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Iván Velasco, al frente de la programación musical, y Pablo López, a cargo de la gestión y la sección cultural, en la puerta del Rvbicón Alberto Aja
Bar Rvbicón/Santander

«La gente necesitaba la casa, el refugio y nos ha brindado un gran abrazo»

Iván Velasco y Pablo López, al frente de la nueva etapa del Rvbicón, aspiran a devolver a la calle del Sol su sello cultural

Domingo, 18 de mayo 2025, 07:57

Una conocida pianista japonesa que vive en Nueva York, cada vez que ve el logo del Banco Santander, en alguna de las oficinas de la gran ciudad, piensa en una cosa: el Bar Rvbicón. Así lo relató en una de sus visitas al local para tocar. «Eso es lo que hay», ríe Iván Velasco. Él es, desde hace algo más de un año, la mitad de la cara visible del imprescindible local de la calle del Sol. Sus ojos oscuros hacen eco en la mirada azul de Pablo López, un tándem que cogió el relevo de Marcos Vicente, conscientes de asumir una responsabilidad emocional.

Dejaron claras desde el principio sus premisas. «Seguir la línea tal cual estaba», dice Velasco. Y a partir de ahí, ir dando pasos hacia delante. «El listón estaba alto, pero seguimos trabajando. Seguimos aprendiendo». Cada día se encuentran «con una cosa nueva», pero forman un equipo equilibrado.

Para Velasco, ponerse delante de una barra «desde cero», ha sido un reto. «El tema gestión, barra, funciona gracias a Pablo, que es el profesional». Pablo por su parte, se quita del primer plano y matiza: «Ha sido el binomio; Iván desde la parte musical y yo con los conocimientos de hostelería y la parte cultural, hemos intentado pillarle el ritmo a esa programación, que al final es mucha». La confianza «total» del uno en el otro ha evitado el vértigo.

Son realistas y si bien no quieren que suene a lamentación, consideran que «no contar con la ayuda de nadie, hace las cosas mucho más jodidas». Facilidades, que permitirían mejorar en calidad y en cantidad de propuestas, cuya presencia es «escasa o nula». Arriesgar el patrimonio propio, jugando con las expectativas lleva a veces a «lugares frustrantes». Pero cambiar el sistema es más complejo que retomar la actividad de un local y toca paciencia, papeleos y esperar a que suene la flauta en alguna de las solicitudes.

Últimamente reciben muchas visitas de turistas extranjeros que se acercan a preguntar por la actividad del Rvbicón. Notan un crecimiento importante de ese perfil de clientela. «Sin querer, estamos haciendo un favor a la ciudad», exponen. Cuando la burocracia arroja sombras y deja «una parte olvidada», ellos defienden: «estamos aquí, lo estamos haciendo y seguimos adelante». Con los ojos bien abiertos. «Si ves que los grandes proyectos son los que dirigen la ciudad, pero los que la sostienen son los más pequeños…», dejan la reflexión en el aire. Y mencionan espacios como Librería Gil o La Vorágine. Una red paralela de puntos interconectados que sostienen el trabajo a pequeña escala y le dotan de identidad propia.

Alberto Aja

Poesía, música e incluso ciencia, mano a mano

Sobre las mesas, bajo pequeños jarrones de cristal, las cuartillas se ofrecen coquetas a los visitantes. Una, clara, plasma el ciclo de poesía en torno a Gerardo Diego en el que se da la mano ese microcosmos que teje redes culturales. 'Hacia otra antología' une al Centro Cultural Doctor Madrazo, las librerías Gil y La Vorágine y, claro, el bar Rvbicón. A su lado, de color verde vibrante, con tipografía de escritura a mano, suma un nombre tras otro, que llevan a pensar en sonidos. Solo en el mes que nos ocupa, el local ha celebrado el Día Internacional del jazz con una jam session; ha recibido a Zea y Xavier Charles; al saxofonista hispano-holandés Bernard Van Rossumen formato cuarteto, el mismo con el que recaló el pasado jueves otro saxofonista, Víctor de Diego. Hoy, Álvaro Ruiz regresa a Santander para un concierto íntimo y de mañana al 21 cambian de tercio y llenan el bar de términos científicos con la X edición de 'Pint of Science', Y recibirán, el día 28 a Xan Campos Trío, una propuesta de jazz contemporáneo. Y así, enumerando, sería posible ir saltando sin pausa hasta el mes de noviembre. No es poco.

A Marcos, último referente del Rvbicón original, la calle de la cual era una parte fundamental le dedicó un cálido homenaje en mayo de 2024, un año después de su muerte. Ese tipo de homenaje que se brinda a un amigo al que se extraña y al que se celebra por su huella. Entre las grandes metas de Velasco y López está revivir el espíritu de la Calle Sol y la asociación paralela, Sol Cultural, que nació y terminó bajo esa denominación. Está ahí, agazapada, arropando planes, «pero con fondos cero», si bien en los próximos meses será posible tener novedades.

Volver a ese exterior es un objetivo troncal. «Darle vida a la calle en la propia calle, recuperar el espíritu de barrio que se está perdiendo», señala Velasco. También hacer un par de fiestas al año «que sean alternativa a las que se celebran en el resto de la ciudad».

Solicitudes constantes

Desde que abrieron, la oferta musical ha sido constante. «Creo que todos los miércoles ha habido», dicen echando un vuelo de vista atrás a los meses precedentes. El jazz se mantiene como referencia y seña de identidad. «Grupos de alto nivel internacional saben que existimos porque había un trabajo previo hecho y lo estamos revalorizando». Las solicitudes para hacer sonar su música en el Rvbicón son constantes. Tanto que «lo que sentimos es no poder recibir a todo el mundo de ese nivel que nos escribe». La puerta está siempre abierta para gente joven entre «la que hay un nivelazo». Y el calendario ya está planteado hasta el mes de octubre. Podrían incluso completar más días a la semana. «En Santander, en Cantabria, hay cierta cultura del jazz y nuevos músicos que tiran por esa música», indica Velasco. «Se nota la influencia del Aula de Música de la UC o proyectos similares en el pasado que han tenido influencia», valora López. Algunos adolescentes empezaron a tocar en las Jam del Rvbicón con doce o trece años y hoy son profesionales. «Eso hay que cultivarlo, es fundamental».

En síntesis, haciendo balance, han percibido «que la gente necesitaba la casa», el punto de encuentro, el lugar seguro, «el refugio, el hogar». La misma sensación que ellos tenían como clientes, como parte de esa comunidad, desde el lado común de la barra. Habitantes durante dos décadas, de las cuatro que suma el Rvbicón, «nos tiraba mucho». La responsabilidad se ha traducido «en un agradecimiento mutuo, nos han dado un gran abrazo». Es la frase más repetida; gracias por volver. No saben cuánta gente habrá tenido la suerte de empezar un proyecto tan rodado. Hasta quienes les encuentran a través de las redes, sin conocer el local, valoran lo que emana. «Algo tendrá de aura», bromean. Así es.

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