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Estar contigo. 2022. Óleo sobre tabla. J.L. Mazario

'Una arquitectura de la soledad' construye el reencuentro de Mazarío con la galería Siboney

La fidelidad del pintor a su ideario artístico se plasma en una treintena de nuevas obras, en su mayoría fechadas en 2021, que se exhiben desde hoy hasta enero

Guillermo Balbona

Santander

Sábado, 3 de diciembre 2022, 08:18

Tiene algo de centinela y farero de la pintura. Atisba las dimensiones de la idea, desnuda los límites del formato y desentraña la velocidad que requiere la mirada de cada obra. José Luis Mazarío siempre está dentro y fuera del cuadro. En el canon que pide transgresión y en la duda de lo inacabado. En la fuga sostenida de una escena/escenario, reconocible o no, y en lo que lucha contra la impostura o se torna definitivamente huidizo. El regreso de Mazarío a Siboney, bajo el epígrafe 'Una arquitectura de la soledad', supone una nueva entrega de obras recientes –mayoritariamente de 2021, también del presente año–, en lo que puede considerarse una nueva entrega de unos cuadros que hablan «de la vida lenta, de cómo el tiempo que se desliza casi imperceptible sobre las cosas». Óleos sobre tabla integran la muestra, a modo de continuidad de su anterior exposición en este espacio, tal como subraya su galerista Juan Riancho. «Así nos quitamos el agridulce sabor que nos dejó aquella, ya que bajo el genérico título de 'Pequeñas rarezas', se celebró en un contexto difícil de olvidar para todo (pandemia) y que restó de una forma drástica las visitas».

En 2017 Mazarío protagonizó una doble cita expositiva: la realizada en el Centro del Faro Cabo Mayor, 'Caer en la cuenta', cuya característica consistió en que todas las obras estaban pintadas al natural y en los alrededores del propio Faro. Y, en paralelo, en la galería Siboney, presentaba 'Ornato y tierra' –una exposición en muchos aspectos complementaria– en la que mostraba un repertorio de registros artísticos en tan sólo 28 metros cuadrados, «aunando escultura, dibujos y terracotas que convivían y ayudaban a conocer el trabajo de un artista, en cuya pintura, el color toma el mando absoluto y se independiza».

Mazarío expuso por primera vez en 1988, y pese a transcurrir casi 35 años el artista, que transita al margen de las corrientes dominantes, permanece fiel a su ideario artístico. En 1999, con motivo de su primera muestra en Estampa, Guillermo Solana escribió que la pintura de Mazarío «reflejaba una personal poética de la intimidad, sus cuadros hablan de la vida lenta, del tiempo que se desliza casi imperceptible sobre las cosas». Como citaba el poeta Lorenzo Oliván en el texto para su exposición 'Caos y memoria' de 2008, Mazarío hace buena una famosa frase de Morandi: «Nada es más abstracto que el mundo visible».

Entre Hopper y Friedrich, Morandi y Giorgio de Chirico, el 'nuevo' Mazarío huye de la reinvención acomodaticia. Muestra por igual las llagas de las geometrías imposibles, la úlcera de la arquitectura de la soledad, la radiografía de los cuerpos en fuga.

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