Una idea vino a verles
Presa de muchos de sus referentes, apuesta casi todo a una premisa y un giro. Una bomba con mucha acumulación de estereotipos y poca mecha dramática
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Serie El refugio atómico
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Año 2025
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Duración 8 episodios (55 minutos cada uno)
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País España
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Creadores Álex Pina y Esther Martínez Lobato
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Dirección Jesús Colmenar, David Barrocal, José Manuel Cravioto
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Guion Pina, Lobato, David Barrocal, David Oliva, Lorena G. Maldonado, Humberto Ortega
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Música Frank Montasell, Lucas Peire
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Reparto Miren Ibarguren, Pau Simon, Joaquín Furriel, Natalia Verbeke.
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Género Thriller distópico
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Plataforma Netflix
Busca, como es lógico, su propio ecosistema personal. Esa construcción visual con la que edificar un relato que se asoma con ganas de contar, que ... se postula intenso y persigue al espectador en un intento de atraparlo y no soltarlo. Pero 'El refugio atómico', ambiciosa pero ahogada en su propia avidez, presumida y fragmentada en el espejo en el que se mira, parece haber vendido la piel del oso antes de cazarlo.
El diseño, la factura y los medios son innegables y, sin embargo, desciende muy pronto a un bucle de contrastes indefinido: confusión y entretenimiento, apariencia de gran espectáculo y fuegos de artificio, desequilibrio de ritmo y de tono y ausencia de un perfil de personajes que muestren lo más cercano a eso que llamamos personalidad.
La trama tiene abundancia de referentes y, de igual modo, está habitado por muchos replicantes estéticos y de conflictos, que remiten a ese sello de plataforma al que han contribuido a consolidar títulos como 'La casa de papel', el más evidente, pero también 'Vis a vis', 'El Hoyo' y 'El juego del calamar'.
Un batiburrillo en el que conviven, es un decir, la sombra apocalíptico, la supervivencia y lo distópico en una especie de enunciado de 'gran hermano' con spa, entre confrontaciones familiares, rizos de confinamiento y una mala gestión de enigmas, fantasmas del pasado y reiteradas y sobrantes insistencias del argumento.
El resultado de todo esto es la sensación de construcción que desaprovecha la asfixia y lo claustrofóbico, que se revela forzada en muchos casos y fallida y cansina en otros.
El otro hándicap es que tras un episodio que mantiene el tipo, deposita casi todo su engranaje en una premisa revelada que gasta y desgasta, imposible de dotar de luz al resto de una serie inflada y engolada.
Un tono de centro de gravedad permanente sobre cuestiones como la desigualdad, las diferencias de clase, la culpa y la redención, los primeros y los últimos, los elegidos y los condenados. Pero la mezcla de géneros, el golpe de espectacularidad cuando todo decae, los diálogos con chispa frente a lo más obvio solo derraman irregularidad o mediocridad.
Hay algo de culebrón, de estereotipos combatiendo las situaciones en suspenso. Llueven las subtramas sin garra y no hay paraguas dramático que cubra tanta tensión mal repartida. En uno de esos diálogos irrisorios que se escuchan, alguien dice algo así como: «Este refugio nuclear es la bomba». ¿Y la mecha?
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