Delirios de grandeza
Olvidada y despreciada en su momento, arriesgada y provocadora, es clave en la filmografía de su director y posee excelentes interpretaciones

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Película El Compromiso
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Dirección y Guion Elia Kazan
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Música David Amram
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Fotografía Robert Surtees
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Género Drama
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Salas Ateneo. Mañana lunes. Ciclo.
De la referencia a Tennessee Williams a las fuentes teatrales. En esa senda, con sus encrucijadas y colaboraciones marcadas por el talento, Elia Kazan forjó ... una filmografía corta, pero densa y siempre atractiva. Y su fama de gran delator en la caza de brujas dejó en un segundo plano demasiadas veces su lúcida capacidad para la dirección de actores o la creación, una tras otra, de virtuosas puestas en escena. Curiosamente en su recta final, cuando el cine empezaba a parecerle insuficiente y su vida personal adquiría otras dimensiones, firmó una película singular, muy olvidada, arriesgada y, en cierto modo, provocadora: 'El compromiso'. El cineasta de títulos como '¡Viva Zapata!' y 'Al este del edén' decide adaptar su propia novela, quizás con muchos tintes autobiográficos, reflejo de la crisis de identidad de un hombre. Menos despreciable de lo que algunos se han empeñado en ver y sumamente interesante al enmarcarla en su trayectoria, la película de Kazan posee por ejemplo una de las mejores interpretaciones en la carrera de Kirk Douglas, y eso es mucho decir, o la presencia sensual y magnética de Faye Dunaway en uno de los trabajos cruciales de su irregular trayectoria.
El peso psicológico es muy trascendente y grave en el filme de Kazan, desde la idea de suicidio a la desesperación como hilo conductor vital. El error de Kazan es que el tono de 'El compromiso' es de un bucle monocorde, premioso y ensimismado, quizás porque adaptar su propia obra se antoja algo tan ventajista como superficial. Como título de finales de los sesenta conserva ese halo de incomodidad, de agitación entre flashbacks y desdoblamientos de personalidad.
Hay mucho de ajuste de cuentas, de desgarro silencioso por parte del Kazan persona y del Kazan cineasta, que juega todo el tiempo con una mirada que parece el cuaderno de bitácora de una conciencia y siempre con una clara intención de transgresión. Y por algo más importante y hondo que las escenas de sexo muy atrevidas para la época, especialmente los desnudos que transcurren en la playa. Mal diseccionada en su momento, con una estructura laberíntica y un ritmo exigente, el filme desprende una cierta atmósfera de egolatría desequilibrada. Pero pese a su aire inevitable de delirio de grandeza deja en el camino momentos deslumbrantes.
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