Coral Cruz

Guionista

«En los colegios nos enseñan a vivir pero no nos preparan para la muerte»

-¿Cómo surgió 'Morir'?

-La idea fue del director y coescritor de la película, Fernando Franco. Cuando leyó 'Morir', la novela de Arthur Schnitzler, pensó que esa historia de época podía adaptarse perfectamente a nuestros días. Escribió una primera versión del guión que no le acabó de convencer y me llamó. Cuando me explicó la historia, la de una pareja a la que a él le acaban de diagnosticar un tumor cerebral y ella lo acompaña hasta al final, me quedé noqueada porque acababa de vivir un proceso similar con mi marido que, afortunadamente, acabó bien aunque estuvo a punto de morir. Así que aceptar ese proyecto fue para mí una especie de catarsis y de exorcizar aquella experiencia.

-¿Cómo se refleja en el filme?

-Aunque ambos miembros de la pareja son los protagonistas, se resalta el papel de ella, de la cuidadora. Una figura que está un poco olvidada y que al final acaba contagiándose, entre comillas, de la enfermedad del que cuida.

-La película forma parte de una jornada del hospital Santa Clotilde para sensibilizar sobre la enfermedad avanzada. ¿Qué opina de este nuevo diálogo entre el cine y la salud?

-Es una propuesta original y un tanto sorprendente que, efectivamente, abre un diálogo muy interesante y que va en una doble dirección porque los hospitales se valen de lo que hacemos los del cine y al mismo tiempo nosotros bebemos de las experiencias vitales propias o ajenas que nos permiten no perder el pulso de la sociedad y retratar los temas que nos importan y nos afectan a todos como es, en este caso, cómo nos enfrentamos a la muerte.

-Un tema que sigue siendo tabú.

-Así es. Por eso la iniciativa de Santa Clotilde me parece tan interesante. Me encanta la labor que realiza este centro y el énfasis que tiene por dar asistencia no solamente a los enfermos sino a también a sus familias con distintas iniciativas y no, no estamos preparados para enfrentarnos a la muerte porque nadie nos forma para ello. En los colegios, por ejemplo, nos enseñan a vivir, pero no a morir.

-¿Cuando decidió y por qué que quería escribir guiones?

-Para mi el cine siempre fue mi pasión aunque estudié periodismo porque, aunque parezca surrealista, hace treinta años cuando me tocó ir a la universidad no había escuelas de cine en este país. Así que opté por la carrera que más me acercaba a él con la idea de ser periodista cinematográfica, de hecho ejercí de ello durante tres años y pico. Pero justo antes de graduarme se recuperó la antigua Escuela de Cine de Madrid (ECAM) hice las pruebas y me eligieron en la especialidad de guion. Siempre tuve clarísimo que quería ser narradora de historias y hacer algo que tuviera que ver con el cine.

- Los guionistas idean las historias y las escriben, pero luego el mérito se lo lleva el director. ¿Qué relación se establece entre ambas figuras durante un rodaje?

-Depende mucho de las personas. En mi caso debo decir que he tenido experiencias fantásticas, como con Fernando Franco en la película que vamos a ver hoy. Vivimos un proceso de escritura muy bonito y con mucho respeto por ambas partes. Pero sí, es cierto eso que apuntas en cuanto al reconocimiento. Si la historia está bien se tiende a atribuir el mérito al director y se destaca lo excelentemente bien que la ha narrado. Se habla mucho de las películas de Spielberg o de Hitchcock, por ejemplo, pero en realidad ellos han escrito muy pocas. Sin embargo, existe una paradoja porque cuando se registran los derechos de autoría tanto en la SGAE como en GAMA los guionistas tenemos un 50% de los derechos totales, el director el 25% y los músicos el otro 25%. Pero es cierto que de cara al público tenemos ahí un territorio a conquistar aunque la tele nos ha abierto nuevas posibilidades a los guionistas para ponernos en nuestro lugar.

-¿En qué sentido?

-En televisión se produce el efecto contrario al cine. Los creadores y guionistas de una serie son los que tienen la voz principal tanto en la promoción como en los créditos y el trabajo de los directores es importantísimo, pero la autoría de las obras están más atribuidas a los creadores y guionistas.

-¿Nunca ha tenido la tentación de dirigir sus propias historias?

-No, la verdad. Primero porque no va con mi caracter. Me considero muy introspectiva y me encanta trabajar en mi cueva e imaginar los mundos y los personajes sola o con un pequeño equipo. Tampoco me veo levantándome a las cuatro o cinco de la mañana para ir a rodar, ni tener tanta gente a mi cargo durante esas jornadas tan largas y estresantes.

-Ahora mismo se está emitiendo en RTVE Play la segunda temporada de una de sus series, 'Ser o no ser' en la que además de guionista es productora ejecutiva. ¿Qué ha supuesto para usted este trabajo?

-Se estrenó el pasado día 11 y estamos muy contentos. La primera temporada fue un éxito pese a que contaba con un presupuesto muy pequeño y se emite en una plataforma que no es tan gigante como Netflix. Aun así ha ido muy bien, se ha vendido a más de 12 países y ha tenido más de dos millones de visionados. Pero lo importante es que ha llegado al público juvenil porque es una serie con un gran componente social que habla del proceso de transición de un adolescente trans. Ha llegado a muchos chicos que viven ese mismo proceso y que en este serie se han encontrado con su primer referente y que nos envían mensajes increíblemente maravillosos.

-¿Algún otro proyecto?

-Sí, pero de los que no se pueden hablar todavía porque en lo audiovisual hasta que las cosas no están muy atadas no se pueden contar. Este año estrené la película 'El castigo', que todavía está en cartelera en algunos países de Europa, por ejemplo en Francia, y que aborda otro tema incómodo como es el de las madres arrepentidas. Estoy escribiendo cosas nuevas pero creo que no se podrán ver hasta dentro de un año.