La aristocracia del piano
Sir Andràs Schiff, no solo es una de las referencias absolutas de la historia de la interpretación pianística, sino una de las pocas que continúan en activo y en plenitud de forma. En el Festival lo demostró en una noche memorable
El viernes pasado compareció ante el público que llenaba la Sala Argenta del Palacio de Festivales nada menos que Sir Andràs Schiff, no solo una ... de las referencias absolutas de la historia de la interpretación pianística, sino una de las pocas que continúan en activo y en plenitud de forma técnica y artística.
Como quien ya mostró todo lo que podía brotar de su sabiduría musical, hoy se ocupa más de hacer hablar al silencio, de llenar las salas de concierto en las que comparece con notas especialmente aptas para cada espacio, de tal manera que nunca viene a programa tasado, sino que espera a comprobar el auditorio, su atmósfera, su acústica, antes de decidir cuáles de las obras que lleva en manos, corazón y cabeza se adapta mejor a cada velada. Enamorado de Johann Sebastian Bach, compartiendo quizás esa idea de que la música es la voz del silencio, el cantor de Leipzig no falta nunca en los recitales, y fueron así un regalo para el público santanderino la llave del concierto, el aria de las Variaciones Goldberg BWV 988 y el Capriccio sopra la lontananza del suo fratello dilettissimo BWV 992. Se trata de dos obras cargadas de leyenda, vinculada la primera al noble insomne que requería de una larga obra nocturna que le acompañara en sus horas sin sueño, y escrita con nueve años el bello Capricho, con motivo de la incorporación del hermano mayor del compositor, Johann Jacob, en calidad de oboísta, al ejército del rey de Suecia, Carlos XII. También del teclado bachiano resonaron dos obras de carácter virtuosístico, bien conocidas, el Concierto Italiano BWV 971 y la Fantasía cromática y fuga BSV 903. El Bach de Schiff es siempre memorable, se encuentra entre los no demasiados intérpretes que resultan capaces de aportar al piano una textura, una claridad de los contrapuntos, una transparencia de las voces, una exactitud en la articulación que permitan evocar un espacio híbrido entre el clave para el que fueron concebidas y el piano con el que se leen, un Bach modélico, sagrado y digno que llenó la Argenta desde la primera nota y provocó una atención expectante en un público que ya llegaba entregado.
AGENDA DEL FIS
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Hoy. Marcos Históricos. Iglesia de San Sebastián de Reinosa (20 horas). Agrupación coral El León de Oro. Dirección Marco Antonio García de Paz. Programa: 'La luz de la fe'.
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Mañana Marcos Históricos. Cueva El Soplao. Celis. (21.30 horas). El León de Oro. Idéntico programa.
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Mañana martes Sala Pereda. Jardín de haikus. Benet Casablancas. Conversación con Antonio Muñoz Molina. Moonwinds. Dirección. Joan Enric Lluna. A las 20 horas.
A Bach le acompañaron Haydn, con el sereno y hermosísimo Andante con variaciones en fa menor Hob XVII.6, y Mozart, con su Sonata en Si bemol Mayor K 570, donde la mano maestra de Schiff obtuvo ese impecable 'perlado', esa articulación ligera y envolvente de cada nota que nos conduce a un universo abierto y luminoso. Más Beethoven, que va abriéndose camino en las salas de conciertos de nuevo, preparando ese gran año que supondrá para la música el segundo centenario de su fallecimiento, dentro de dos temporadas. Y la obra elegida fue otra obra ambiciosa y conocida, la Sonata para piano nº 17 en re menor Op.31 nº2, conocida con el sobrenombre de 'La tempestad', pura energía en el movimiento inicial, amable y serena en el adagio, y ligera, lírica, emocionante en la lectura del rondó, el allegretto final que se cuenta, a mi juicio, entre las páginas más inspiradas de Beethoven y que encontró a su cantor ideal en el talento de Schiff.
Al aplauso encendido del público, respondió el pianista con tres bises, un vals de Chopin, una de las romanzas sin palabras de Mendelssohn y uno de los impromptus de la D.899 de Schubert. En resumen, dos grandes espacios narrativos, la exigente y excelsa producción de Bach elevada a la categoría de salmo meditativo, y la exposición del universo del Clasicismo vienés hasta su entrada en los primeros apuntes románticos, vestida de emoción, energía y precisión técnica. Una noche memorable dedicada a un instrumento que tantas noches memorables ha traído hasta el Festival Internacional de Santander, como podríamos apreciar recordando unas pocas presencias imborrables: Artur Rubinstein, Wilhelm Kempff, Rafael Orozco, Alicia de Larrocha, Tatiana Nikolayeva, Pogorelic, Zimmerman, Badura Skoda, Achúcarro...
Pero es que este año, esta precisa edición, ha abierto con Sir Andràs Schiff un verano de ambición y altura en la presencia de grandes pianistas, distribuidos en diversas generaciones. Son grandes noches las que barruntamos, desde el joven canadiense Bruce Liu, ganador del Premio Chopin en 2021, desde entonces toda una estrella del rock a la manera en que hoy se reconoce a los nuevos talentos, y que interpreta junto a la Orquesta NCPA de China el exigente Concierto en Sol Mayor de Ravel, hasta las generaciones bien asentadas ya con el francés Alexandre Tharaud (el Segundo Concierto de Shostakovich, junto a la Orquesta Francesa de Jóvenes), el Beethoven perfecto de Paul Lewis, de quien ya nos enamoramos hace unos años con ese tremendo recital en que interpretó las Sonatas 30, 31 y 32 de Beethoven, y que llega ahora con el Concierto nº5, Emperador, junto a la Sinfónica de Tenerife y la batuta de Víctor Pablo Pérez. Todavía más allá, la presencia por vez primera en Santander de la franco-georgiana Khatia Buniatishvili, una absoluta estrella en el panorama internacional, que trae de nuevo al Festival una obra querida y celebrada por el público, muy frecuente en los 79 / 80 pero ausente de nuestro escenario en los últimos años, el Concierto nº para piano y orquesta de Tchaikovsky, bajo la dirección de nuestro Jaime Martín, y con la Orquesta Sinfónica de Melbourne.
Cinco miembros destacados de la más exquisita aristocracia del piano, cinco noches que, no me cabe duda, formarán parte de nuestra memoria musical y de la historia cultural de nuestro festival.
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