Necesitado de transfusión
Cinesa y Ocine ·
Un festín visual alocado y caótico, también voluble y antojadizo, que dibuja un vampiro tan perfumado que pierde su romanticismo y su mordedura góticaA estas alturas de la película, expresión idónea para la filmografía de Luc Besson, el director de 'El quinto elemento' puede sembrar la pantalla de ... dinamita o de flores con espinas. El suyo es un cine de arrebatos a veces calculadoramente sugerente y otras tan anárquico como caprichoso. En su incursión ilustrada del mundo de Bram Stoker hay ejemplos de todo ello en un vampírico festival visual tan alocado como voluble y antojadizo. De esa deslumbrante huida a caballo sobre la nieve a las escenas donde maquillaje y efectos se hacen bola, uno asiste más embobado que sorprendido.
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Año 2025
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País Francia
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Dirección y guion Luc Besson
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Novela Bram Stoker
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Música Danny Elfman
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Fotografía Colin Wandersman
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Reparto Caleb Landry Jones, Zoë Bleu Sidel, Christoph Waltz, Matilda De Angelis
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Género Terror/fantástico
Y, sin embargo, su 'Drácula' está necesitado de transfusión. Un análisis de sangre cinematográfica revelaría que hay más colorante y horchata que glóbulos de talento, plaquetas de guion sólido y plasma personal. Su vampiro a menudo muerde en hueso y casi siempre muestra los colmillos del artificio. Es una coreografía afilada exenta de la danza romántica adecuada. Una pieza de autor sin autoría (o con muchas) que de tanto pulular y gustarse acaba por diluirse en una afectada composición. Ni amor ni posesión. Ya en su arranque, impulsivo, juguetón y barroco el cineasta de 'El profesional (Léon)' parece debatirse entre una caligrafía visual que se acerca a esos anuncios ensimismados de perfume que invaden las napias navideñas, y a aquel 'Calígula', decorativo, casi kitsch, de Tinto Brass. De modo que Besson siluetea un Drácula muy episódico con chorros llamativos de superficialidad y muchas gotas de eau de cologne Coppola del que bebe hasta emborracharse.
Todo ello no es ni bueno ni malo. Lo peor es que el mito no resulta en el fondo ni seductor ni desgarrador. A veces se podría decir al cineasta francés aquella frase de Stoker en su libro: «Razonas bien, y tu mente es astuta pero tienes demasiados prejuicios. No dejas que tus ojos vean lo que tus oídos escuchan». En su filme lo grave humorado y lo irónicamente serio conviven sin armonía. Al contrario que el Frankenstein de Del Toro –personal, hecho suyo, pasional y exigente– el 'Drácula' de Besson parece mera excusa para su festiva y errante invocación del vampiro. Vistosa, aparente, la cinta tiene algo de hiperbólica barraca de feria. Danny Elfman y Colin Wandersman, desde la música y la fotografía, dan cuerpo a este Besson (nada nuevo) excesivo y efectista. Gusta y cansa. Juega con lo intemporal, prolonga demasiado algunas disquisiciones y el romanticismo y lo gótico se pierden en la desmesura de su envolvente. Muchas venas (sobreactuadas) y escasa sangre.
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