«La imaginación siempre está en guerra con el mundo»
El narrador y profesor santanderino, que escribe tras 'La vida de H', una novela sobre el primer amor, inaugura hoy la Feria del Libro en la plaza de Alfonso XIII
¿Es lo mismo narrar, novelar, escribir ficción, contar el mundo y practicar el arte de la literatura? En el caso de Alejandro Gándara, sí. ... Este señor, atleta de la narración, mantiene la sana media distancia con lo que le rodea, especialmente la realidad, y marca los tiempos y ritmos de su escritura. El autor santanderino lo tiene claro, la literatura explica «el ayer y el mañana...y que todo es posible». En su página en la Red revela toda una declaración de principios: «He dedicado toda mi vida al estudio de la palabra». Novelista, ensayista, articulista, periodista...ha forjado una intensa trayectoria como promotor de distintas empresas dedicadas a la investigación de la creación literaria y la pedagogía creativa. Director de la Escuela Contemporánea de Humanidades, Gándara es desde finales de los setenta uno de los autores mas singulares de la narrativa española. El autor de 'Las puertas de la noche', Premio Nadal, entre otros, escribe actualemente una novela «sobre el primer amor y sus largas consecuencias». Hoy inaugura la Feria del Libro de Santander en un pregón que promete heterodoxias varias.
-Uno tiene la sensación de que si hay un superviviente coherente, exento de imposturas y de giros para la galería, en el mundo literario español, ese es Alejandro Gándara...
-Creo que simplemente he tratado de mantener las distancias con eso que podemos llamar 'el mundo literario español' y que está compuesto, esquemáticamente, por un cierto establishment crítico, industrial y político-cultural que a mi entender tiene aspiraciones pobres e intelectualmente no responde a las cuestiones que importan. No puedo decir que yo sea un superviviente en ese mundo, sino que más bien he vivido fuera de él.
10 días de actividades
-Un pregón en una feria del libro...¿Suena viejuno? ¿Aún es posible insuflar aliento?
-A mí me suena inédito. No tenía noticia de que se hicieran pregones en las ferias del libro, pero creo que cualquier iniciativa es buena para defender a estos últimos mohicanos que son los editores, los libreros y los lectores. Su labor en estos tiempos de oscuridad para el libro es heroica y merecen su homenaje. El mío, desde luego.
-Celebrar el libro , la lectura, editar como si se fuera a acabar el mundo...y, sin embargo, se lee poco o nada. ¿Cómo se asume tal paradoja?
-Si no estoy mal informado, el índice de lectura en España ha ido en ascenso (desde niveles subterráneos, desde luego), aunque sigue sin dar la talla de los países europeos de vanguardia. Otra cosa es la venta de libros, que ha caído en picado y ha obligado a reformular el negocio editorial y con ello también la política de publicaciones, que en los grandes y medianos grupos cada vez se parece más a la economía del pelotazo. Es por eso por lo que hay que celebrar la existencia y la resistencia de editoriales y librerías, porque trabajan en el desierto, sin ninguna política de amparo o más bien con la animadversión de los poderes y las instituciones públicas, y sin ningún acompañamiento serio de las educativas. Creo que todo esto lo ilustra espléndidamente el nivel de los debates televisivos de los candidatos de los partidos.
-Desde que leí a Gándara por primera vez siempre he pensado, ¿cómo se ha resistido a la poesía?
-Aunque no lo parezca por el aspecto de la página y porque acabo los renglones, escribo poesía.
-¿Está pidiendo guerra la novela?
-Ya estamos asistiendo a una transformación en el género novela que afecta a la estructura temporal, a la forma de pensar el tiempo mismo, a las nuevas formas de intercambio y comunicación. La novela no es sino una de las maneras en que se manifiesta la imaginación, que es una facultad de la mente y del pensamiento, y sin la cual no hay conocimiento posible. Y la imaginación siempre está en guerra con el mundo.
-(Con Rivera o sin él.)¿Qué oye cuando escucha el silencio a su alrededor?
-Desgraciadamente, el silencio que suelo escuchar alrededor no es el de la meditación o el de la soledad buscada: es más bien el de los camposantos.
«Hay que educar para crear, hay que acabar con la esclavitud del trabajo»
-¿Qué enseña a sus hijos que no puedan aprender fuera?
-Cómo enfrentarse al dolor, en qué se diferencia un sentimiento de una emoción, pero sobre todo a descubrir lo que es bueno para ellos y a tratar de conseguirlo por encima de las condiciones que impone la vida y por encima del miedo. Todos estamos enfermos de miedo y todas las enfermedades no son más que las caras que enseña el miedo.
-¿La lectura es el mejor lugar en el mundo, el ideal de resistencia?
-La lectura y el diálogo. La lectura solitaria, la lectura que no se comparte ni se discute, la lectura que no es una acción sobre el mundo es en el fondo una variante del onanismo.
-¿La Escuela de Humanidades le ha dado un medio estable de vida y le ha restado tiempo de escritura?
-La Escuela Contemporánea de Humanidades no ha sido ni es un medio de ganarme la vida, sino de ganar mi vida. Y, aparte de que los programas de estudio y de investigación responden a mis intereses profundos, me ha dejado todo el tiempo del mundo. Creo que han sido mis hijos los que me han robado más tiempo, con su empeño en tener personalidad propia y en darme conversación de uno u otro tipo.
-¿Qué nos explica la literatura?
-Que somos el ayer y el mañana, que el origen de la especie está aquí con nosotros, en este presente, y que todo es posible.
-Tras 'La vida de H', ¿qué Gándara nos espera?
-Estoy escribiendo una novela sobre el primer amor y sus largas consecuencias: la forma en que marca un destino, la huella que deja en los afectos, en la incertidumbre y relaciones con el mundo, en los amores que vienen a continuación. En cierto sentido, el primer amor es el único, y en ese sentido también el último.
-¿Cuáles son las últimas noticias de nuestro mundo?
-A pesar de las apariencias y de las amenazas, venceremos y convenceremos.
-¿El lector crítico es una especie en extinción?
-Hay una falta de educación literaria universal acompañada de una sensibilidad sin cultivar, espontánea y desorientada, y que por eso mismo se somete dócilmente a la autoridad del orden establecido, ya sea en forma de discurso o de aceptación de reglas industriales, mercantiles, mediáticas, incluso didácticas. No puede haber crítica cuando el conocimiento no es algo que nos atraviesa, sino algo que se nos impone a causa de nuestras carencias, de nuestra miseria espiritual. El lector crítico, por lo general y salvo las oportunas excepciones, no pasa de ser un lector dogmático.
-En cuatro horas de debate los políticos solo pronunciaron la palabra cultura una vez e inducida. ¿Estamos salvados entonces?
-No. Hay que hacer cosas, hay que hacer política, hay que hacer comunidad, hay que intervenir en los espacios pequeños y cercanos, hay que modificar el ambiente en que nos desenvolvemos a diario, hay que educar para crear, hay que acabar con la esclavitud del trabajo y con la mentalidad de empleado... O sea, que hay tarea, como puede verse.
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