En el cole me llaman friki
'Espías con disfraz' | Dirección: Troy Quane, Nick Bruno; Género: aciencia ficción; Salas: Cinesa y Peñacastillo
Guillermo Balbona
Santander
Martes, 31 de diciembre 2019, 10:12
Agítense los esquemas argumentales de 'Mentiras arriesgadas' y la saga Bourne; los modismos universales estilizados de James Bond y sus artilugios, más los toques al ... límite de 'Misión imposible' y el fruto es 'Espías con disfraz'. Una vitalista y jubilosa incursión animada en el universo del espionaje, los agentes dobles y triples y la parodia gadget con el suficiente ritmo y sentido del divertimento como para convertirse en una de las sorpresas de la campaña navideña. Con ironías sobre la educación y lo raro y un elogio de la diferencia como referente necesario en el mundo presente, la cinta de tempo trepidante juega a intercambiar los roles.
El joven parece adulto, y viceversa, aunque los verdaderos protagonistas son los artefactos, artilugios y objetos mil usos que asoman con una visión pragmática y maleable a lo largo de todo el filme. Lástima que vuelva a abusarse de los drones, como en recientes producciones, a la hora de potenciar la acción. 'Espías con disfraz', aunque adopta el modelo de género casi al pie de la letra (imagen) es una simpática historieta que se construye a partir del humor y la parodia, las mutaciones temporales y una permanente alusión al trabajo en equipo, de tal modo que todo lo que pueda significar 'súper' pasa por la amistad, el coleguismo y la solidaridad. Con ánimo viajero, buena y sólida apuesta por la imaginación y las secuencias de situaciones límites, set pieces nada desdeñables, la cinta es un canto muy definido de comedia de acción. Revoltosa, pero cuidada; sentido del humor que roza el absurdo y lo surreal; y vuelo pacifista de palomas con algunas cargas de profundidad sobre la forma de afrontar los problemas.
Troy Quane y Nick Bruno, el tándem en la dirección, firman su ópera prima juntos. Su inteligente batido tiene como atractivo el no eludir, ni enmascarar, ni ocultar los referentes de género de los últimos años y en convertir la invención y la imaginación en materiales imprescindibles para emprender cualquier iniciativa. Los frikis como singulares territorios para la extravagancia y la originalidad, el mundo raro como puerta abierta son algunas de las implicaciones gozosas tras la frescura de las vicisitudes del joven inventor.
Hay vida inteligente en la animación y con influencias de Pixar y distribución de Disney, quizás en su modestia resida buena parte de sus cualidades. Caben gags fantásticos sobre los tiempos y silencios y contiene un preludio, con espiritu de cortometraje cerrado, que ya augura la excelente factura del filme. En la versión original, si toca la pedrea en la sala a la que acudan, las voces son de Tom Holland y Will Smith, este más reconocible al prestar su imagen al dibujo y trazos del personaje con su identidad facial. Del genio precoz a la comedia alocada, los trayectos, idas y venidas, configuran una excelente zona de confort exenta de fuegos artificiales y ambiciosos virtuosismos. Un buen regalo animado para estas navidades.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión