A la intemperie
Estreno. Documental. Filmin. ·
Entre entrevistas y grabaciones, Veiel revela la negación (complicidad) de la cineasta Riefenstahl a la hora de glorificanr a los monstruos del nacismoDe la poética de 'La luz azul' a la épica visual de 'La fuerza de la voluntad'. Alrededor de Leni Riefenstahl, actriz, directora y fotógrafa, ... siempre ha anidado un halo de fascinación y una frontera difusa entre la verdad y la mentira, entre la impostura y la necesidad de descifrar su vocación y pasión por el arte y sus auténticas raíces en lo político; y, en su momento, esos complejos vínculos con el régimen de Hitler.
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Año 2014
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País Alemania
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Dirección y guion Andres Veiel
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Género Documental
La gramática visual de la cineasta no se asocia gratuitamente a la construcción del nazismo. Sus imágenes la delatan. Pero un documental como 'Riefenstahl' se antoja una invitación necesaria a la hora de diseccionar a la persona, la mujer, la creadora, privada y pública, tras los factores y tópicos transmitidos en el tiempo. Es uno de esos casos de edificación de una máscara en el tiempo para sortear responsabilidades y cubrir de una capa de barniz esteticista con el único fin de eludir su pasado. Y es ahí donde más interesante se postula la cinta de Andres Veiel, cineasta de 'Amando a Highsmith' y 'Beuys', quien muestra en un caleidoscopio disperso, quizás por inabarcable, los empeños de la cineasta de 'Olympia' por difuminar su vínculo con la sombra de Hitler y sus atrocidades.
Entrevistas, memorias, obras de investigación fueron algunas de las cortinas de humo de la cineasta por evitar ser asociada con los ideales del nazismo, pero, sobre todo (y en esto Veiel acierta de pleno), lo que la pantalla exuda es un ego desbordante que busca su propia idealización y justificación artística por encima de cualquier reduccionismo, por claro que fuera, en torno a la huella nauseabunda del nazismo. Palabras como visionaria, persuasiva, mentirosa son los puntos cardinales de un acercamiento a la directora en un intento por superar la polémica más frívola y por ensamblar las piezas dispersas en archivos inéditos (setecientas cajas) aunque a través de un vaivén en el tiempo, cuyo desorden amenaza con disolver el objetivo del filme: revelar la personalidad que, tras la caída del Tercer Reich, dedicó medio siglo (murió en 2003) a defender que su única lealtad era con el arte. En el territorio donde confluyen, se atraen y repelen la política y el arte es donde batallan las imágenes de una directora que llegó a ser ensalzada por Tarantino o Coppola como la artista femenina más importante del siglo. La virtuosa técnica y la propagandista colisionan. Esa «estética fascista» definida por Sontag. Entre entrevistas y grabaciones, Veiel deja a la intemperie la complicidad, y al cabo, contribución de la cineasta a la hora de glorificar a los monstruos del Holocausto.
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