Borrar
Antton Valverde,
Antton Valverde  'Maitasunez hil'

Antton Valverde 'Maitasunez hil'

¡Cuánta tristeza genera el amor en una sola dirección! Xabier Lete y Antton Valverde retrataron en 1975 lo que significa la negativa eterna de la mujer a la que amas

Anje Ribera

Martes, 12 de enero 2016, 17:08

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Aunque los científicos nos dicen que es imposible, hay quien muere de amor. Además es una muerte dolorosa. Tu corazón ha dejado de latir desde aquel día en que ella (o él) se marchó. Pero tu cuerpo vegeta en esta vida, torturado por una mente que no deja de pensar en ella (o él), sabiéndola (sabiéndolo) en otros brazos. Mueres en vida, día a día.

Y lo seguirás haciendo el resto de tu existencia, o sea de tu agonía. Vives cuando realmente quieres morir, mientras el recuerdo te desgarra el alma. Pasa un día, pasa otro y sigues solo (sola), sin ella (sin él). Sin embargo, todavía sientes en tu piel las caricias que nunca más volverás a recibir de aquellas manos. ¡Qué mentira creer que volverán!

La realidad siempre te desmiente en forma de ansiedad, depresión y tristeza que se adueñan de ti. Y desdice también a quienes aseguran que el amor es sólo un cóctel de reacciones químicas que nos mantiene emocionalmente unidos a otra persona. El desamor, desgraciadamente, provoca tanto dolor como placer pueda generar el amor. El síndrome del corazón roto es real, provocado por una decepción amorosa, por un estrés emocional o por un afligimiento desmedido fruto de un rechazo.

Biografía

  • El donostiarra Antton Valverde (1943) casi siempre ha sacrificado su carrera en beneficio de otros. Aunque su andadura en solitario es más brillante que reconocida, ha sido siempre valorado por sus aportaciones a otros artistas. De hecho, entre sus obras más admiradas están aquellas en las que compartió cartelera con Xabier Lete o Julen Lekuona, y hasta en el seno de Oskarbi. En su producción encontramos creaciones propias, pero también abundante musicalización de poemas pretéritos de Xabier Lizardi, Lauaxeta o el mencionado Xabier Lete, entre otros. Aunque el pan de cada día se lo ha ganado con el taller de artes gráficas familiar tras cursar estudios de perito, siempre ha estado vinculado a la música, campo del que nunca pudo ser profesional aunque se formó a conciencia para ello, con clases de solfeo, armonía, composición y piano. Es este instrumento el que siempre ha estado unido a su caminar, aunque en el vídeo de la canción a la que hoy nos referimos le veamos con una guitarra entre manos. La teclas de su instrumento han sido las encargadas de musicar los poemas gracias una sensibilidad que heredó de su padre, el pintor Antonio Valverde Ayalde. Comenzó su andadura artística hace más de cinco décadas y aún sigue hoy. Quizá porque ha sabido dosificar sus apariciones en público y sus producciones discográficas. No obstante, ahí quedan su discos, algunos productos milagrosos en una época como la dictadura de Franco en la que cantar en euskera estaba prohibido o, cuanto menos, extraordinariamente dificultado.

Torturador es también que no te quiera quien tú adoras. Cuánta tristeza genera el amor en una sola dirección. Es otra forma de perecer, víctima de lo imposible. De él hablamos hoy, o mejor dicho, de él hablaron Xabier Lete y Antton Valverde en 1975. Dos genios combinados el poeta de Oiartzun puso la letra y el cantante y pianista de Donosti se encargó de musicarla e intrepretarla para ofrecernos un tema que describe de forma inmejorable lo que significa la negativa eterna de la mujer a la que amas.

Te gustó cuando era niña, te apasionó cuando se convirtió en mujer, la adoraste aunque ya era de otro y todavía la idolatras ahora que, pasados sus mejores años, se resigna a la llegada de la vejez sumida en una soledad autoelegida. Pero ella siempre dijo no. A veces quiso decir sí, pero no se atrevió. Ahora ya es demasiado tarde para ella. Para él nunca lo será.

Y todo ello en clave de humor. El sarcasmo de Lete adquiere en este tema uno de sus momentos más brillantes. Hablar de cosas serias con tintes cómicos siempre se le dio bien al gran cantautor guipuzcoano. Sólo él supo tratar con tanta maestría y cotidianidad cuestiones tan escabrosas como el desamor.

La historia, no obstante, parece que tiene como referente un fracaso amoroso de Valverde, no de Lete. Ocurrió durante la juventud del donostiarra, según explicó Lete en un concierto que ofrecieron juntos en Oiartzun. Pero podría ser también que el protagonista de nuestra historia fuera el propio Lete. Con él nunca se sabía dónde estaba la comedia y dónde la realidad. Valverde, calló entonces. Y calla todavía.

