM (Madrid). Su obra se ha expuesto en numerosas instituciones de ambos países y su línea de trabajo aborda la apariencia y la decoración de lo precario, indagando en la difícil separación entre el mundo material y otro en constante expansión, construido por algoritmos. Su búsqueda también plantea una inquietud existencial por la educación de la mujer.
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