El músico santanderino Juan Saiz, tocando la flauta travesera.Javier Cotera
Carta abierta a quienes deciden sobre la música en Cantabria
Soy de aquí, nací aquí y amo profundamente esta tierra, aunque apenas puedo trabajar en ella, a pesar de la gran cantidad de conciertos que se organizan desde distintas instituciones. Una de las características más preocupantes de Cantabria es lo poco que se cuida a sus artistas, científicos y, en general, a su capital humano
Juan Saiz
Músico
Martes, 6 de mayo 2025, 14:26
Me dedico a la música desde que era un niño, comencé a estudiar a los 10 años y continué mi formación en el Conservatorio Superior ... de Cataluña, y en el Conservatorio Real de Gante, en Bélgica, con algunos de los mejores músicos en mi especialidad. A día de hoy, casi 30 años después, sigo estudiando cada día para estar preparado para subir a un escenario. Esta exigencia también conlleva un coste elevado a nivel legal: Seguridad Social, gestoría, seguros y todos los requisitos necesarios para estar en regla y ejercer con profesionalidad. Soy músico profesional y desarrollo mis propios proyectos artísticos, cada uno de los cuales implica una fuerte inversión en grabación de discos, vídeos, promoción, posicionamiento en internet, etc. He publicado siete discos a mi nombre y he presentado mi música en algunos de los escenarios más relevantes de Europa. Vivo en Cantabria. Soy de aquí, nací aquí y amo profundamente esta tierra, aunque apenas puedo trabajar en ella, a pesar de la gran cantidad de conciertos que se organizan desde distintas instituciones. Una de las características más preocupantes de Cantabria es lo poco que se cuida a sus artistas, científicos y, en general, a su capital humano. En la música no es diferente.
En Cantabria se celebran numerosos festivales y ciclos como el Festival Internacional de Santander (FIS), Santander Music, el Festival de Jazz de Santander, el Centro Botín… así como otros eventos especiales como el Año Jubilar Lebaniego, durante el que se programan multitud de conciertos. Les animo a investigar cuántos de esos conciertos están protagonizados por artistas cántabros y, más aún, cuántos de esos artistas cántabros son realmente profesionales, se llevarán una gran sorpresa. En mi día a día, presento proyectos con la intención de trabajar en Cantabria, y me encuentro con respuestas como: «Es que desde el Ayuntamiento solo quieren músicos de fuera, los de aquí ya estáis todo el año». Es decir, no se nos permite trabajar precisamente por ser de Cantabria. ¡Pero si no estamos trabajando aquí! Hay una falta de sensibilidad institucional alarmante. ¿Se imaginan que le dijeran lo mismo a un grupo de médicos, abogados o ingenieros? ¿O que para formar parte del Parlamento de Cantabria fuera indispensable ser de fuera? Miren a las comunidades limítrofes: País Vasco, Asturias y, un poco más allá, Galicia, ¿se imaginan a un artista cántabro actuando en el Día Grande del Año Xacobeo en Santiago de Compostela? Aquí ha sucedido lo contrario en el Año Jubilar Lebaniego. A esto se suma otro problema: en ciertos contextos donde se presume de una gran sensibilidad por los músicos locales, se tiende a programar bandas cántabras con cachés muy inferiores a los de artistas foráneos y lo que es peor, muchas veces no se exige cumplir con las obligaciones legales mínimas. Es habitual que los músicos locales trabajen sin estar dados de alta en la Seguridad Social, y las instituciones no lo supervisan ni lo exigen. La Inspección de Trabajo tampoco parece intervenir. Los músicos profesionales nos encontramos así en una situación de doble perjuicio: discriminación por nuestra procedencia y competencia desleal. La mayoría de los conciertos y programaciones que se realizan en Cantabria beben del dinero público y, en cambio, su preocupación no tiene nada que ver con el bien del sector profesional de Cantabria, sino todo lo contrario; estamos en un punto en el que me atrevo a afirmar que todo el dinero público que se dedica a la música nos hace daño a los profesionales de Cantabria.
La música y la cultura de Cantabria necesitan que sus trabajadores puedan trabajar para poder seguir vivas. Para que mañana se pueda hablar de nuestra música, nuestras raíces, nuestra cultura. Si no podemos trabajar, ¿cómo vamos a crear? ¿cómo vamos a dejar un legado en esta tierra? Esa es nuestra labor. Déjennos hacerla.
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