La desmesura como espacio
Bonifaz. Filmoteca. Ciclo Arquicine. ·
Como todo Hitchcock, esta es una película-arquitectura, donde la puesta en escena es la protagonista. Eso la hace única y habitada por planos fatalistasSi esta es finalmente su despedida del cine, 'Megalópolis' no por fallida, sino por excesiva, es el adiós más coherente que puede tener un cineasta ... como Francis Ford Coppola. Decir American Zoetrope, su casa (edificada cada dos por tres, en ruinas, reconstruida, incluso tocando el cielo en muchos momentos), es el reflejo de una trayectoria donde el riesgo, la pasión, las obsesiones, también los caprichos, han estado presentes enfrentados a azares, imprevistos, malas planificaciones y aciertos en función de ambiciones (siempre) y de huidas de zonas de confort.
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Año 2024
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País Estados Unidos
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Dirección y guion Francis Ford Coppola
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Reparto Adam Driver, Nathalie Emmanuel, Giancarlo Esposito.
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Género Distopía
De 'Megalópolis' se ha hablado mucho, pero no se ha visto lo suficiente. Su tono operístico, su elevación coreográfica, su escenificación reiterada y su pomposidad la hacen única, pero también genera barreras y se cierran puertas. Es un filme a veces con estrella, deslumbrante, y otras estrellado, patético en su empeño en justificar la desmesura como eje narrativo, como elogio del espacio.
Al inicio es inevitable (en sentido casi canónico) no ver en ella un jugo gástrico fundacional en el que regurgitan muchos de los títulos que configuran el ADN del lenguaje del cine. Pero 'Megalópolis' es cansina, fastidiosa, irritante también, y hasta pelmaza. Quizás porque entre sus imágenes es fácil deducir que una buena depuración del maestro, una serena limpieza de tramas hubiera permitido visionar una de esas piezas magistrales con las que ha sembrado una parte fundamental de su vida creativa. Pero esta fábula épica romana ambientada en una América moderna imaginada, una larga etiqueta para sintetizar lo imposible, testamento casi seguro, se asemeja, paradójicamente o no, a una de esas óperas primas en las que casi es mandamiento volcar de forma ansiosa todo lo que a uno se le pasa por la cabeza. El problema no radica en tratarse de un proyecto arriesgado porque casi toda su filmografía está plagada de ellos; tampoco de poner el foco en llegar de verdad al público. Con 'Megalópolis' los calificativos brotan con facilidad. Es pretenciosa, asombrosa a veces, pero también plomiza, entre el barullo y lo visionario, el disparate y la genialidad. Si uno no acepta sentarse, como en un palco, sobre la propuesta que traza el cineasta de 'Rumble Fish', quizá sea mejor no afrontar más allá del primer cuarto de hora de metraje. Como todo Hitchcock, esta es una película-arquitectura, un manual de espacios, donde la puesta en escena para bien y para mal es la protagonista y lo demás, incluyendo al espectador, es materia secundaria. Eso la hace única y habitada por planos fatalistas.
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