Borrar

No hay guionista capaz de seguir el ritmo frenético de invención de la vida

CUADERNO DE EXCEPCIÓN- DÍA 59 ·

Casi nada de lo que temo llega a producirse, o se produce de una forma muy distinta a como yo pensaba

Miércoles, 13 de mayo 2020, 07:09

Comenta

Las cosas que tememos que sucedan, no suelen ocurrirnos. Bueno, una sí, la muerte, que es inevitable. Pero cómo y cuándo moriremos, asunto que nos preocupa tanto o más que el hecho de morirnos (al menos a mí), nos sorprende casi siempre. Uno teme una enfermedad y llega un accidente tonto en la bañera. Las cosas malas nos pasan, pero no son normalmente las que esperamos. Cuentan que en el epitafio de un hipocondríaco se podía leer: «Ya os dije que lo mío iba en serio» Murió con más de noventa años.

Con la edad, llevo más de cuatro décadas por aquí, me he dado cuenta de que los miedos que anticipo acaban siendo solo eso casi siempre: miedos que anticipo. Es decir: temores imaginarios. Casi nada de lo que temo llega a producirse, o se produce de una forma muy distinta a como yo pensaba. Mis problemas (los de verdad, no los que nacen de mis fantasías y son solo vapores que no existen), acaban siendo otros diferentes a los que yo vaticinaba. Mi única hermana murió con veintitrés años de un derrame cerebral tras salir de casa para coger a media tarde un autobús a Torrelavega. Qué les voy a decir. Nadie imagino eso. Pero pasó.

No hay guionista, por retorcida que sea su imaginación, capaz de seguir el ritmo frenético de invención de la vida. Un ejemplo: el hombre que murió en Tarragona aplastado por una plancha de hierro de una tonelada que voló tres kilómetros, tras la explosión en una empresa química, y entró por la ventana de su casa. La tragedia y la comedia van de la mano a veces. Hay expertos que, hace años, anticiparon con bastante precisión lo que nos está pasando. Yo no lo vi venir. El coronavirus es uno de mis problemas reales de hoy pero no pasé años asustado ante la idea de que esto sucediera. Simplemente llegó, y ahora lo afronto. Me afecta, aunque de momento no demasiado. Es decir, conservo mi salud, nadie cercano ha caído enfermo y sigo trabajando. Doy gracias, íntimamente, por todas estas cosas. No tengo motivo para la queja, más allá de las limitaciones propias de este estado de alarma, más allá del duelo general por las pérdidas que los otros sufren.

En fin, que no merece la pena preocuparse demasiado por lo que va a pasar, que lo que llega, llega. Que ya veremos cuando las cosas pasen, si pasan. Esto, claro, me lo aplico para las cosas malas y las buenas, porque vivir esperando que algo bueno suceda genera tanto sufrimiento como ver pasar los días pensando que nos va a caer encima una desgracia. Ay, decimos, esto bueno que yo espero y que no llega y la vida se me va, se me va, se me va...

Lea la serie completa pinchando aquí.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes No hay guionista capaz de seguir el ritmo frenético de invención de la vida

No hay guionista capaz de seguir el ritmo frenético de invención de la vida