Concha García ilumina el Faro de Cabo Mayor con sus reflejos de 'Paisaje, viaje y memoria'

La exposición de Cabo Mayor presenta dos series realizadas entre 2015 y 2025, en las que el viaje se convierte en un proceso temporal y emocional. A partir de secuencias de vídeo captadas desde la ventana de esos medios de transporte -durante años ha realizado muchos viajes, pero sin duda el trayecto más intenso emocionalmente ha sido el que recorre el tren Alvia Madrid-Santander; y de igual modo el recorrido en autobús entre Oviedo y Santander- reconstruye una y otra vez esos momentos y paisajes que quedaron registrados tanto en su cámara como en su memoria. Las imágenes iniciales se transforman a través de distintas técnicas, dando lugar a nuevas interpretaciones.

Así como el Faro utiliza sus cámaras de vigilancia sobre el paisaje para preservar la seguridad de sus costas, la cámara de un móvil con la que se han grabado estas imágenes han servido también para «preservar y guardar en la memoria aquellos momentos recorridos». En la serie 'Viaje de ida y vuelta', las imágenes surgen del trayecto en tren de Santander a Madrid en concreto en la zona del Alto Campoo, tras una gran nevada. Cada fotograma ha sido reinterpretado en dibujos a carboncillo, componiendo un recorrido horizontal que va y vuelve sobre la misma línea férrea del tren. Un trayecto que para Concha ha sido el viaje más repetido a lo largo de su vida. «Tal vez aquella nevada cambió ese paisaje y lo convirtió en un nuevo trayecto».

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En 'Viaje al Sur', el punto de partida es un trayecto en autobús entre Oviedo y Santander, por la Autovía, donde las montañas de la zona de Picos de Europa asoman monumentalmente. «Por un azar la cámara se volteó y aquellas inmensas montañas en ese instante miraron hacia el centro de la tierra... lo que estaba al norte se volvió hacia el sur». Los verdes intensos del paisaje del norte se han traducido a dibujos al pastel, que posteriormente se transforman en piezas textiles de seda y bordados. Concha García (Santander, 1960), que dio sus primeros pasos expositivos en los 90, recuerda que el paisaje, como género clásico de la pintura, ha sido históricamente una herramienta para representar el mundo visible y proyectar una mirada sobre la realidad.

En este proyecto, retoma esa tradición «para explorar nuevas formas de representación visual vinculadas al viaje, la memoria y la construcción subjetiva de lo real». Un catálogo, con textos de Miguel Cereceda, acompaña la muestra. El crítico y profesor subraya que toda la relación de Concha García con el paisaje está mediatizada por distintos procesos de reelaboración técnica. «Si el vídeo ofrece un primer material en bruto, este material es editado de adelante atrás y de atrás hacia adelante, o invertido de arriba abajo. Algunos fotogramas seleccionados son pasados al carboncillo o al pastel, convertidos en dibujos. Pero estos dibujos son nuevamente escaneados y digitalizados, impresos sobre papel o sobre seda. Y a su vez estos papeles o estas sedas son cosidos o bordados, en una especie de proceso de reelaboración infinita».