Un delirio muy vivo
Embajadores Santander ·
Un cuento negro metafórico e híbrido, pleno de hipérboles imaginativas y perversas que, en su 25 aniversario, conserva todo su fondo de armario visualMuchas de las películas del cineasta Álex de la Iglesia se desangran por los márgenes, desbordadas de intensidad visual, fruto de su propio caudal y ... sus ganas enormes de contar una historia. No es difícil comprobar la desmesura en títulos que caminaban hacia la plenitud y después quedan atrapados en fases desiguales, en irregularidad, en tempos mal medidos por esa circunstancia. Sucede, por ejemplo, en el último tramo de 'El Bar', en 'Las brujas de Zugarramurdi' e incluso en la excelente 'Balada triste de trompeta'. En cualquier caso, el director bilbaíno, sin abandonar la hipérbole o haciendo de ella un elogio narrativo en el que asoman todas las virtudes y defectos de la condición humana, ha construido desde aquel magistral cortometraje, 'Mirindas asesinas', una de las historias visuales más personales del cine español. Entre artefactos sorprendentes, cintas fallidas, guiones excelentes y una mirada muy definida sobre criaturas y relatos, su mundo goza de influencias, guiños y homenajes pero siempre envuelto todo en un viaje de ida y vuelta en torno a su concepción del cine.
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País España
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Año 2000
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Dirección Alex de la Iglesia
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Guion De la Iglesia, Jorge Guerricaechevarría
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Música Roque Baños
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Fotografía Kiko de la Rica
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Reparto Carmen Maura, Emilio Gutiérrez Caba, Terele Pávez, Sancho Gracia
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Género Comedia negra
Tras adentrarse en la ficción seriada con '30 monedas' y a la espera del estreno la próxima temporada de 'La cuidadora', llega a las salas una de sus obras más sólidas y enérgicas, 'La comunidad', con motivo de su 25 aniversario. Antes que nada, como en el caso de 'La colmena' del santanderino Mario Camus, el de Álex de la Iglesia es uno de los títulos con un elenco de acierto pleno y con una creación coral.
Si a eso añadimos la presencia al frente de una Carmen Maura demiurga repartiendo lecciones de interpretación, el terreno para el resto parecía asfaltado. Hoy sigue siendo una de las mejores cintas de su director, permanece muy viva y continúa destilando una química explosiva muy cercana: desde esa mezcla de thriller, esperpento, juego con lo cotidiano inquietante, terror de vecindario y comedia negra, –sin ocultar su devoción por Hitchcock– sustentado por un lúdico humor que pone ante el espectador muchos espejos reveladores.
Álex de la Iglesia venía precisamente de 'Muertos de risa', otro ejemplo de cinta interesante pero fallida, y firmó en 'La comunidad' un ejercicio demostrativo de todas sus señas de identidad: virtuosismo y una incisiva imaginación tan perversa como talentosa para retratarnos. En el fondo lo que consigue es un cuento negro, neorrealista, prosaico y, a su vez, metafóricio y hasta poético en esos ramalazados de rima asonante entre la tradición y la modernidad.
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