«Ahora se hace un cine sin conciencia crítica ni observación de la vida»
Ganador de cinco Goyas y colaborador habitual de Pedro Almodóvar, el creador recibirá el Premio Faro de Honor en la Semana Internacional de Cine de Santander
A José Luis Alcaine le gusta mucho más hablar de cine que de premios. Aunque sea difícil aburrirse de ellos, si hay alguien a quien ... puede ocurrirle algo así es a él. Con los cinco Premios Goya a la mejor fotografía y sus dieciocho nominaciones, con el Premio de la Academia del Cine Europeo, el Premio Nacional de Cinematografía y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, además de ser académico de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, a Alcaine lo que le sigue entusiasmando es analizar planos, crear ambientes y contar historias con películas. El reconocido creador, colaborador habitual de Pedro Almodóvar, con quien ha participado en la última película del director manchego, 'Madres paralelas', recibirá el próximo sábado día 18 el Premio Faro de Honor de la Semana Internacional de Cine de Santander (SICS) por su larga y brillante trayectoria en el sector cinematográfico.
-Viene a Santander para participar en la SICS y recibir el premio más destacado del festival. Puestos a viajar, hay pocos motivos mejores que ese...
-Estoy encantado porque Santander es una ciudad maravillosa. He rodado varias películas en Cantabria. Una parte de 'Intruso', de Vicente Aranda, se rodó allí, y también 'Altamira', por supuesto. También he hecho alguna incursión en documentales. El espíritu de los festivales es muy bueno porque trata de reconciliar al espectador con el cine. Ahora hay una especie de alejamiento entre ellos y toda esta proliferación de festivales es bienvenida. Cada vez se reconoce más que el cine forma parte de la cultura.
-Cierre de salas, reducción de aforos, falta de estrenos... El cine ha sufrido mucho durante la pandemia. ¿Cómo ve la situación de la industria?
-La industria va bien porque ahora mismo España se ha convertido en una especie de centro de producción de series de Europa y como puente con Hispanoamérica. Lo que no va bien es el que podríamos llamar cine clásico, entendido como la gente que va a las salas a ver las películas. Eso va peor. En ese sentido creo que el problema no es solo la pandemia, sino que el cine actual, por la razón que sea, no llega a dejar huellas en los espectadores. En ese aspecto soy muy crítico. El cine actual está realizado de tal forma que se convierte en un 'fast food' de cine para la mayoría de los espectadores. Entran, salen y han pasado el rato como si hubieran estado en una terraza, pero no es objeto de esa huella que dejan las películas.
«España es el centro de producción de series de Europa y el puente con Hispanoamérica»
El cine actual se ha convertido en un 'fast food' para la mayoría de los espectadores»
-¿A qué responde esa situación? ¿La industria plantea un cine más banal o son los espectadores los que demandan ese tipo de propuestas?
-Creo que depende más de la industria que del público. El cine, por razones diversas, por la aparición sobremanera del género de acción, de 'aventura galáctica', por llamarlo así, ha dado lugar a un tipo de cine destinado a pasar el rato, muy basado en los cómics y demás. Es un cine con muy poca conciencia crítica, sin observación de la vida actual. Desde mi punto de vista, tal y como está creada la imagen del cine actual el espectador no entra en ella, no participa, porque los realizadores, directores y directores de fotografía de este momento se han criado en una época dorada de la publicidad, como fueron los años 80, 90 y 2000. Esa publicidad, que se veía en televisiones pequeñas y en la que los planos duraban muy poco, en la que un spot de 20 segundos podía tener 24 planos, fue hecha por gente que se dio cuenta de que poniendo el foco en un solo punto y dejando el resto del encuadre desenfocado, el espectador captaba enseguida la idea del plano.
-Un complejo relevo generacional...
-Esos pensadores y directores son los que están ahora al mando del cine y han llevado esa práctica publicitaria a la gran pantalla. Para mí, el problema es que esa táctica aleja al espectador de lo que está viendo porque se ve conducido, aunque lo acepte, y sale sin recibir esa huella. Al no participar, al ver solo lo que el director quiere que vea, no hace suya la película.
-¿El género se ha estandarizado entonces?
-Sí, y una prueba de ello es que otro elemento que ha desaparecido es la figura de ese director que los espectador siguen con expectación, lo que antes podía ser un Bergman en un sitio, un Fellini en otro, Buñuel, Truffaut, Hitchcock... Ya no se crea ese afán por seguir a un director que tiene un universo especial, del que la gente está pendiente por su última película. En España tenemos a Pedro Almodóvar, que todavía pertenece a esa categoría, pero ya quedan pocos.
-¿No es un drama que la industria haya renunciado a esa aspiración del cine como un lenguaje profundo, como un arte, y se haya centrado en el mero entretenimiento?
-Es un planeamiento en el que pierden tanto los espectadores como la industria. Pero bueno, mientras eso no varía todo el talento se está refugiando en las series. Casi toda la industria está trabajando en las series. Decía Spielberg hace ya quince años en una entrevista que los guionistas de aquella época eran de segunda categoría, porque los grandes guionistas estaban y están todos en las series. En Estados Unidos es una realidad absoluta, y tiene que ver con lo que les pagan y con el hecho de que en las series los guionistas son los auténticos creadores, los que hacen que éstas duren. Por eso las hay en las que han trabajado siete u ocho directores, pero siempre un único grupo de guionistas.
-La industria se ha transformado radicalmente con internet y las plataformas digitales, el consumo en casa en grandes pantallas, las series... ¿Cómo ve el horizonte del sector?
-El auge de las series está bien, se han convertido, por así decirlo, en la 'novela folletinesca' actual. No es algo despectivo. En el siglo XIX ese modelo de novela estaba representada por gente como Charles Dickens o Benito Pérez Galdós. Las series permiten plantear un relato mucho más profundo de algunas historias que necesitan mayor tiempo que el que permite la pantalla de cine, donde todo queda reducido a una hora y media, o dos, o dos horas y media en la película más larga. Hitchcock ya decía que él buscaba cuentos de unas pocas páginas, porque esas eran las historias que se podían hacer bien en el cine, creando imágenes poderosas, algo que es mucho más difícil cuando el relato que se plantea es muy largo.
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