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Una de las obras cedidas por Jaime Botín, expuestas desde hoy. Roberto Ruiz

Jaime Botín cede ocho 'diamantes' de su colección a Santander

Los magistrales retratos de genios del siglo XX se expondrán de forma permanente en una nueva sala del Centro Botín, que cumple su primer año

miguel lorenci

Santander

Viernes, 22 de junio 2018, 14:20

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Fabuloso regalo el que recibe el Centro Botín de Santander en el día su primer cumpleaños. Expondrá de forma permanente ocho magistrales retratos del siglo XX procedentes de la colección de arte de Jaime Botín (Santander, 1936), patrono de la Fundación Botín y expresidente de Bankinter. Obras de genios indiscutibles de la pintura como Henri Matisse, Francis Bacon, Juan Gris, Joaquín Sorolla, Daniel Vázquez Díaz, Isidre Nonell, José Gutiérrez Solana o Francisco Gutiérrez Cossío que pasan del salón de la residencia de Somosaguas del exbanquero a una nueva sala de la primera planta del edificio diseñado por Renzo Piano. Un gesto que redime la maltrecha imagen del ex banquero.

El coleccionista fue el gran ausente en la presentación de 'Retratos: Esencia y Expresión', que así se titula la propuesta. Junto a esta cesión, con una duración inicial de cinco años renovables, Jaime Botín donará a la Fundación que lleva su apellido un millón de euros al año para cubrir los gastos de mantenimiento y conservación de las obras y contribuir al programa artístico y a la misión social del centro.

No se descarta nuevas incorporaciones de otras pinturas tras este gesto de generosidad que redime en algún modo al exbanquero, salpicado por el escándalo en torno a otro cuadro de Picasso de su propiedad, 'Cabeza de mujer joven', valorado en casi 27 millones de euros y por cuya presunta tentativa de exportación ilegal Botín está procesado, con una petición del fiscal de cuatro años de cárcel y una multa de cien millones por contrabando. El fabuloso lienzo, pintado por Picasso en Gósol en 1906 e intervenido en el 'Adix', el suntuoso yate-goleta de Botín, en julio de 1915, está depositado en el Reina Sofía a la espera de la resolución judicial del caso.

Los ocho 'diamantes' cedidos a Santander y de los que Botín disfrutaba en su domicilio son: 'Femme espagnole' ('Mujer española', 1917) de Henri Matisse; 'Self Portrait with Injured Eye' ('Autorretrato con ojo herido', 1972), de Francis Bacon; 'Arlequín' (1918), de Juan Gris; 'Al baño. Valencia' (1908) de Joaquín Sorolla; 'Mujer de rojo' (1931), de Daniel Vázquez Díaz; 'Figura de medio cuerpo' (1907), de Isidre Nonell; 'El constructor de caretas' (1944), de José Gutiérrez Solana, y Retrato de mi madre (1942), de Francisco Gutiérrez Cossío.

La mayoría de los artistas se formaron en los años finales del siglo XIX y principios del XX, un periodo complejo por las diferentes corrientes que surgen y los movimientos estéticos que se solapan y que se reflejan en las obras cedidas: el modernismo con Nonell; el fauvismo con Matisse; el cubismo con Juan Gris; la figuración lírica de Cossío; el realismo con Solana; el neocubismo con Vázquez Díaz; el iluminismo postimpresionista con Sorolla o la nueva figuración de fuerte carácter expresionista con Bacon.

Para María José Salazar, miembro de la Comisión Asesora de Artes Plásticas de la Fundación Botín y experta en arte del siglo XX, las obras que Botín cede a su ciudad presentan tres rasgos comunes: «máxima expresión a través del color y la luz, utilización de la figura como hilo conductor y la atención al retrato, que es la esencia de esta selección». Salazar subraya la importancia del retrato como tema y considera que en su ejecución «se aprecia mejor la capacidad del artista para mostrarnos al personaje y su estado de ánimo, y su aspecto físico».

Gusto personal

«Es una selección de obras conformada en torno al gusto personal de su propietario, que ha reunido un conjunto selecto, con nexos evidentes que nos adentran en su particular microcosmos», dice la comisaria de una colección atípica «de concepto moderno y puro placer» en la que no se primen nombres o tendencias. «Se palpa un indudable gusto personal de Jaime Botín en ese aire sombrío y nostálgico que, en cierto modo, sobrevuela todas sus pinturas. Es como si un gran manto transparente de melancolía las envolviera, con una unida temática que es un rareza», concluye María José Salazar.

El cuadro de menos tamaño es quizá el más valioso, el atormentado autorretrato pintado por Francis Bacon en París en febrero de 1972, un año después del exitazo de su exposición en el Grand Palais y que su amante de entonces, George Dyer, le amargó suicidándose en la misma velada la inauguración. Salazar, conservadora del Reina Sofía, no duda de que si el lienzo saliera al mercado alcanzaría un precio estratósferico. Como el del Matisse que el MoMA pidió en su día a Botín y que el exbanquero se negó a prestar. Y es que ninguna de las ocho obras fue jamás prestada por el coleccionista. «He conocido a muchos coleccionistas y me ha sorprendido que Botín, más humanista que banquero, se desprendiera de unas obras vitales para él, de las que disfrutaba en un lugar muy especial de su casa, y las que cuida como si fueran su hijos».

«Mix generacional»

El Centro Botín, que ha recibido 230.000 visitantes en su primer año de vida, inaugura también 'El paisaje reconfigurado'. En cartel hasta el 13 de enero de 2019, es una selección de obras de la colección de la Fundación Botín que incluye obras de artistas actuales como Leonor Antunes, Lothar Baumgarten, Tacita Dean, Joan Jonas, Irene Kopelman, Julie Mehretu u Oriol Vilanova.

La exposición muestra los diferentes modos de representar el mundo y ofrece una perspectiva histórica de la labor de la Fundación Botín en el campo de las artes visuales en la última década. Todos los artistas de la colección han dirigido un taller de artes o recibido una beca de artes visuales de la Fundación Botín y muchas de las piezas que exhiben son inédita. «Este mix generacional constituye una importante dinámica de la colección y ofrece una interesante perspectiva sobre la práctica artística del siglo XXI», asegura Benjamin Weil, director artístico del Centro Botín y comisario de la exposición. La concibió «como un paseo por el paisaje contemporáneo del impresionismo a la abstracción» que «pone de manifiesto la libertad formal que los creadores han ido consolidando a lo largo de los últimos cincuenta años».

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