Borrar

INVENTAR LA REALIDAD

#ElLinchamientoDigital ·

MArcos díez

Lunes, 23 de abril 2018, 19:52

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La mente tiende a dar veracidad a todo aquello que está escrito. La primera reacción es creer en lo que se lee. Por eso funciona la ficción en la que creemos aun sabiendo que no nos están diciendo la verdad. Esta trampa de la percepción ha sido históricamente aprovechada para crear realidades alejadas de los hechos. La palabra escrita, de alguna forma, da carne a los acontecimientos y, quizá por eso, las cosas que suceden se materializan cuando alguien escribe sobre ellas.

Es muy fácil, teniendo en cuenta todo esto, dejarse caer hacia el lado oscuro y crear de forma premeditada, al escribir, realidades que no tienen ningún anclaje con lo sucedido. El entorno digital favorece que esto suceda porque se multiplican las voces, se desvanece el criterio de autoridad y no hay controles que tengan que ver con una mínima deontología profesional. Los medios rigurosos, tradicionales o digitales, acomodan la narración de los hechos a su ideología y su visión es, como la de todos, subjetiva porque la forma de interpretar las cosas que suceden al final siempre lo es. Pero una cosa es interpretar la realidad desde una subjetividad, mejor o peor intencionada, y otra cosa es inventar la realidad.

Las redes sociales tienen todos los ingredientes para que los rumores y las mentiras se extiendan dejando por escrito una huella que, en la mente de muchos, acabará siendo la realidad misma. Voces infinitas, anonimato, brevedad, rapidez, irreflexión, impulsividad, emotividad. Gasolina para la multiplicación de lo falso, tentación demasiado al alcance de la mano de los que sólo quieren infringir un daño. ¿Qué se puede hacer para detener esta propagación de falsedades? Los antídotos (espíritu crítico, comprensión lectora, capacidad para discernir o buscar fuentes alternativas, cuestionar lo que uno lee) son apuestas minoritarias hoy en día y casi siempre personales. La educación, quizás, pueda ayudar. Pero la educación, me temo, está hoy más enfocada a producir especialistas y a capacitar a la gente para adaptarse al mercado laboral que a tener habilidades que nos permitan cuestionar sin descanso las cosas que leemos.

En estos tiempos digitales la burda mentira corre más rápido que nunca y, una vez que una falsedad se propaga, ya sólo queda aceptar la intemperie, asumir la derrota, exiliarse a un lugar analógico (una cocina, un paseo, una playa, un libro, un abrazo) para protegerse de ese maremoto virtual ante el que ningún desmentido repara el daño, porque la realidad pesa más que la mentira, generalmente es menos atractiva y, además, se mueve más despacio.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios