Jugando a Shakespeare
Estreno. Movistar+. ·
Sus personajes devoran, destilan una extraña atracción y su campo minado es un ecosistema tan elegante como brutalSe habla tanto como se bebe y el resultado, por ende, es que los crímenes están casi todos empapados en whisky. Hay parlamentos, muchos, pero ... casi todos son sentenciosos, como bebedizos de palabras marcadas a fuego y sangre que preceden a muertes que pueden dejar el estómago del espectador como si hubiese pasado una apisonadora.
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Año 2025
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País EE UU.
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Dirección Guy Ritchie, Anthony Byrne, Lawrence Gough, Daniel Syrkin
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Guion Ronan Bennett
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Reparto Tom Hardy, Helen Mirren, Pierce Brosnan, Paddy Considine
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Género Thriller
'MobLand (Tierra de mafiosos) huele a Shakespeare con tanto aroma desbordante e hiperbólico que dan ganas de salir corriendo a releer 'Ricardo III' antes que lo episódico ahogue las metáforas y parábolas atrapadas en las exigencias de una serie. Son diez capítulos, secos y contundentes, en los que prima lo coral y familiar aunque la batuta corre a cargo de un trío impresionante de actores que lo mismo se marcan un monólogo desgarrador extraído de cualquier tragedia del bardo, que afrontan un comentario escatológico con idéntico rictus.
El creador al frente de la serie es Guy Ritchie, director de 'Snatch. Cerdos y diamantes', cuya huella y marca de la casa siembra toda la serie pese a que solo haya dirigido algunos episodios. Medidas con precisión, tanto las situaciones como los encuentros y desencuentros, ritmo y rima, responden a una ecuación casi perfecta en sus tour de force, sin recurrir a giros con falsete ni a situaciones inverosímiles, salvo quizás los tramos finales donde el protagonismo policial se acentúa. 'Tierra de mafiosos' tiene su punto de inflexión en solapar sin cesar más traiciones que en los prolegómenos de una sesión del Parlamento. El resto no mejora, el mantra son las venganzas, y las declaraciones de muerte se dictan en el postre de una comida, pescando o tras un beso pudoroso. Su póquer de intérpretes garantiza una mezcla del más difícil todavía y de pasional hervidero de pasiones humanas. Hay bajeza y lástima, ardor guerrero y cobardía, patetismo y sensualidad y, sobre todo, mucho terror, ese que nace del manantial sin fondo de la ausencia de límites. Pero especialmente esta es una serie de presencias: Tom Hardy, Pierce Brosnan y Helen Mirren devoran al espectador y se devoran, destilan una extraña atracción y su campo minado es un ecosistema tan elegante como brutal. Hardy, que encarna a un liquidador/arreglador y, en cierto, modo consolador, es el demiurgo de esta colisión entre familias mafiosas londinenses a la que le falta algo de serenidad en el drama y le sobra regocijo psicópata.
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