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Mudhoney, en la actualidad.
Pogos con el grunge y ganchos de Berdonce, rock y boxeo en Gipuzkoa

Pogos con el grunge y ganchos de Berdonce, rock y boxeo en Gipuzkoa

En la época más agitada de las salas guipuzcoanas uno podía ver a Mudhoney, QOTSA y veladas de alto voltaje. En una de ellas asistió una promesa del ring que luego acabó en 'GH'

José Mari Reviriego

Miércoles, 30 de marzo 2016, 18:04

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El rock y el boxeo se funden en esta historia con protagonistas del más variado pelaje: Mudhoney, la punta de lanza del sello Sub Pop de Seattle antes de la explosión de Nirvana; Queens of the Stone Age (QOTSA), con la misteriosa figura de Mark Lanegan entre las sombras; Manu Maritxalar, árbitro de boxeo antes de meterse en la piel de capitán en 'El conquistador del fin del mundo'; el boxeador Manel Berdonce, hoy entrenador de famosos que le dan al punching ball; el preparador Ricardo Sánchez Atocha, el otro día en la esquina de Kerman Lejarraga; y el pobre Gustavo Fernández, la promesa del cuadrilátero que entró en 'Gran Hermano' y murió en un trágico accidente de tren en 2006. Todos ellos forman en distintos escenarios el paisaje de las salas de Gipuzkoa en sus años de gloria.

Ni Bilbao ni Vitoria. Para ver a los grandes artistas internacionales en los años noventa había que tirar millas y poner rumbo a Gipuzkoa. La sala Txitxarro, en el alto de Itziar en Deba, y la Jam de Bergara, también conocida en sus orígenes como Txibisto, eran los grandes templos del rock de mediano aforo en Euskadi. Ellos fueron los primeros en traer al País Vasco a dos grupos que marcaron una época: los Mudhoney armaron un pogo brutal en Txitxarro con Interstellar Villains de teloneros (sería sobre el año 1991 o 1992, una época muy loca en la que la cuadrilla fue confundida con los miembros del grupo tras bajar de un R-21 con camisetas de tirantes y pelos raros) y los QOTSA despegaron ante el rockerío en 2002 en una memorable actuación en la que se rumoreaba que podían salir Lanegan y hasta Dave Grohl, que había firmado la batería en el álbum de su gira, 'Songs For The Deaf', su tercer trabajo de estudio. El grunge y, diez años después, un estilo que se bautizó como stoner, el otro gran movimiento musical de la década.

Conciertos que rivalizaban en pegada con otra de las pasiones de los escenarios: el boxeo. El 'noble arte', como lo definía Jaime Ugarte en esta largas noches en Telecinco mientras esperábamos a las tantas de la madrugada un nuevo recital de Mike Tyson, Evander Holyfield, 'Mano de piedra' Durán, Maromero Páez o Héctor 'Macho' Camacho. Más duros, menos glamurosos y, seguramente, más feos que la generación actual de Pacquiao, Mayweather, Marco Antonio Barrera, Márquez, Cotto y Óscar 'Golden boy' De la Hoya.

Sus nombres no eran tan célebres, pero la discoteca Young Play de Hernani organizó en diciembre de 1994 una velada de categoría en la que se ponía en juego el cinturón de campeón de España del peso superligero. En una esquina, Sergio Rey, un púgil de Pasaia con toda la parroquia a su favor. En la otra, Manel Berdonce, 'El tigre de Tetuán', el campeón que entrenaba Ricardo Sánchez Atocha, un emblema del boxeo español. El entrenador venía de llevar a Poli Díaz con más penas que glorias (su decadencia comenzó el día en que perdió contra Pernell Whitaker) y en aquel entonces ya preparaba el asalto de Castillejo y de Navarro a los cuadriláteros.

En el ring de la sala Txitxarro salieron feroces Mudhoney, con toda su cacharrería medio punk, medio garajera. Es curioso. Siendo los hermanos pobres de Nirvana (Kurt Cobain salió en alguno de sus vídeos) supieron sobrevivir a todo. A día de hoy siguen girando con la formación original o casi. Y Mark Arm, el cantante, no ha engordado como les suele pasar a los supervivientes del grunge. Llenazo en al alto de Itziar y saltos desde el escenario. Cantaban 'Touch Me And Sick'.

