Hielo, pulso y dolor
Ateneo. Ciclo. Lunes. ·
Un retrato intenso de culpa y redención. Pese a sus irregularidades, Kazan firma un poema febril de lugares, espacios y personajes, imbuido en excesosSecciones
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Ateneo. Ciclo. Lunes. ·
Un retrato intenso de culpa y redención. Pese a sus irregularidades, Kazan firma un poema febril de lugares, espacios y personajes, imbuido en excesosCaín y Abel, sí. Pero sobre todo, entre los timbales bíblicos, asoma John Steinbeck, origen de numerosas historias que han servido de caudal cinematográfico. Durante ... la edificación de este monumento, equilibradamente excesivo, que es 'Al este del edén' ('East of Eden') el escritor de la Generación perdida anotó en paralelo un diario en el que plasmó su relación con el lector, al tiempo que asfaltaba la fe, las dudas e incertidumbres del proceso de escritura. En una edición de esos diarios, la narradora Marta Sanz destacó al autor de 'Las uvas de la ira' por «asumir el riesgo de dar cuenta de lo imposible a través de la palabra escrita».
Año 1955
País EE UU.
Dirección Elia Kazan
Guion Paul Osborn
Reparto James Dean, Raymond Massey, Julie Harris, Richard Davalos
Género Drama
Hay secretos, hipérboles, dramas ocultos, secretos, pasiones y traiciones. Una materia prima que Elia Kazan zarandea a la vez que va dando forma a una atmósfera envolvente, donde la palabra, la catarsis y los silencios son igual de importantes. A la puesta en escena y la dirección de actores, se suma la soltura de Kazan, que ese mismo año había rodado una de sus obras maestras, 'La ley del silencio', para exprimir los límites entre lo obsesivo y lo melodramático. El resto, ya se sabe, es James Dean en estado puro, en una encarnación del desasosiego y en el punto de partida de la edificación del mito. El destino trágico hizo el resto.
Convulsión paternofilial, madre ausente, protagonismo del hijo menor, al contrario que en la novela del Nobel, todo ello forjado con solidez por Kazan (que ya se había unido a Steinbeck en '¡Viva Zapata!',) sino fruto de un guion excelente de Paul Osborn. Como en tantos otros tramos de su filmografía, el de esta etapa está ligado a la delación y la justificación del cineasta tras su episodio del macartismo convertido en un soplón. Las sombras del filme, visto hoy aunque sea de manera ventajista, revelan ese tormentoso sentimiento de culpa o no del director; la muerte cercana de Dean en la extrañeza de un accidente y todos los duelos, pérdidas y desgarros que se hallan en el conflicto moral de esa obra cumbre de la literatura norteamericana. El cineasta logra en tono y forma, con un excelente sentido estético y dramático de lugares, espacios y ambientaciones, a través del pulso intergeneracional y, a cielo abierto, el reflejo de las constantes vitales de un tiempo desde las entrañas. Hay héroes rotos, vidas fragmentadas, rebeliones entrecortadas. Como 'Esplendor en la hierba' y 'Gigante', las figuras y relaciones se expanden o empequeñecen. Una obra intensa, donde cada personaje (magníficos secundarios) expone sus deseos y carencias, en un retrato colectivo de dolor, la culpa y la redención. Pese a sus irregularidades, un poema febril.
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