Leonardo Padura
El autor cubano presenta hoy en la Librería Gil su última novela 'Morir en la arena', crónica de una derrota generacional y de la vida cotidiana de las últimas décadas en la isla
Leonardo Padura (La Habana, 1955), el escritor cubano vivo más leído en las últimas décadas, visita de nuevo Cantabria, en esta ocasión para presentar ... su última novela, 'Morir en la arena', hoy en Librería Gil (19.00 horas) acompañado por el periodista Fernando García. Inspirada por un caso real de parricidio ocurrido en una familia cercana a la del escritor, 'Morir en la arena' es además la crónica de un fracaso colectivo, el de la generación del propio autor.
Padura es mundialmente conocido por sus novelas, en las que refleja la vida cotidiana en la Cuba del socialismo real, y que han sido llevadas al cine en varias ocasiones. Destaca, en especial, la serie policiaca protagonizada por Mario Conde, y uno de los libros en castellano con más éxito en todo el siglo XXI, 'El hombre que amaba a los perros', en el que indaga sobre la figura de Ramón Mercader, el asesino de Leon Trotski. Su obra ha sido galardonada, entre otras distinciones, con el Premio Princesa de Asturias 2015 y el Premio Nacional de Literatura de Cuba 2012.
Agenda
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Presentación Esta tarde en la Librería Gil, 19.00 horas. Acompaña a Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias, el periodista Fernando García.
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La obra. 'Morir en la arena' (Tusquets, 2025). 384 páginas. 22,90 euros. Ebook: 12,34 euros.
–¿Esta es su novela más triste?
–Es una novela de causas y consecuencias. Abarca varias décadas de dos personajes, un escritor y el futuro parricida, que se conocen siendo niños en la escuela primaria y ahí empieza una relación de amistad que llega hasta el presente. La vida irá dejándoles marcas, algunas de ellas muy difíciles de superar, como la participación en la guerra de Angola. Todo un recorrido generacional para llegar a este destino bastante triste que están afrontando en el presente.
–El parricidio es un crimen muy literario.
–Ocurrió uno en una familia cercana a la mía, conocía las causas y las consecuencias y tomé ese hecho, que me sirvió de motor dramático, pero lo transformé completamente.
–¿Cómo influye literariamente basarse en la realidad?
–En este caso, aquí, yo juego un poco con ese slogan de moda, 'basado en hechos reales'. Los personajes son diferentes, muchas condiciones que son distintas, pero lo que sí está basado en hechos reales es la mirada a la realidad social cubana. Eso sí, con una pretensión universal, no localista.
–Le persigue una pequeña maldición extraliteraria: en todas las entrevistas le preguntamos más de política y economía que sobre literatura.
–El problema es que soy culpable, por escribir como escribo. Pero es que incluso aunque tú trates de abstraerte de la realidad, es imposible. La realidad en Cuba no toca la puerta, entra sin pedir permiso y se instala en tu casa, en tu mesa de trabajo, en tu cama, cuando se va la electricidad y te cagas en la madre de quien tengas que cagarte porque no puedes dormir por el calor que hace…
–¿Hay esperanza para las siguientes generaciones?
–En algún momento habrá que refundar una utopía. ¿Qué carácter va a tener? ¿Cómo se va a manifestar? ¿Qué nombre tendrá? Mira, no tengo ni la menor idea. No puedo ser profeta, ni mucho menos profeta de mi tierra porque se sabe que eso no funciona. Pero lo que sí creo es que el mundo está en unas condiciones que necesita algunos revulsivos para ver si el futuro se aclara un poco.
–Para sobrevivir en la Cuba actual es muy importante tener fe, mucha 'FE' (familiar en el extranjero)…
–Los protagonistas de esta novela, sobre todo estos Rodolfo y Nora, son dos de las personas que han tenido la posibilidad de tener una vida un poco más desahogada, porque tienen 'FE'. No es que crean en nada, sino que tienen un 'Familiar en el Extranjero', alguien que les envía lo que llaman 'donaciones'. Si un jubilado necesita, por ejemplo, un par de zapatos y una lámpara, con su pensión no lo puede conseguir.
–¿Pero es una situación de los pensionistas o global?
–Bueno, solo diré que las cosas en Cuba irán mejor en el momento en que un médico cubano, que son gente muy sacrificada, pueda vivir dignamente de su salario.
–¿En España nos hemos olvidado de Cuba?
–Es como si Cuba hubiera pasado de moda y hay poca atención. En otros momentos hubo mucha más información, pero es que realmente la tragedia de Cuba se ha anquilosado y se vive cotidianamente y en el resto del mundo están ocurriendo acontecimientos que van a tener muchas consecuencias universales: lo que está pasando en Oriente Medio, en Rusia y Ucrania, en Estados Unidos… Y el periodismo, lamentablemente, también tiene que vender.
–Estará deseando poder escribir una novela en el mismo escenario que en lugar de triste sea luminosa…
–¡Ojalá que sí! De todas maneras, la felicidad es poco literaria. ¿A cuántos escritores suizos conoces? Ocurre con las sociedades que nos parecen muy perfectas, como eran las sociedades escandinavas, hasta que de pronto unos escritores nos dijeron «no, no, no se crean eso. Esto también puede estar muy jodido».
–Como escritor debe ser terrible que tus libros no puedan circular libremente por tu propia ciudad.
–Ya hace varios años que mis libros no se publican en Cuba por editoriales institucionales. Hemos logrado hacer pequeñas ediciones alternativas de algunos títulos, pero lo que es una salvación es que entre las muchas estrategias de supervivencia que los cubanos aplican, una de ellas es la piratería.
–Sobre la crisis de lectores advierte la influencer María Pombo: «Hay que empezar a superar que hay gente a la que no le gusta leer. No sois mejores porque os guste leer, hay que superarlo».
–Leer quizá no te haga mejor, pero seguro es que no leer no te hace mejor. Ojalá la gente pudiera tener más acceso a todas las manifestaciones de la cultura, y no de una forma tan mercantilizada como ahora.
–¿A qué se refiere?
–Cuando hace unos días entré en una librería española y vi la promoción que se está haciendo a los libros de Freda McFarren, me quedé conmovido y triste de ver que la mala literatura pueda tener tanto espacio y ocupar tantas posibilidades de cultivo y de conocimiento de las personas.
–Seguro que no era en Cantabria, donde últimamente le recibimos muy a menudo…
–Para mí es una satisfacción regresar a Santander y encontrarme con los lectores que con los años he ido cultivando aquí. La última vez estuve en Felisa, que me parece una feria muy importante en la medida en que son los libreros locales quienes tienen el protagonismo.
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