Oquedades maternales
Los Ángeles (desde el miércoles). ·
Asuntos graves, radiografías emocionales y pulsos donde confluyen culpa, dolor, incertidumbre, confusión y secretos. Una cinta arriesgada y sin redMaternidad y culpa. Ser madre. Bajo la enredadera, casi de thriller, de 'La llegada del hijo', se revelan asuntos graves, radiografías emocionales y pulsos donde ... confluyen la incertidumbre, la confusión y el dolor.
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Año 2024
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País Argentina
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Dirección y guion Cecilia Atán, Valeria Pivato
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Reparto Maricel Álvarez, Angelo Mutti Spinetta, Greta Fernández, Cristina Banegas
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Género Comedia
Las argentinas Cecilia Atán y Valeria Privato avanzan en su confirmación y apuesta por un cine valiente, arriesgado. Directoras y guionistas, en su tándem muy afilado y preciso crece una historia que, más despojada de simbolismos, hubiese alcanzado elevadas cotas. No obstante, hay un premio implícito, el elogio de la ambición que las autoras demuestran a la hora de moverse en arenas movedizas e incómodas.
Es un filme irregular, pero consciente de su dificultad, que nunca elige la opción más fácil ni las más enrevesada, sino la más estimulante a la hora de apelar a la ambigüedad, explorar los territorios que no tienen nombre y exhibir los conflictos físicos y morales con una delicadeza encomiable, pese a algunos excesos. Atán y Privato plantean una relación materno filial siempre al límite en la que entran en juego el dolor y la culpa, lo azaroso y lo trágico. La cinta argentina discurre por un cauce estrecho entre el pasado y el presente, entre la indecisión y el dilema. Tiene algo de hipnótico y, a su vez, de intelectualidad mal entendida. Aunque no hay duda de que ese reencuentro madre e hijo que alimenta la ficción, entre el trauma y la superación, permite construir un drama asentado en muchos miedos y, aún más, fantasmas. Las directoras que debutaron con 'La novia del desierto' tratan de crear lazos entre la hondura psicológica y la fuerza visual, centrada en los gestos y en lo más intimista, lo que acentúa el riesgo. La actriz española Greta Fernández forma parte de un reparto excelente. Lo mejor radica en esa geografía humana entre sugerencias y secretos. Cuando la película deja entrever la lava del pasado, la angustia y lo inquietante cae en la dispersión, quizás por querer abarcar demasiado. Asimismo, cabe además el desafío de intentar un equilibrio entre los flashbacks y esa atmósfera de condena y confinamiento, de opresión y dominación. Una de esas familias, todas quizás, que esconde un cadáver en su armario, sí, pero a través de una elección inteligente y con vocación estética y de estilo que arroja esperanzas. Lo perturbador impone y pide mucho del espectador a la hora de otorgar el certificado de autenticidad a algunos pasajes. La mirada de las cineastas lo suple con ardor artístico –el uso simbólico del agua, por ejemplo– y una querencia por la intensidad y lo estilizado.
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