El ambiente era de gala también en Hernani. A tope de público, humazo de puro y trasiego de licores fuertes alrededor del cuadrilátero. Los combates previos fueron muy jevis (ten cuidado, cerca de la lona salta el sudor y la sangre, avisaban los amigos). El árbitro de esas peleas entre jóvenes aficionados era muy alto. Se llamaba, y se llama, Manu Maritxalar y entonces era la voz que narraba los combates en 'Boxeo Izarrak' de ETB-1, con Pedro Mari Goikoetxea. Maritxalar no pudo evitar sorprenderse por la habilidad de un chaval rubio que parecía estrenarse en el ring, pero que perdió por un golpe que le estalló de lleno en la nariz. No paraba de manar sangre y el árbitro le reconoció su valor. De no haberse quedado sin tabique, quizá hubiera ganado, venía a decir a su gente. Menos mal que competían con casco protector.

La niebla se hacía notar en la sala Jam de Bergara a la espera de la salida de los Queens of the Stone Age, estandartes del también llamado 'rock fumeta'. Aún estaba en el grupo de Josh Homme el bajista original, su amigo Nick Oliveri, un tipo alto, de cabeza rasurada, barbita de chivo y mirada un poco psicopatona. Lo cierto es que fue una de sus últimas actuaciones con la banda. Homme le despidió en esa misma gira por una violenta actuación en Barcelona. Al parecer, alguien del público le increpó y el músico no tuvo una mejor idea que lanzarle desde el escenario una botella de cristal. No ha vuelto al grupo, salvo recientemente a tocar alguna canción suelta. Y sí, entrado ya en calor el concierto, apareció la fantasmagórica presencia de una figura de voz ronca y profunda que fumaba. Era Mark Lanegan. QOTSA se hizo en Bergara una leyenda en Euskadi. Posteriormente volvieron a encabezar el Azkena Rock Festival de Vitoria. Grohl no apareció.

Las celebridades no se perdieron la cita en la Young Play de Hernani. Entre el público estaba el presidente de la Federación Vasca de Boxeo, Juan Luis Torralba, siempre animoso (comparte ilusionado sus proyectos para introducir el boxeo en las escuelas como aliciente para un deporte noble, de esquivas y de autodefensa). Torralba presenta a un púgil al que consideraba toda una promesa. Su nombre era Gustavo 'Bihotza' Fernández, un púgil de Portugalete llamado a ser la gran revelación. No llegaría a 18 años y ya tenía la nariz rota. Hablaba con un tono de voz muy bajito y nasal, y se dirigía a un tipo al que llamaba repetidamente algo así como 'folleito, folleito'. Más tarde supe que se refería a su entrenador, 'Folledito', del Portubox. La historia de Gustavo fue trágica. Tras una carrera con altibajos, buscó fortuna en 'Gran Hermano' y logró entrar en la cuarta edición. Sin embargo, en 2006 falleció arrollado por un tren al cruzar las vías de camino a la cafetería de la estación.

Final dramático también para la sala Txitxarro, volada por una bomba de ETA en septiembre del año 2000. Era propiedad de Narciso Korta, hermano de Joxe Mari Korta, el presidente de la patronal guipuzcoana asesinado por la banda justo un mes antes.

La sala Jam de Bergara también se vio obligada de cerrar durante largos períodos, después de haber escrito páginas gloriosas en la música en directo. Suyo fue uno de los conciertos míticos para el rockerío vasco: Pixies más Killing Joke en 1991. Entonces el local se llamaba Txibisto.

Y final también duro para Sergio Rey. Berdonce salió a por todas. Le echó valor. Se presentó en Hernani con una camiseta del Real Madrid, mientras Sánchez Atocha le acompañaba por el ring con una gran bandera de España a la espera de que sonara el himno. Tras la pitada, el combate, que apenas duró seis asaltos. Berdonce lo finiquitó de un gancho al hígado que sonó seco, violento, como cuando Dave Grohl golpea la caja de su batería. ¡Plack!

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