En esos casos de desamor, decía asimismo Lete, hay dos opciones: optar por el suicidio y escribir una canción. Ellos decidieron abordar el segundo camino.

Versiones

El grupo Furunda, liderado por el acordeonista Aitor Furundarena, publicó una actualización veintiún años después del disco de Valverde. Merece la pena escuchar esta mezcla de una composición tradicional vasca con elementos pop-rock.

Peculiar el cóver acústico de Edorta & Boti.

'Maitasunez hil¡ ha sido utilizado también como banda sonora en diferentes manifestaciones culturales. En este caso se combina con la euskal dantza en un espectáculo que tuvo lugar hace dos años en Bakio.

LETRA

Hamairu urte nituanean,

oraindik galtza motxetan,

bere atzetik ibiltzen nintzen

herriko kale hotzetan

prinzesa hura behar bezela

kortejatzeko lotsetan

bere etxera lagundu nahirik

eskolatik arratsetan

Cuando tenía trece años,

todavía con pantalones cortos,

iba detrás de ella

por las frías calles del pueblo

con vergüenza trataba de cortejar

a aquella princesa como se merecía,

queriendo acompañarla a su casa

al salir del colegio por las tardes

«Oh, ez !», esaten zuen,

oraindik ez, gaztetxo naiz

«Oh, ez !, inolaz ez,

etxera joan behar dut garaiz»

«¡Oh, no!», decía,

todavía no, soy jovencita

«¡Oh, no!, de ninguna manera,

tengo que ir a casa a la hora»

Hemezortzira ailegatuta

romantizismoz beterik

etzan posible eromen hura

bazter batera uzterik;

aingeru harek ez zidan sortzen

sufrimentua besterik,

sekulan ere ez nuen lortu

bi besoetan hartzerik

Llegado a los dieciocho

y lleno de romanticismo

no era posible apartar aquella locura

aquel ángel no me generaba

más que sufrimiento,

jamás logré tomarla entre mis dos brazos

«Oh ez !», esaten zidan,

«maitemintzeko gaztea naiz.

Oh, ez! , oraindik ez

lotsa ematen dit ta ez dut nahi»

«¡Oh, no!», me decía,

soy joven para enamorarme

«¡Oh, no!», todavía no,

me da vergüenza y no quiero»

Lotsaren lotsez pasa ta gero

dozenerdi bat eskutik,

pentsatu zuen komeni zela

sartzea bide hestutik;

eta nik nola oraindik ere

jarraitzen nuen gertutik,

ezkondutzia eskatu nion

ez bazitzaion inportik

Después de pasar gran vergüenza

con una docena de fracasos

pensé que había llegado

de hacer una apuesta fuerte

y, como todavía seguía

de cerca sus pasos,

le pedí que nos casáramos

«Oh, ez!», erantzun zidan,

«aspertzen nauzu, zoaz apaiz.

oh, ez!, inolaz ez,

beste batekin ezkontzen naiz»

«¡Oh, no!», me respondió,

me aburres, hazte cura.

«¡oh, no!», de ninguna manera,

me caso con otro»

Festa batean ikusi nuen

handik zortzi bat urtera,

ta hotz-hotzean ausartu nintzen

sagar helduen hartzera,

irrifar doble makur batekin

izkutatu zen atzera:

ez zen ausartzen bere zezena

adarrez adornatzera.

La vi en una fiesta

al cabo de ocho años,

y con sangre fría me atreví

a coger la manzana madura,

pero con sonrisa vergonzosa retrocedió:

no se atrevía a adornar

con cuernos a su toro

«Oh, ez!, ez da posible,

horrelakorik ez nuke nahi.

Oh, ez! , inolaz ez,

ni etxekoandre jator bat naiz»

«¡Oh, no!», es imposible,

no querría nada de eso

¡Oh, no!», de ninguna manera,

soy una honrada ama de casa»

Mutilzartuta bizi nintzela

laugarren piso batian,

behin uste gabe topatu nuen

gure etxeko atian ...

bere onenak gastatutako

alarguna zen artian,

eta honela erantzun zidan,

oraingoz bion kaltian:

«Oh, ez! , orain ia ez,

nahiz eta zutaz pentsatu maiz.

Oh, ez!, inolaz ez,

oheratzeko zahartu naiz»

Viviendo como un solterón

en un cuarto piso,

me la encontré de repente

en el portal de casa...

era ya viuda y ya habían

pasado sus mejores años,

pero todavía así me respondió,

para desgracia de ambos:

«¡Oh, no!», ahora ya no,

aunque pienso en ti a menudo

«¡Oh, no!, de ninguna manera,

estoy vieja para asuntos de cama»

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios